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sábado, 30 de julio de 2011

La Turca IV

“La Turca IV”

“Mi Eterna Melodía”

Las cartas estaban servidas en la mesa. El parlamento había dictado lapidación para Emel, antes de matarla lapidada iban a someterle a trescientos latigazos por adulterio y la iban a matar por haber tenido relaciones homosexuales.

De nada basto su apellido, ni que su familia fuera una de los mas poderosas del país, ni mucho menos le tembló la mano al rey el hecho de conocer a Emel desde pequeña, de nada basto el dinero que había en juego encima de la mesa por los dos lados una por el lado del padre y el otro por Ali (quien si quería que se cumpliera este dictamen) en fin seguramente Ali había pagado más que el padre de Emel, pero yo no iba a dejarlo ahí.

Tenía que usar mis cartas a favor, mis privilegios; si Emel llegase a morir iba a hacer mierda a Ali mediáticamente, con la ayuda de Mía que tenía la mayor empresa y editorial del mundo.

Después de esa mañana catastrófica y dolorosa, pero a la vez tan soñada para mi por sus palabras, sus ojos clavándose en los míos mientras me miraba tiernamente jamás podría olvidarlos.

¿Ella quiere morir?, eso la verdad en este momento no me importa, seré egoísta en no escuchar sus peticiones, pero algo en sus ojos, ese temor que se asomaba en su mirada me indica que tal vez pedía a gritos que la sacase de ese calvario.

Ya no me importa todos los perdones que me debe yo la perdone esa mañana y ahora que ya se la verdad, no voy a dejarla ir de esa forma, ella no se merece sufrir de esa manera, en realidad nadie lo merece.

- Tú sabes que estoy contigo- decía Mía que había llegado hace unas horas atrás.

- ¿Mía tu tienes el numero de Ali?, digo eres del mundo de los poderosos capitalistas-

- Si lo tengo, ¿para que lo quieres?- dijo enarcando las cejas- No te va a servir de nada insultarlo por teléfono-

- El quiere ser perro, entonces seremos perras con él- dije con un tono sádico que desconocía de mi- ¿Qué te parecería si la editorial Vans publicara un affeir de Ali con un hombre.

- ¿Pero eso no sería mentir?-dijo sorprendida Mía

- Hace tanto estas en esta industria y todavía no haz aprendido como se manejan tantas cosas- dije palmeándole el hombro- El uso sus herramientas nosotras podemos usar las nuestras.

- Tienes razón, aunque no me gustaría boicotear a alguien- Dijo serenamente- Ya hemos divagado la noticia por todo los medios de comunicación y lo hemos plagado por la red, tu sabes que hay mucha gente con nosotros, no creo que nos haga falta boicotear a ese bicho asqueroso.

- Para que aprenda la lección- dijo sacando el numero del celular de Mía

- ¿Cuándo dejare de complacerte?, eres mi pequeña hermana- dijo Mía.

- ¿Aún así tu crees que esas organizaciones hablando enserio aunque sean por buenas causas y hay tanta gente involucrada tu crees que el rey va a flaquear con tanto dinero encima?

- ¿Si hablamos de dinero, entonces que estamos haciendo?, Ali puede tener mucho dinero, pero no alcanzaría jamás aunque pusiera todo su dinero en juego, jamás llegaría al dinero que yo puedo poner por ti Amy- dijo Mía con el ceño fruncido. Tú no entiendes Amy, el hombre lo que quiere es que se respete su ideología o su religión musulmana-

Guarde el número de Ali y estaba decidida a llamarlo pero antes tenía que organizar las palabras en mi mente, para sonar lo mas fría y convincente del mundo.

- Amy antes que nada quiero que me escuches por primera vez en tu vida- dijo Mía asustándome con sus palabras jamás me había hablado con tanta seriedad- Quiero que seas consciente de que tal vez no todo saldrá favorable y tal vez ella pueda morir y si eso sucede no quiero por nada en el mundo que hagas una locura- me dijo palmeándome con cariño la mejilla- Nosotras haremos todo lo que este a nuestro alcance pero si no se puede hacer nada entonces no quiero que te caigas, que el mundo te aplaste porque se que será de esa forma.

- ¿A qué te refieres con lo que este a nuestro alcance?, tú sabes que siempre se puede hacer más.

- Si pero tenemos un plazo de tiempo y aunque podríamos detener toda esta mierda tienes que ser consciente que lo más probable es que se cumpla la sanción- dijo Mía con tanta ternura como siempre, ella era así conmigo como la madre y a la vez la hermana que jamás tuve, solo conmigo era así, tierna y con una paciencia infinita.

- No va a ser así- dije ignorando sus palabras que mas que tirarme para abajo me fortalecían aún más

- Se que eres una testadura y mas con este tema de Emel pero tienes que repensar en la posibilidad de que esto pueda suceder para que te duela menos si llega a pasar- dijo abrazándome tiernamente- Tienes una fortaleza y una lucha increíble pero se que si eso llega a pasar te partirá al medio para siempre es por eso Amy júrame que no harás una locura-

- Te lo juro- dije a regañadientes.

- ¿No has pensado en pedirle ayuda a Sara?-dijo cambiándome de tema.

- ¿Y de que me serviría pedirle ayuda a Sara?-dije presa de mi ignorancia.

- Hola Amy ¿tú que eres tan inteligente nunca te pusiste a pensar como te serviría Sara?

- No te entiendo-dije frunciendo el ceño sin entender nada aún.

- Sara Aglioti la diosa de la pasarelas de alta costuras, admirada por millones de personas en el mundo, ¿Qué pasaría si la Sara Aglioti sale a hablar a la prensa sobre estos temas o tu no me habías dicho que Ali la quería para imagen de sus marcas de ropa y automotriz?

- No Mía yo no puedo pedirle más favores a Sara, no me da ni la cara para llamarla y pedirle disculpas.

- Ella te ama Amy y tú sabes que podría hacer eso por ti fácilmente.

- Aun así no estaría bien, ¿De dónde saco la cara para pedirle que me ayude a salvar a la mujer por la cual la deje?

- Si tú no te atreves yo lo haré se que puede ser una pieza importante- dijo Mía acariciándome el cabello.

- Habla con Ali… Mía- me atreví a decirle- Tus palabras tendrán mas rigor que las mías.

- No estoy de acuerdo con esto pero lo hare, lo citare pero tu estarás conmigo.

Esperamos unos minutos, nos tomamos unos tragos hasta que Mía se levanto y agarro el iphone.

A la primera no contesto, a la segunda si contesto. Mía había estaba muy familiarizada con esto claramente no sentía nervios, la nerviosa en este ambiente era yo que de milagro no le clavaba todas las uñas en la mano de Mía.

Mía me hizo un gesto de tranquilidad con el rostro a tiempo que ponía en altavoz el teléfono.

- Hola Ali- dijo Mía con tono muy relajado.

- ¿Hola con quien hablo?- decía ese indio horrendo que hasta en el teléfono sonaba feo.

- No se si me recuerdas soy Mía Vans la dueña de las editoriales- y antes de que Mía terminara la frase Ali hablo.

- Si las editoriales que están tratando el tema de “Emel”- dijo acentuando el nombre de La Turca y con un tono aparentemente molesto “ ya que las editoriales de Mía y las de sus socios y colegas habían dado mucha importancia al tema y en cuanto mas importancia se le daba al tema era peor para el régimen de Arabia saudita o para Ali ya que después se metían las embajadas los civiles con huelgas en las embajadas etc., y causaban problemas”- Me pregunto como todavía no se están metiendo conmigo, digo ya han criticado al rey, al régimen- decía con un tono soberbio que saco a Mía ella odiaba que la gente se creyera más que ella.

- Lo siento cariño es que no eras tan importante en ese momento pero tienes razón faltaba la frutilla “gorda” del postre- dijo acentuando la palabra “gorda” cuando Mía se enojaba no media sus palabras.

- Bien que quieres, habla rápido que no tengo tiempo-

- ¿Qué quieres por sacar a Emel de la ejecución?- dijo Mía con un tono directo.

- Jajaja- se reía el con tono burlón- Ni todo el dinero del mundo me haría dar vuelta mi decisión.

- ¿Y a ti que te parece si editoriales Vans y múltiples editoriales mas publicaran un articulo sobre tu relación con un chico X?-

- ¿De donde has sacado eso?- dijo Ali sonando exaltado.

- Vamos Ali tu sabes que Emel no se acostó con esa chica- Inmuto Mía con un tono chantajista.

- Como que no, yo la vi en la cama con la otra, ¿De donde sacas provecho en hacer todo esto?-

- No estoy de acuerdo con la represión de personas-

- Claro y por eso vas a perder tanto dinero en una persona que ni siquiera conoces, ¿detrás de todo esto debe estar aquella pendeja no?

- No eres tan tonto como creía- dije serenamente.

- Chiquilla el tiempo de Emel esta contado- dijo en un tono soberbio que me desquicio- Yo me hubiera conformado solo con quinientos latigazos pero si el régimen ha tomado esa decisión no puedo ir contra él.

- Si Emel cae tu caerás también-

- Nadie creerá esas mentiras absurdas-

- Será mentira pero la revista Vans y compañía pueden destruirte conjuntamente, suma eso a todas las paginas web y cientos de editoriales mas, las prestigiosas o las que comienzan, si lo digo yo entonces es noticia no es así Amy-

- ¿Qué quieren que haga?- dijo vacilante.

- Saca de ahí a Emel-

- No puedo y no puedo,¿ tu crees que yo quiero que muera?, ya te he dicho que con la latigación me bastaba.

- ¿Tu crees que creo en tus palabras?- dijo Mia vacilante.

- Creas o no creas en mis palabras esa es la verdad y tratar de desprestigiar mi imagen no te serviría, piensa Mia, tu eres inteligente, seguramente detrás de esta idea absurda esta la pendeja esa.

Mía no lo dejo terminar y le corto la llamada.

- El tiene razón Amy- dijo ante mi mirada fastidiosa.

- ¿Tú le crees?

- No es el hecho de que le crea o no, es el hecho de que es absurdo tratar de boicotearlo.

- Pero- dije mirándole directamente a los ojos desafiantes.

- Pero… eso es de gente mala Amy- dijo serenamente- Juguemos de manera limpia.

- El problema es que no hay mucho tiempo para jugar limpio.

Se quedo en silencio un momento mientras miraba a la ventana, no era un silencio incomodo es mas ayudaba a reflexionar sobre las cosas, nunca me podría sentir incomoda con Mía, la conocía demasiado.

- ¿Dónde esta Angélica?- dijo rompiendo el silencio.

- Durmiendo- conteste pasiblemente.

- ¿Quieres ir a ver a Emel?- dijo suavemente mientras me sonreía.

Despacito fui levantando el rostro hasta que mis ojos brillaron de felicidad.

- ¿Se puede?-

- ¿Pudimos la otra vez no?. ¿Cuándo quieres ir a verla?- pregunto mientras yo corría a abrazarla.

- Ahora ¡ya!- dije mientras la abrazaba casi brincando.

- Espera- dijo en un tono burlón.

- Te quiero mucho Mía.

- Yo también, confía en mí- dijo dulcemente.

Estuvo hablando por el celular en ingles como unos veinte minutos y cuando colgó me sonrió dulcemente.

- Ya puedes ir, una cosa- dijo serenamente

- ¿Qué?- dije mientras trotaba a la pieza a cambiarme.

- Pregúntale si hay algunas pistas para poder ayudarla, quien sabe tal vez no es tan tonta como aparenta.

Mientras me vestía sonría como estúpida viéndome en el espejo, me vesti pensando en ella. Quería estar impecable para ella.

Me puse un jeans estilo jinete sin bolsillo detrás y bien chupin en las piernas de color negro y una camisa larga ancha abajo blanca, con un musculosa blanca dentro. Sara me había contagiado su enfermedad por la ropa de estilo parisina. Me recogí el pelo en un rodete, estaba informal pero muy glamurosa. Siempre he sido adicta a las camisolas o las blusas de estilo hippie chic y en estos años alado de Sara he aprendido más de moda que en toda mi vida.

Cuando Salí me encontré con Mía sentada en el sillón con su ordenador.

- Aquel tío me debe un favor- dijo refiriéndose al jefe de la comisaria- Asi que creo que si llegamos a un acuerdo podrás verla todas las noches de la semana que le quedan, aunque este medio difícil, pero aun así disfruta esta noche..

- Que no….-

- Bueno de la que le pueda quedar-

No quería escucharlo, no quería escuchar que la vida de la persona que más amaba estaba contada.

Le salude con un beso en la mejilla mientras ella me deseaba suerte.

- Espera- dijo mientras me giraba y la miraba.

- Que no se te olvide- dijo tendiéndome plata que según lo que veía había alrededor de mil euros y las llaves de su auto.

- Que yo tengo dinero- le dije devolviéndoselo.

- Quiero dártelo igual- dijo dándome un pequeño beso en la mejilla- Suerte.

Salí de allí suspirando fuertemente para que Mía me escuchara. La quería muchísimo, en estos años se había convertido en la hermana postiza incondicional que siempre había querido.

Caminaba mirando el asfalto de esas calles desconocida. Estuve esperando unos minutos hasta que se estaciono un taxi. La mayoría de los taxis de Arabia Saudita son de color blanco algo que me llamo mucha la atención.

Cuando me subí al taxi y le entregue la dirección al señor que estaba en Árabe, sentí una vez mas un pequeño cosquilleo en el estomago, como si fuera mi primera cita o algo muy importante iba a ocurrir.

La vería y temía que vería, tal vez no sentí tantos nervios como la primera vez que pise ese lugar pero el nerviosismo seguía inculcado en mi cuerpo.

Recordé entonces sus ojos tristes, su figura demacrada y su cabello nada sensual, recordé también que me falto el tiempo para decirle que fuera fuerte, que tuviera fe.

El taxi pasó por una calle comercial, en donde residían esas marcas de alta moda, y vi la imagen de Sara en una de las tiendas su imagen gigante enfrente de la tienda, su cabello con un peinado peculiar y su mirada tan desafiante como siempre.

Que cruel que fui con Sara, con mi napolitana, con mi ángel sensual. Fui un monstruo, se que soy una persona malagradecida, ingrata y que no merece su amor lo se.

Pero duele si duele, no crean que no duele lastimar a alguien tan especial como Sara.

“uno no recibe lo que se merece”, tal vez esa frase es cierta.

Mientras el taxi recorría las calles de Arabia, mi mente divagaba en estúpidas preguntas.

¿Alguna vez han temido no sentir nada?. Es decir, mas haya del miedo a la muerte, del miedo al dolor.etc que podemos sentir las personas, creo que ese es el mayor temor que siempre he tenido.

Cuando me fui de la vida de Emel, mi mayor temor era eso, (no sentir nada), vagabundear el mundo sin sentimientos. Y creo que eso ha pasado durante un corto tiempo hasta que conocí a Sara, allí volví a soñar otra vez, pero lo irónico de esto era que volví a soñar no solo que podría enamorarme, sino que dentro de mi alma soñaba que la podía olvidar a ella, a La Turca.

Ahora simplemente soy consiente de que si la pierdo en este momento, en que ya se toda la verdad, la verdad que siempre anhele. Tal vez soy inocente y creo en sus palabras mientras que la verdadera razón de sus palabras podría ser su desesperación por alguien que la salvara, pero estoy segura que eso no puede ser, ya que lo vi, vi en sus ojos los deseos de morir que tenia. Como todo cobarde, pensando que morir dejaría atrás su dolor, su angustia, el sufrimiento que cargo toda la vida, pero ella no esta pensando en lo que deja atrás, no esta pensando en mí, esta siendo egoísta, así como yo lo fui con Sara, dejándola sin palabras con el corazón roto en dos y sin muchas explicaciones, yo también he sido egoísta. Este mundo de mierda es egoísta.

- Señorita ya hemos llegado- me interrumpía el conductor que para mi sorpresa hablaba ingles.

- Gracias- le dije entregándole el dinero y parándome fuera de ese espeluznante lugar.

Respire profundamente antes de ingresar al lugar, tenía que prepararme mentalmente para verla, para ver otra vez el desasosiego en carne propia.

Al entrar le entregue al policía de turno un papel y dinero y sin chistar me llevo hacia la misma celda en que la había visto.

Al pararme frente a la celda pude verla recostada con los ojos cerrados, se veía fatigada, destruida y cansada.

Lo que daría por verla reír, por verla sonreír para mi solo una vez mas.

- ¿Qué haces otra vez aquí?- dijo sin abrir los ojos y sorprendiéndome.

- ¿Cómo sabias que estaba aquí?- dije sorprendida.

- Tu olor es algo que reconozco siempre, lo tengo grabado en el olfato- inmuto sentada en la cama.

- ¿Me invitas a pasar?-

- Las pocilgas no son lugares para las famosas escritoras- dijo con tono sereno.

- Ni tampoco para las diosas árabes- inmute esbozando una media sonrisa.

- Sigues diciendo las mismas cursilerías de siempre- dijo esta vez sonriendo, como extrañaba su sonrisa, como la extrañaba por dios.

- Nunca cambio-

- Nunca lo hagas-

- Todos cambiamos- dije mientras sostenía su mano.

- Tú no lo hagas- dijo sonriéndome- El mundo puede cambiar pero no quiero que tu lo hagas…

- Emel- dije entrecerrando los ojos por su cercanía.

- ¿Qué sucede?.

- Te amo- dije sin recelos.

- Yo también te amo- dijo recostándose en mi hombro- Pero la vida no fue echa para las dos.

- ¿Quién te dijo que no?- reaccione tajante.

- La vida, el destino- inmuto serenamente.

- ¿Tu crees que me impedirá amarte?, ¡Nadie!, nadie podrá impedir que te salve- dije exaltada.

- Ya lo hablamos- dijo levantando levemente la cabeza de mi hombro- Yo no quiero que me salves-

- No voy a dejar que mueras- dije sujetándole el rostro- Antes me muero yo- dije mientras sentía unas lagrimas aproximarse.

- Ni se te ocurra- dijo apartando mi mano y sujetándome el rostro con fuerza- No he luchado tanto para que hagas esto- dijo mientras veía como unas lagrimas se disparaban en su rostro.

- ¿Qué tanto has hecho?- no entendía sus palabras-

- No importa-

- Si me importa- acote.

- ¿Tu crees que las editoriales te contrataron por Mía?- dijo pasiblemente sorprendiéndome.

- Claro- conteste sin pensar.

- Pues no es asi- dijo gacha- Siempre he estado allí-

- ¿Cómo no entiendo nada Emel?- dije extrañada.

- He pagado para que la editorial revisara primero tu libro- dijo sorprendiéndome- Ellos nunca revisan o leen historias de principiantes y menos si tienen tu edad-

- Pero y Mía- dije sin salir de mi asombro.

- Aun cuando Mía les haya recomendado tu historia, tardarían meses o hasta años para leer tu historia-

- Emel….. yo- dije sin poder articular otras palabras.

- Lo hice por amor- dijo abrazándome- Todo lo he hecho por ti- dije llorando tiernamente- Te amo mas que a mi vida y siempre lo hice- dijo entre lagrimas que me lastimaban mas a mi, que me hacían acongojar aun mas y sentir esa presión insoportable en el pecho.

- ¿Por qué nunca me lo dijiste?- dije envuelta en lagrimas también.

- Era mejor para las dos estar lejos- dijo abrazándome mas fuerte, mientras le acariciaba el cabello y trataba de consolarla- Yo tenia toda mi vida planeada y aunque quisiera verte como un error aunque…tal vez fuiste un error- dijo tomando una pausa- El error más hermoso que tuve en mi vida, pero por ese error no debías pagar… Yo… Amy- dijo vacilando- Yo podría arruinarle la vida a todo el mundo, por mi frustración, por mi maldad, pero a ti, a ti jamás podría hacerte daño- dijo sin dejar de llorar- Has sido lo más hermoso que me ha pasado, solo junto a ti me sentí completa, una persona buena, porque tu me hacias sentir que algo importaba en la vida y por eso busque tu felicidad, porque era lo único que me importaba-

No dije nada, solo comprendí en silencio el poder del amor y del destino… tal vez hayan amores que no sirven o personas que no merecen amar, pero cuando uno ama es capaz de dejarlo todo y lo entendí. Entendí que mis sentimientos por Emel era amor y no obsesión, después de todo lo que dicen es cierto, el primer amor te marca, el primer amor no se olvida, y los otros amores tal vez son solo para olvidar, pero yo no la pude olvidar y en este momento con estas confesiones soy consiente en que jamás podre arrancarla de mi corazón.

No quise pedirle mas explicaciones de porque me lastimo de esa forma; ya con esas palabras eran suficiente. Solo la bese, la bese con mucho amor, con mucha ternura, queriendo hacerle cambiar de parecer, la acaricie con cierto temor y angustia, pensando que tal vez seria el rencuentro y la despedida de un amor, al que no renunciaría y por el que lucharía con dientes y uñas, pero que el mundo me quería sacar.

La recosté suavemente en la cama sin dejar de besarla.

- No me dejes por favor- le roge mirándola a los ojos.

Ella no me contesto nada y me volvió a besar, esta vez con mucha pasión, con necesidad.

La recosté lentamente en aquella pequeña cama, con miedo la volvía a acariciar, hacia tanto de aquella noche que había olvidado lo que su piel me hacia sentir, como se erizaban todos mis poros al besarla.

Bese su cuello con deseo, sintiendo todo tipo de estremecimiento en mi cuerpo. Cuando estaba por quitarle la blusa su mano me detiene.

- ¿Qué sucede?- digo con miedo.

- No puedo- dijo entrecortada.

- ¿Tienes miedo?- dije acariciándole el rostro.

- No- dijo segura- No quiero volver a sentirte en este espeluznante y asqueroso lugar- sentencio.

- Entiéndeme- rogué con mi mirada- Tal vez esta sea la ultima noche en que te pueda ver- dije presa de la realidad, era verdad, tal vez seria la ultima aunque me doliera.

- Lo se- dijo tristemente.

Me volvió a besar sin aviso, rápidamente. Esta vez sus expertas manos se colaron dentro de mi camisa y las mías fueron a parar en su cadera.

Le saque lentamente la blusa sin dejar de besar su cuello, quería grabar por siempre ese olor a jazmín aunque siempre lo recordaría, quería grabarlo en mi sentido para siempre.

Ella lentamente sin dejar de mirarme dulcemente me quito los botones de mi camisa, tuve que respirar profundamente para no llorar, al ver su rostro tan tierno, tan amoroso y la tristeza de sus ojos, nada nos haría olvidar que tal vez en unos días ella pudiese ser ejecutada a piedrazos por una sociedad incomprensible que come y no deja comer, que pone barreras en el amor y la expresión, pero esa noche quería darle hasta la ultima gota de mi ser, la ultima gota de mi amor y de lo que quedaría de mi alma si ella se fuera de mi lado.

Acaricie suavemente su espalda mientras desbrochaba su pantalón, al sacarlo iba a quitarle su ropa interior pero su mano no me lo permitió, mire a sus ojos y otra vez vi ese miedo, le sonreí tiernamente con compresión y fue ella misma quien se lo quito ante mis ojos, fue allí que ya no podía dudar ya no había dudas, esa mujer me amaba o era la mejor actriz del mundo, porque esa mirada, esos ojos, esos ojos ámbares jamás brillaron de esa forma, pero si lo hicieron en ese momento, brillaron mas que cualquier estrella que vi alguna vez en mi vida.

- Te amo- susurro besándome el mentón y quitándome el pantalón que llevaba.

La acosté otra vez en esa cama, sin dejar de besarla, fui bajando lentamente dejando rastros de mi saliva en su piel. Quería probarlo todo de nuevo, quería ser la última persona que la tocara, quería dejar huellas en su piel.

Bajando me encontré con sus pechos, tan preciosos y anhelados, los chupe con mucha paciencia y lentitud, tanto que a ella le llego a desesperar, pero no le hice caso, quería disfrutar todo con amor y lentitud, quería absorber todo lo que podía de su cuerpo, para poder recordarlo.

Fui bajando lentamente por su abdomen, besándolo tiernamente por todos lados, las costillas, la panza, los costados. Cuando estaba por bajar otra vez su mano me detiene, me rio al ver su rostro avergonzado, soy consiente de que estando en la cárcel no es la misma Emel, delicada, limpia, perfumada, tercamente, intento bajar otra vez pero su mano me vuelve a detener. La deseo, la quiero, la amo y quiero sentirla en ese momento, dejo de jugar con ella y subiendo otra vez me abrazo a su cuerpo sin dejar de besarla, voy tanteando su entrepierna y ella entendiendo mi acción abre mas la pierna, aunque estaba deseosa de sentir de nuevo su sabor, su gusto, su calidez, su humedad tengo que conformarme con lo que ella quiere darme esta noche.

Acaricio su intimidad, esta caliente, mojado, ¿Cuánto hacia que fue la ultima vez que la toque?, años, si años.

Metí despacito mis dedos, mientras le besaba el cuello, ella gemía despacito, mientras su cuerpo se arqueaba por mis dedos penetrándola. Se lo hacia despacito, con mucha ternura, sacaba y metía dos dedos, sin dejar de besar su cuello y su rostro.

Cuando en susurros me decía que se venia, con una mano sujete su rostro y le dije que me mirada, así lo hizo, me miro mientras se corría con mis dedos dentro de ella, no pude evitar llorar al ver su rostro inundado de placer. Eso es algo que se quedaría como fuego en mi memoria, sin dudas.

Ella me beso todo el rostro intentando limpiar mis lágrimas, cuando las suyas también salían. Debería sentirme feliz, tremendamente feliz, pero me sentía triste, acongojada y desolada, al darme cuenta que el tiempo poco a poco estaba consumiendo mi amor.

- No llores- dijo dulcemente, con la voz entrecortada por las lagrimas-

- ¿Qué quieres que haga?- dije reprochándole.

- Que sonrías- dijo inmutando una leve sonrisa- Cada vez que ríes me haces darme cuenta que nada fue un error.

- Todo fue un error- grite- Tenias que habérmelo dicho.

- ¿Para que vivieras una miseria?-

- Yo lo hubiese elegido, pero tu elegiste mi destino, solo tu- dije mientras me taba el rostro lleno de lagrimas- Y ahora mismo también estas eligiendo nuestro destino al querer morir- dije con rabia-

Ella no dijo nada, sino que separo con fuerzas mis manos de mi rostro y me acostó con fuerza en la cama.

- Perdóname- dijo con rostro desencajado-

Le acaricie tiernamente el rostro mientras ella desbrochaba mi jean. Era muy triste para sentir placer, pero esto no era solo placer era un recuerdo, un recuerdo de lo que fue un amor, el cual ella no lo dejo ser.

Al sentir su lengua de inmediatamente sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo. Ella movía arriba y abajo su lengua, a veces se quedaba chupando mi clítoris, pero no lograba ponerme, no lograba hacerme llegar al éxtasis, aunque hiciese un excelente trabajo, mi mente no estaba para disfrutar.

Ella se dio cuenta de eso, pero tan terca como siempre no renuncio a darme placer, lo hizo mas rápido, mientras me miraba a los ojos, algo que me excitaba de sobremanera, que me miraran mientras me la comían. Con eso si que logro excitarme, ya que lo hacia con desesperación, chupaba y lamia con desesperación mi sexo.

- Quiero recordar como te vienes en mi boca- dijo sonriendo, mientras volvía a atrapar mi sexo con su boca.

Después de unos minutos me vine en su boca, sin gritar ni gemir fuertemente, solo presione su cabeza y me vine con suspiros.

No dijimos nada, no quería romper el momento, me sentía triste, aun después de haber gozado de su cuerpo otra vez, después de haberla sentido mía otra vez, no me sentía del todo feliz.

Ella dándome tiernos besos en el rostro se recostó en mi hombro no sin antes vestirse.

Ella me acariciaba tiernamente el rostro abrazada a mi cuerpo, no dejaba de mirarme y taladrarme con su mirada.

Estuvimos así como media hora, ella abrazada a mi cuerpo, mientras yo jugaba con su nariz o le daba dulce besos en el rostro. Me volvía a sentir mejor, feliz tal vez, me gustaba estar así, sin pensar en que el tiempo corría.

Ahora entendía una frase que me habían dicho hacia meses, “la felicidad se puede encuentra en los pequeños detalles”, yo siempre pensaba que la felicidad dependía de quien lo veía, aunque la felicidad no es algo que dura por mucho tiempo, sino algo momentáneo, es algo por lo que la mayoría de las personas vivimos, la razón para vivir de algunos tal vez, vivir para buscar la felicidad. Pero ahora que estaba en un lugar que olía mal, era feo y húmedo y sabe quien cuantas ratas había en otras celdas, aun así me sentía feliz, al igual que una vez me sentí feliz cuando estuve con Sara, en un lugar más placentero y sofisticado. Ahora me sentía feliz en una pocilga, porque lo material no importaba, no hace la diferencia, pero las personas si.

- Te equivocaste- musita dándole un beso en la frente.

- ¿En que?- dijo entrelazando sus dedos con los míos.

- Te elegiría a ti por encima del prestigio y los lujos… Toda mi vida- dije casi en un susurro.

- Merecías vivir bien después de tanto dolor, ¿No crees?- dijo dándome besos en la mano.

- Nunca he sido del todo feliz lejos de ti.- confesé.

- Si has sido feliz- me contradijo- solo que en este momento comparas esta felicidad con la que recuerdas y eso es imparcial- dijo jugando con mis dedos.

- Dime- dije pacientemente- Como puedes ayudarme a ser feliz a ti que te gusta verme sonreír.

- ¿A que te refieres?- dijo enarcando una ceja.

- Mi felicidad eres tú ¿Cómo puedo salvarte?-

- No quiero ser salvada- dijo suspirando.

- Entonces sálvame a mi- dije sujetando con cariño su rostro- Porque voy a morir si te veo morir de esa forma, sabiendo la fecha y el horario, sabiendo que puede salvarte y no lo logre, sabiendo que vas a sufrir muchísimo antes de morir… voy a morir- dije exasperada- No puedo imaginar como te latigan o como unos hijos de puta te matan a piedrazos-

Ella se quedo en silencio varios minutos, tal vez estaba pensando… me estaba exasperando cuando por fin hablo.

- Hay un video de seguridad- dijo sonando intranquila mientras yo escuchaba atenta a sus palabras- La mansión esta monitoreada por cámaras de seguridad, hay en todas las habitaciones- Tomo una pausa en la que sentí que me quedaba sin aire- En uno de los videos de seguridad se vera claramente que no tuve nada con esa chica y todo fue pre meditado y calculado.

- Perfecto- la felicidad no cabía en mi cuerpo ahora si sentía que frotaba.

- Pero- dijo riendo viendo mi rostro sonriente de felicidad- Lo tiene Ali y dudo que quiera ayudarme- dijo desdibujando mi sonrisa.

- Ese gordo- dije ira.

- Tú sabes que es imposible, tiene el ego lastimado.

- Hare todo lo posible mi amor, lo juro- dije besándola dulcemente.

Para mi mala suerte mi “horario” de visita se terminaba ya que faltaba solo media hora para amanecer.

No quería separarme de ella, de su cuerpo, de sus labios, no quería y el solo hecho de pensar que puedo perderla para siempre después de recuperarla me aterraba, me daba pánico y dolor. Se lo hice saber antes de irme y jurarle una y mil veces que haría todo por sacarla de allí sin importar que, le dije también que tuviera esperanza y fuese fuerte.

Me despedí de ella entre besos y salí rápidamente del lugar.

Al llegar al hotel me encontré con una Mía que yacía acostada en el sillón con su Ipod en la mano, nunca cambiaba pensé, y con una sonrisa de felicidad la recargue despacito procurando no despertarla en su cama y después me fui a dormir.

En unas horas debía seguir buscando una solución, necesitaba fuerzas.

- Amy…. Amy- se escuchaba la voz de Mía

- ¿Qué hora es?- dije entreabriendo los ojos.

- Las 11 am- dijo entre risas.

- ¡¿Qué?!- dije exaltada- pero si sentí que dormí solo una hora.

- Tuviste una linda noche, eeeeh- dijo con tono burlón y rostro gracioso.

- Bastante- dije lanzándole una almohada-

Mía espero sentada en la cama mientras yo me bañaba y me lavaba los dientes.

- ¿Y tienes algo que nos sirva?-

- Si- dije sentándome a su lado.

- Dime- dijo impaciente.

- Emel me dijo que había un video- inmute ante la mirada atenta de Mía- Y que ese video esta en posesión de Ali.

- Lo sabia, ese bastardo-

- Tal vez él no sepa de la existencia de la misma, es un video de la cámara de seguridad- la acote.

- Tal vez- dijo Mía pensativa.

- Vamos- le dije levantándola de la cama.

- ¿A dónde?- dijo con rostro extrañado.

- A ver a Ali- dije esbozándole una sonrisa.

Mientras Mía se cambiaba, que cuando lo hacia tardaba muchísimo, me dispuse a llamar a la secretaria de Mía para que averiguara la dirección de la casa de Ali.

- Ya la tengo- dije entrando impulsivamente en la habitación, sin darme cuenta que Mía todavía se cambiaba- Loo, lo siento- dije roja de la vergüenza, no pude evitar recorrer con mis ojos su escultural figura, era sin dudas hermosa.

- Ya término- dijo también sonrojada, mientras se colocaba un jean y una blusa larga- ¿Ya te llego la dirección?-

- Si- dije mientras le entregaba el papel- ¿Sabes que dirás?

- Improvisaremos- dijo tratando de tranquilizarme.

Después de unos minutos de viaje el chofer de Mía nos dejaba en una tremenda mansión. Digna de cualquier monarca árabe, pero en este caso era la mansión de un jeque asqueroso.

La arquitectura era realmente excéntrica y se veía a leguas que esa mansión valía mas de cincuenta millones de dólares.

Estuvimos esperando varios minutos afuera de su casa, intentando conversar a los rígidos guardaespaldas, hasta que Mía, se le ocurrió decirle al guardaespaldas que le dijese a Ali que venia a negociar o de lo contrario dispararía unas noticias de Ali en la prensa.

- Dijo que pueden entrar, pero sin guardespaldas-

- Si me pasa algo, saben a quien culpar- le dijo Mía en italiano a uno de sus guardaespaldas. A lo que el asintió con cierta desconfianza.

- Esperaremos aquí- le contestó en español.

- Bueno ahora llévame a tu jefe- dijo Mía de mala manera.

En unos minutos estábamos frente a la puerta de esa inminente mansión.

Mía sujeto fuertemente mi mano, viendo como temblaba mi pierna y me sudaban las manos, me estaba muriendo de los nervios, no podía siquiera pensar.

Al entrar nos recibió una criada árabe y nos informo que Ali se encontraba en la sala de estar.

Miraba detalladamente todas las cosas, adornos, reliquias antiguas, todo tan detallado y hermoso.

Al instante nos llevo al lugar sin palabras.

El estúpido de Ali estaba sentando cómodamente en una de los sillones que había en la sala, mientras miraba nuestra llegada con sonrisa triunfadora.

- Hola querida amigas- dijo sarcásticamente.

- Hola- dijo de forma cortante Mía. Yo ni siquiera lo salude.

- ¿Qué les trae por aquí?- dijo riendo.

- ¿De que te ríes?- dije sin poder evitarlo.

- De su desesperación-

- Maldito puto- dije enojada, Mía me dio un empujoncito en la pierna, como diciéndome que me tranquilizara porque la cagaria.

- Sabes de un video- dijo Mía fría e imponente.

- No se de que video me hablas- dijo haciéndose el estúpido sin dejar de sonreír.

- Tú sabes de que video hablo- dijo Mía de forma insistente.

- Lo he visto y créeme que me parece lo mas estúpido que alguien haya hecho en la vida, mira que la gente me envidia, me insulta, por mi condición pero nunca pensé que para deshacerse de mi se tendría que condenar sola de esa forma.

- Bueno tu nos darás el video- dijo Mía

- Depende de que pueda obtener a cambio- dijo el gordo cambiando de su postura relajada y soberbia.

- ¿Cuánto dinero quieres?- dijo Mía, sin dejar de mirarlo.

- Dinero me sobra- dijo riendo

- ¿Qué quieres entonces?- dije ya desesperante por su soberbia.

- No es material- dijo sonriéndose para si mismo-

- ¿Qué quieres a cambio del video?- dijo Mia insistente, sin perder la compostura, me sorprendía su frialdad.

- ¿Sara Aglioti te suena?- dijo dejándome helada, ya sabia por donde venia la mano y temía que mis sospechas fueran ciertas.

- Me suena- dijo Mía vacilando- ¿Qué deseas?

- Quiero a Sara Aglioti

- Tu te crees que yo soy dueña de la gente- dijo Mía burlona.

- Deseo una noche con Sara Aglioti- dijo Ali tajante, sonando rígido.

- Pues te quedas con las ganas porque eso no va a suceder nunca en tu vida- dije terriblemente enojada, levantándome del lugar- Y si no quieres darme el video, te voy a matar- dije apuntándolo con el dedo.

- Mia, podrías tranquilizar a la niña- dijo en tono burlón.

- ¿Eso es lo que quieres?- dijo Mia como si no se lo creyera- ¿Quieres una noche de sexo con Sara?

- Así es- dijo con una media sonrisa, el gordo horrendo- Si me dan lo que deseo, les prometo que hablare con el parlamente y sacare a Emel y también les entregare el video. Mía tu sabes que cumplo mis palabras- dijo serenamente

- Es cierto- dijo Mía- ¿Para cuando quieres que eso suceda?

- De ninguna manera- grite furiosa- No vamos a negociar la integridad y el cuerpo de Sara con este estúpido de mierda- dije levantándome del sillón- No voy a salvar a Emel sacrificando a Sara Mía-

- Eso lo discutimos después- dijo fríamente Mía- Dime Ali, ¿cuando?

- Cuando puedan, claro- dijo riendo- Antes de dos semanas porque eso falta para que latigueen y después lapiden a Emel.

- Quiero que me des el maldito video, ahora mismo- dije acercándome peligrosamente a Ali.

- Si me tocas, te mueres y se muere tu Emel también- dijo levantándose.

- Tú te crees que importas más que yo, maldito gordo… Yo soy una celebridad y tu eres un maldito estúpido- dije presa de la rabia sin medir mis palabras incoherentes.

- Te guste o no, soy el único que puede salvar a tu Emel. Tu sabes que Emel esta allí por ti-

- Tu que sabes- dije dándome media vuelta y dispuesta a irme.

- Te llamare Ali- dijo Mía- Y tendrás que cumplir tu palabra.

- No lo dudo señorita Vans- dijo sonriendo- Y por favor controla a la bestia-

Mía ni siquiera se despido y ya estaba trotando detrás de mi.

- Te dije que te tranquilizaras- me recrimino cuando estaba ya alado mío.

- Vete a la mierda- dije furiosa.

- ¿Ahora me odias?

- Claro que te odio- dije con los ojos llenos de lagrimas- Quieres sacrificar a Sara.

- ¿Has preguntado si Sara quisiera ayudarte?- dijo sujetándome de los hombros.

- Claro que no querrá y no le pediría algo tan asqueroso y vergonzoso-

- El amor es estúpido Amy- dijo soltándome y entrando al auto- Y tu más que nadie lo sabes, yo también lo se- dijo mirándome directamente a los ojos.

- Tu no sabes amar- dije presa de la rabia-

- Si no lo supiera no estaría haciendo todo esto por ti- dijo dejándome helada.

Me quede en silencio sin saber que decir o actuar, la confesión de Mía había quedado en el aire, flotando en el ambiente mas incomodo que alguna vez hubiera vivido. Prefería oír cualquiera cosa que esa confesión.

Un silencio incomodísimo se apropio del ambiente, no la miraba, miraba a la ventana, con miedo de enfrentarla tal vez y buscando las respuesta a ¿Cómo no me había dado cuenta de esto?

- Ya lo sabes- dijo mirando al frente sin inmutarse- Yo se que nunca me miraras de otra forma que no sea de amistad y que tu corazón es de la turca y de Sara- dijo esta vez mirándome fijamente- Y es por eso que estoy segura que Sara hará eso por ti y mucho mas.

- ¿Qué quieres que te diga Mía?- dije sin poder salir de mi conmoción.

- Nada- dijo vacilando- Simplemente quiero que hagas lo que te digo para que puedas ser feliz-

- No voy a hacer eso Mía- dije visiblemente molesta- Que basura haría eso.

- Pregúntale a Sara si quiere hacerlo-

- No lo voy a hacer- dije tajante.

- Pues yo lo hare-

Me quede en silencio sin poder asimilar muchas cosas, una de ellas era la confesión de Mía y otra era el pedido de Ali. Jamás lo haría, jamás le pediría a Sara que sacrifique su cuerpo por mi, ella era toda una dama de alta sociedad, hermosa y angelical, jamás dejaría que vendiera su cuerpo de esa forma solo por mi felicidad.

Me quede sentada en el sillón del hotel con la mente inmersa en mis pensamientos, en querer y no poder en tener la posibilidad de solucionar mis problemas pero la solución no estuviera en mis manos, odiaba la posibilidad de ser feliz a consta de la mujer que tan feliz me había hecho. No podía siquiera mirar a los ojos a Mía, ¿Cómo puede ser que ella este enamorada de mi?, ¿Cómo puede ser que ella me diga que el amor es tan estúpido que entregaría hasta orgullo y cuerpo por la felicidad de la otra persona?, me niego a creerlo, pero es la verdad yo en este momento daría todo para que La Turca no sufriera.

- No pienses tanto, hace mal- dijo Mía sentándose alado mío.

No le dije nada simplemente la mire y me recosté aun mas en el sillón.

Veía como Mía buscaba algo en su celular y llamaba.

- ¿Que vas a hacer?- dije pasiblemente sin dejar de mirar sus movimientos

- Llamarla-

- Ni se te ocurra- dije sujetándola de la mano y despertándome de mi tranquilidad.

- Voy a hacer lo que tenga que hacer- dijo sujetando con fuerza mi muñeca para apartar mi mano de su celular- Para que puedas ser feliz después de todo- dijo mientras veía como caía una pequeña lagrima de sus ojos.

- ¿Por qué no me lo dijiste Mía?- le reproche

- ¿Y para que?- dijo sin despegar su mirada de mi- ¿Hubiese servido de algo?- yo negué con la cabeza mientras escuchaba como seguía hablando- Ya soy grande y soy consiente de que las heridas y los desamores se curan con el tiempo- sentencio sorprendiéndome- No eres mi primer amor ni serás la ultima- dijo con seguridad- Ya he vivido muchas cosas como para olvidarme de que esto ya lo he vivido en el pasado y que va a pasar aunque duela en su momento.

- Admiro eso muchísimo de ti- dije soltándole de su mano- Siempre te he admirado, tan sabia, tan fuerte, tan inteligente en los momentos en que todos deberían tener la cabeza fría.

- Si confías en mi entonces deberías dejar que te ayude a salvar a Emel.

- Confió en ti- dije suspirando- Pero no quiero pedirle eso a Sara-

- Entonces yo lo hare- dijo levantándose del sillón y dirigiéndose a su cuarto dejándome sin reacción, sabia a que había ido a encerrarse, pero mi deseo pudo mas que mi pensamiento racional y la deje actuar a sabiendas que jamás podría perdonarme si Sara aceptaba sacrificarse por mi, por ella… Emel.

Estuve varios minutos sentada, sentía mi cuerpo cansado, con desgana, sentía como si no estuviera dentro de mi cuerpo, ni tampoco pensaba en nada en concreto, estaba sumergida en un letargo profundo y al parecer largo.

- ¡EY!- decía Mía golpeándome levemente el hombro.

- Eeeeeeh- dije despertándome de mi letargo

- Que dijo que si- dijo Mía sonando contenta.

- De que te ríes- dije con cierto asqueo.

- Que vamos a salvar a tu Emel, ¿No estas feliz?.

- Claro que no- dije visiblemente molesta- ¿Qué ser es tan egoísta en el mundo que piensa en sacrificar a una persona que le dio todo y la amo con locura a costa de su felicidad y la de otra persona?- dije sin poder evitarlo, cuando estaba molesta no podía evitar decir lo que pensaba.

- No me culpes por querer hacer lo que tengo que hacer- dijo también con tono molesto- Hay veces que uno tiene que pensar individualmente para ser feliz-

- ¿Lo estas haciendo tu? ¡Tú lo estas haciendo por mi!- dije sacudiéndole del hombro.

- Porque te amo- me grito dejándome atónita una vez mas- Igual que te ama Sara y es por eso que ella te ayudara.

Me senté sin dejar de seguir a Mía con la mirada, ella nunca me había gritado, nunca la había visto tan sacada como en ese momento, pero en ese momento todo el ambiente estaba denso.

- Tranquila- dije sin despegar mi mirada a su cuerpo- Perdóname Mía- dije pasiblemente, ella no tenia la culpa, ella estaba haciéndolo todo para que sea feliz.

Afirmo con su cabeza y se dirigió a la habitación sin decir palabras.

Estuve sentada un largo tiempo en ese cómodo sillón, mirando al techo sin pensar en nada productivo. Que tan caro era el precio de la felicidad en la vida, si bien no es algo que dure para siempre, es muy caro el precio de que ese rato momentáneo pueda ser un rato largo.

Me hace sentir culpable el hecho de querer utilizar a Sara para revertir el error de Emel, porque fue como un auto-suicidio lo que ella hizo.

“Lo que daría por no estar en esta situación”- pensé para mis adentros al tiempo que mi cuerpo ya no sentía mas fuerzas.

(….)

Recuerdo que desperté por la mañana, en una cama, seguramente a Mía se le había pasado el enojo y me había llevado a mi habitación después de que sin querer mi cuerpo se había dormido por el cansancio mental y físico que llevaba.

- Despertaste- decía Mía con una taza de café en la mano.

- Buen día- dije frotándome los ojos.

- Sara anoche llamo y ha dicho que llegaría hoy por la tarde- dijo tranquilamente- Como estabas durmiendo no te avisa- dijo rápidamente- Después de todo ya lo hecho esta hecho y ahora hay que mirar hacia adelante e idear un buen plan.

- ¿Y en que consiste?- dije irritada.

- En que hables con Sara y hagas lo imposible para que acceda.

- Yo no voy a pedirle eso a Sara-

- Es la única forma para salvarla Amy- dijo con la voz dulce y suavizada, aunque me pesara la idea, era verdad.

Espere impaciente toda la tarde, ideando miles de palabras o discursos en mi mente, sintiendo mi vientre contraerse y estrujarse, mis manos sudadas sin siquiera verla. Sin dudas pasaría una de las vergüenzas más grandes de mi vida al pedirle ese enorme favor a Sara y no miento cuando digo que espero con todas mis ansias un cachetazo o un insulto a ese pedido.

Dicen que en las guerras todo vale, pues, yo no soy tan fuerte para pelear esta guerra, mi psiquis no es tan fuerte para pelarla y salir sin heridas ni secuelas. Supongamos que Sara acepte mi pedido, ¿Qué sentiría yo después de todo?, asco, vergüenza e ira hacia mi persona, porque utilice un ángel para salvar al amor de mi vida, voy a hacer que le corten las alas a un ángel por mi, por mi, si por mi, porque se que Sara jamás salvaría a Emel a costa de su cuerpo.

Estuve sentada mientras me acurrucaba el estomago con los brazos, mirando impaciente el reloj y deseando como todo cobarde que no pásese rápido el tiempo.

¿No es el amor lo más hermoso y grandioso del mundo?, porque es tan caro el precio que tengo que pagar para tenerlo y no solo en este momento sino también en el pasado, todas las lagrimas que derrame por esa mujer imposible, la única mujer a la que he amado en mi vida…

“seria estúpida si me sigo preguntando ¿porque te amo?, ¡porque te amo! y simplemente lo hago, aunque a veces no lo quiera, aunque a veces me arrepienta, se que has sido lo mas hermoso que he conocido”

Prendí el equipo de música, y lo dejaba en sintonía buscando tranquilizarme un poco, estaba muy nerviosa y no sin razón, pero debía tranquilizarme, es normal sentirse nervioso pero no es bueno demostrarlo.

- Amy- dijo con voz temblorosa Mía haciendo que me levante como un resorte del sillón-

No le dije nada, simplemente la mire, llena de nervios e incertidumbre.

- Hola- dijo esa voz suave y dulce como el cantar de los pájaros en primavera- Tanto tiempo- se apareció detrás de Mía, mientras yo le dedicaba una media sonrisa. ¡ que hermosa que es por dios!.

- Hola, así es- dije boquiabierta

Nos quedamos en trance mirándonos fijamente sin decir palabra alguna, las palabras y los demás sobraban, ahí estaba yo enfrente del ángel de mi vida.

- Las dejare hablar tranquila- dijo Mía esbozando una media sonrisa mientras salía del hotel.

- Tanto tiempo- volvió a repetir.

- No es que fuera tanto fue un mes tal vez o menos- dije nerviosa.

- Para mi ha sido una eternidad- dijo haciendo que mi corazón se encoja.

- Lo siento Sara- dije suspirando, recordando lo que le hice esa mañana.

- Yo lo siento mas- dijo frunciendo el ceño-

Otra vez nos quedamos sin hablar, yo no podía articular palabra alguna, porque tarde o temprano tendría que romper el molde y hablar.

Nos mirábamos sin decirnos nada, como si las palabras sobraran, estaba perdida en sus ojos, en la música que sonaba, pareciera que la canción estaba hecha para nosotras en ese momento, ella sonreía sin razon, tal vez por escuchar la letra de la canción y pensar al igual que yo que el destino es bastante raro, confuso y que siempre te pone a pruebas, al igual que nuestra relación.

http://www.youtube.com/watch?v=ak4YJjkdFRY

Hey dime a donde vas, y si sabes tu destino.

Hey donde dejaras tus sueños escondidos

Mira que la luna nos dejo

Iluminados bien de cerca

y a pesar de aquel adiós,

mi puerta siempre estuvo abierta

como antes..

Ayer caías en mi corazón,

y te escondiste en un rincón

del otro lado

Yo se que la vida nos dejo,

saber que nuestro amor

no esta acabado (no esta acabado)

Hey tu mirada dice estar arrepentida

Hey dime si es verdad, o es solo idea mía!

Di que no es locura ni obsesión

que no es capricho, simplemente

dile que lo sientes y que yo

nunca he dejado de quererte

como antes…

Ayer caías en mi corazón,

y te escondiste en un rincón

del otro lado

Yo se que la vida nos dejo,

saber que nuestro amor

no esta acabado

- ¿Tú crees que esa canción diga lo que yo quiero decirte sin precisar de mis palabras?

- No- mentí, lo sabia, sabia lo que ella quería decirme y lo vi en sus ojos al entrar en esa puerta, me seguía amando, pero no quería seguir lastimándola.

Se armo otra vez ese silencio, largo, demasiado largo, pero esta vez se me hizo incomodo, sus ojos me miraban con nostalgia, tal vez, mientras se mordía esos carnosos labios como si suplicara algo. Soy tan cobarde Sara, tan cobarde que no pude siquiera mirarte a los ojos en ese momento, enfrentarte y pedirte disculpas después de tanto dolor.

- Hablemos- dijo suspirando- ¿Necesitas mi ayuda?-

- Si- dije gacha, sin poder mirarla a los ojos- Tal vez pierda mi dignidad cuando te lo diga- dije sinceramente.

- Tu ya lo has perdido por esa mujer- dijo también sincera, con algo de asco en sus palabras-

- No se como decírtelo Sara y menos a ti, ¿Cómo puedo pedirte ayuda después de lo que te hice?-

- Tú sabes que te sigo amando y que siempre lo hare- dijo sosteniendo mi mano- Dímelo Amy, yo haría cualquier cosa por ti y lo sabes.

- Ali- dije sintiendo mi garganta seca- Ali… él, él quiiiiie-- dije sin poder terminar de articular

- El quiere que me acueste con él a cambio del video que salva a Emel- dijo dejándome con los ojos como platos, ¿Cómo puede ser que Sara lo supiera?-

- Cooomoo lo sabees- dije tartamudeando.

- Me lo ha dicho Mía- dijo pasiblemente-

- Bien ahora golpéame- dije cabizbaja llena de vergüenza

- Jamás lo haría- inmuto sonriendo- Y lo voy a hacer, te voy a ayudar- dijo sorprendiéndome una vez mas-

- ¿Queeee?, ¿Cómo?... ¿lo dices así de simple, así de fácil, sin gritarme, sin insultar a Emel?- grite.

- Yo ya lo sabia- dijo sosteniéndome de los hombros-

- Lo harás por ella.

- No por ella- dijo volviéndose seria- Por nosotras

- ¿Cómo no entiendo?- dije tensa al mirarla a los ojos, esos dos mares celeste no eran los de siempre, en ese momento no brillaban igual y sentí miedo, como si mi sexto sentido me dijera que algo andaba mal y que pagaría muy caro el precio de esto.

- Amy, quiero que sepas que lo voy a hacer, pero solo con una condición- dijo dejándome pasmada.

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