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domingo, 24 de abril de 2011

Francesca I

Francesca I

“Fue el destino”

Primero que nada tengo que presentarme, mi nombre es Alegra, soy Argentina, pero resido en Francia desde los quince años.

Mi papá era Ingeniero petrolero, la empresa en la que trabajaba lo traslado acá, al principio vino el solo, viniendo y yendo hasta que al fin tomaron la decisión de mudarnos todos juntos para Paris.

Después de unos años de seguir trabajando en la misma empresa petrolera que le otorgaba un muy buen sueldo, con sus ahorros hizo una tienda de repuestos de autos. En poco tiempo le fue bien y con eso hizo autoservicios y de los autoservicios, cadenas de restaurantes. El viejo (así le digo de cariño) se había hecho mucha plata en pocos años, pero eso tiene que ver con la suerte también, mas que todo.

Mis dos hermanos Ricardo de veintisiete años ahora y Manuel de veinticinco se hicieron cargo de los negocios familiares, mi padre esperaba a que hiciera lo mismo, pero yo fui la rebelde de la casa y seguí un rumbo diferente me metí en la política, mi pasión.

Al principio me había metido en la política por mis ideales de un mundo mejor, de paz, etc. Pero con el tiempo el poder y el dinero borraron en mí esa mente, me di cuenta que en ese mundo aunque haya gente honesta, hay gente muy poderosa que controla todo y no se puede ir encontra de muchas cosas. Claro que hubo mucha euforia en casa, por el rumbo que tome, tenia todo para triunfar y me había metido en un mundo de pesos pesados.

Trate de hacer bien las cosas, de seguir mis ideales y no dejarme colmear, pero las constantes amenazas me hicieron cambiar mis estrategias.

El primer año en la facultad de derechos fue difícil, aunque me gustaba muchísimo mis padres no lo aceptaban, hasta que después de unos años mas lo terminaron aceptando.

No termine la facultad, no lo necesite, tenia los conocimientos y los contactos necesarios para poder trabajar.

A mis diecinueve años trabajaba para el gobernador o alcalde de Paris; no me fue muy difícil llegar ahí ya que era el padre de mi novia.

Al principio cuando la conocí no sabia quien era ella, no vayan a creer que la conquiste para llegar allí, simplemente se dio, y para mi suerte ella era la hija de Daniel Bonnet.

Obviamente que en un principio no era satisfactorio para mi estar saliendo con la hija del señor Bonnet ya que me podría cerrar las puertas como él quisiera, pero para mi sorpresa e incluso para sorpresa de Chloé, el acepto nuestra relación.

Al principio me miraba por encima del hombro, siempre altanero y malhumorado así se mostraba ante mí, hasta que después de un año de relación, se dio la oportunidad de conocerme mejor y hasta nos encariñamos mucho los dos.

Así fue que el me propuso dejar la universidad y meterme en su partido político.

Todo iba bien, toda mi vida era perfecta, de ensueño: tenía una novia hermosa y delicada, aunque un tanto “fresa”, una posición en la política que iba creciendo, una familia que me apoyaba. Hasta que apareció ella para volcar por completo todo mi mundo de rosas.

Todavía recuerdo como si fuera ayer ese día.

Era el primero de junio en pleno verano.

Chloé yacía desnuda abrazándome en nuestro nidito de amor, cuando mi celular suena repetitivamente.

- Amor- decía ella con los ojos entreabiertos, entregándome el móvil.

- Quien será el pesado a esta hora- dije quejosa.

Mire el móvil y me encontré con el nombre de mi suegro.

- Hola Papá- (le decía así de cariño)

- El tuyo o el mío- decía mi novia levantándose de la cama.

Le hice una señal de que era Don Bonnet.

- Hija- dijo el con voz amable, mientras yo miraba el cuerpo despampanante de mi novia. Era una mujer hermosa si que lo era, de cabellos rubios largos, piel bronceada trigueña y ojos claros.

- Si- dije indagando que necesitaba.

- Perdón por despertarte tan temprano pero necesito pedirte un favor, podrías pasar por la oficina mas tarde-

- Claro- dijo con desgano. Hasta que colgó.

Me fui al baño a asearme cuando mi novia me pregunto que era lo que quería su padre.

- No lo se- dije mientras me cepillaba.

Ella se hizo a mi lado para cepillarse los dientes también, parecíamos una pareja de casados, aunque no vivíamos juntas, pasábamos casi todas las noches juntas. Hacia ya años que estábamos juntas, tres para ser exactos, y todavía nos amábamos como la primera vez que nos vimos.

Desayunamos en una cafetería que quedaba frente al Loft, a Chloé la tuve que dejar en la empresa que su padre le había fundado, Chloé además de ser modelo era diseñadora, aunque recién comenzaba, sus diseños estaban teniendo gran repercusión en Paris.

Me dirigí a la oficina de su padre, después de dejarla en su empresa.

Todo estaba como siempre, algunos trabajando mientras otros miraban el techo, pase unos largos corredores hasta que entre a la oficina que tenia una gran placa en la puerta “Daniel Bonnet”, recuerdo el primer día en que lo visite con Chloé como su amiga, me intimidaba demasiado su mirada y me producía muchísimos nervios. Creo que los nervios ya pasaron, pero lo que todavía queda es su mirada intimidante, tal vez por eso es tan importante en este mundo de la política, tiene seguridad en su mirada, en sus gestos y mucho más en sus palabras.

- Hola hija- dijo mientras estaba hablando por teléfono invitándome a sentarme en una de las sillas. Espere unos minutos hasta que terminara de hablar por teléfono para que me dijera para que me necesitaba- Hija necesito un gran favor.

- Si dígame- dije amablemente.

- Necesito que busques en el aeropuerto ahora a las 10 am a la hermanita de Chloé-

- Pero padre porque no le dijo a Chloé también que la buscábamos las dos- dije sin entender nada- Ella le debe extrañar mucho a su hermana.

- Créeme que nadie la extraña- dijo confesándome esto con rostro gracioso- Francesca es una chica un tanto rara- dijo cuidadosamente- Tu sabes que este año me postulare como presidente-

- Así es- dije pasiblemente.

- Bueno, tu cuñada- tomo una pausa y siguió hablando- Es un tanto rebelde, muy salvaje- al decir esto lo miraba con el seño fruncido sin entender aun que tenia yo que ver con esto- Es por eso que la mandamos a un internado en Estados Unidos, quiso poner un molotov en un auto!- dijo esto graciosamente- Bueno en fin hablando enserio, necesito que la cuides- a esta frase lo mire aun mas extrañada- Ahora por la campaña electoral, por lo menos por los dos meses en que ella este de vacaciones, no se si la pueda controlar-

- ¿Suegro que le hace creer que yo si?-

- Tu tienes algo que tranquiliza hasta las fieras mas pesadas- dijo serenamente- Recuerdas en la cumbre de Normandía, cuando el ministro de economía se puso pesado- dijo recordándome ese día- Y no creas que no te observo todos los días, Alegra, tienes muchísimo potencial y tu palabra es casi sagrada en estas paredes-

- Pero ellos son políticos y viejos, esa niña es una adolescente y además no la conozco.

- Hija, un esfuerzo por mi, sabes que en unos meses si las encuestan van positivamente seré presidente y te voy a designar como la encargada de las relaciones exteriores de Francia, ¡a los veintitrés años!

- ¿Esta bien que debo hacer?- dije suspirando profundamente.

- Necesito que la controles, que cuides que no haga ninguna de sus “rebeldías”, no pido que cambies su forma de ser porque es imposible, pero cuida que no haga una locura, puede volar mi cabeza y mi imagen si Francesca hace una de sus locuras.

- Está bien- dije resignada. Él había hecho bastante por mí y era hora de que yo le pagara un poco sus buenos gestos.

Estuvimos hablando de las campañas, de los discursos hasta que mi reloj toco las diez y me fui al Aeropuerto de París-Charles de Gaulle que según mi suegro allí estaría la niña.

La verdad Chloé nunca me hablaba casi de ella, es mas creo que en toda mi vida había escuchado dos o tres veces su nombre, según Chloé era tan rebelde que a los catorce años le mandaron a un internado exclusivamente de chicas en Estados Unidos, entre ellas no tenían muy buena relación y a Francesca la conocía solo por fotos, obviamente que era re pequeña en las fotos y no tenia ninguna idea con quien me iba a encontrar en ese aeropuerto.

Llegue como a las 9:45 am, y me quede sentada en una de las bancas mientras un bullicio de gente caminaba y hablaba sin descanso.

Cuando el reloj gigante del aeropuerto tocaba a las 9:55 salé rápidamente con el cartel y su nombre a esperarla en el transbordo.

Espere ahí como quince minutos y no vi a nadie acercarse al parecer el avión venia con retraso.

Miraba alrededor a la gente esperando al igual que yo hasta que escuche mi celular sonar.

- Hola mi amor- dije reconociendo su nombre en la pantalla.

- Hola ya me conto papá ¿ya la recogiste?- dijo Chloé con su tonada parisina tan sexi.

- No, todavía no llega, dime como es para reconocerla- dije pasiblemente mientras miraba a mi alrededor.

- Mmm supongo que ahora es alta, rubia, de ojos claros o verdes como yo- dijo graciosa.

Seguimos hablando de cosas triviales hasta que vi a una muchacha rubia y de ojos claros acercarse rápidamente camine entre el bullicio de gente chocando con algunos que otros.

- Amor voy a colgar creo que ya la vi y hay mucha gente- dije colgando el celular

- Suerte- dijo mandándome un beso.

Sin darme cuenta de lo nerviosa que me ponía estar entre tanta densidad de personas me choque y caí encima de alguien.

- ¿Qué en este país no pueden ser mas pasibles?- dijo quejosa una chica con tonada parisina-

- Disculpa- dije tratando de levantarme sin perder de vista mi objetivo pero la perdí de vista.

- Mira donde caminas idiota- dijo esta mas enojada, y ante mi enojo por haber perdido de vista a Francesca y esta que no aceptaba mi disculpa termine enojándome yo

- Ya te pedí disculpas- dije fastidiada a tiempo que me incorporaba para mirarla.

Me quede embobada unos segundos, sin poder reaccionar. Es que simplemente era ¡Bellísima!, de cabello marrón claro o castaño claro, ojos verdes, rostro con fracciones delicadísimas y una piel trigueña y perfecta como una porcelana.

Ella hablaba pero yo seguía embobada con su rostro, hasta que dijo algo que llegue a entender y reaccione.

- ¡Oye, oye! – dijo chasqueando divertida los dedos en mi rostro- Yo soy la chica del cartel

- ¿Qué cartel?- dije embobada mirando sus labios carnosos.

- El que tienes en la mano rara- dijo riendo.

- Ha si perdona, tengo que buscar a esa chica- dije volteándome a buscarla otra vez.

- ¡Que soy yo mujer!- dijo casi gritando

- ¿Qué?- dije en un grito que casi todo el aeropuerto escucho..

- Yo soy Francesca Bonnet- dijo riéndose en mi cara. ¿Pero porque no se parecía a Chloé?, ella era sumamente mas hermosa que su hermana.

- ¿Vos sos Franchesca?- dije sorprendida aun

- Si soy yo y es Francesca no Franchesca- dijo corrigiendo mi pronunciación.

- Disculpa- dije ayudándola a recoger sus bolsos.

- ¿Quién te dijo que iré contigo?- dijo deteniendo mis movimientos.

- Tu papá- dije sin tomarle importancia a sus palabras y recogiendo los bolsos- Ayúdame-

Ella en un suspiro me ayudo a recoger todos los bolsos y ponerlos en el baúl del BMW.

Subimos al auto y ella se subió conmigo en el copiloto, ahora si que me sentía nerviosa sin saber porque, casi nunca me siento nerviosa con la gente.

Salimos después de unos minutos del aparcadero, mientras ella solo se disponía a mirar a la ventanilla. Era hermosa, mas que hermosa, era la mujer mas hermosa que habían visto mis ojos.

Encendí el equipo de música mientras sonaba Taylor Swift mi artista favorita, sonaba la canción Teardrops On My Guitar, una de mis canciones favoritas, aunque todas las canciones de Taylor me encantaban, era como una relajación para mis sentidos escucharla.

- ¿Quién es esa artista?- dijo rompiendo el silencio

- ¿Taylor Swift nunca la escuchaste es muy conocida?- dije serenamente

- No me gusta la música fresa- dijo desinhibida

- ¿Qué clase te gustan?-

- El Metal o la electrónica-

- Puro ruido- dije serenamente

- Mejor que esta música de sentimentales- dijo seriamente.

- Muy bien- dije secamente. Mientras un silencio incomodo se incorporaba entre las dos.

Sin pedirme permiso le cambio la música y coloco un pen drive que saco de su bolso, me gustaba su estilo, muy desinhibido como ella, remera de modal larga y un chal que lo usaba como bufanda cruzado en el cuello, bermuda de vestir y sandalias romanas.

Puso una música de puro ruido horrible, que solo gritaban… ¡Lo que tendré que soportar!, dije en mi mente.

- ¿Y tu trabajas para mi padre?- dijo esta vez mas serena.

- Aja- dije mostrando molestia por la música.

- Eres muy joven- dijo examinándome con la mirada algo que me puso muy incomoda- ¿Quieres?- dijo mostrándome el paquete de cigarrillos.

- No fumo- dijo mostrándome indignada, ¿Qué edad tenia?- ¿Qué edad tienes, puedes fumar?.

- Tengo diecisiete- dijo largando el humo del cigarrillo

- Soy alérgica al cigarrillo y tú eres muy joven para fumar, te pido por favor que lo tires- dije serenamente.

- ¿Y si no quiero?- dijo frunciendo el seño y retándome.

- Te dejo varada aquí- dije decidida.

- Hazlo y mi padre te despide- dijo con voz retadora.

- No lo haría- dije mostrando su misma faceta retadora.

- ¿Por qué estas tan segura de ello?

- Porque soy la novia de la hija- dije mientras miraba con placer su rostro sorprendido

- Claro y yo me chupo los cinco dedos- dijo riendo- Buen chiste chica, sigue soñando que todavía no han volado los cerdos-

- No es un chiste- me voltee para verla seriamente- Soy tu cuñada-

- ¡¿Qué?!-dijo con la boca semiabierta- ¡Chloé gay no lo creo!, sigue soñándolo.

- ¿Cuánto quieres apostar?- dije riendo ante su asombro.

- Dejo de fumar ante tu presencia y saco esta música- dijo eufórica.

Marque al número de Chloé desde el auto y lo puse en altavoz para que Francesca lo escuchara.

- ¿Hola mi amor ya la recogiste?- dijo Chloé desde el teléfono.

- Si aja acá la tengo, saluda a tu hermana Francesca.

- Hola- dijo secamente.

- Hola pequeña, después pasan por mi para ir a almorzar, papá dijo que tenia que viajar a Berlín por algo de ultimo momento.

- Si.-

Colgué el celular mientras muerta de la risa examinaba su rostro casi descompuesto, tenia la mirada en sus sandalias y su rostro rojo.

- Te gane ahora tira esa mierda que aspiras- dije mientras le palpaba la cabeza como a una niña. Ella sin objeción lanzo el cigarrillo en la ventanilla, mientras se giraba a examinarme otra vez.

- Pero como, esa fresa, esa idiota- dijo sin salir de su asombro repitiendo palabras incoherentes.

- ¿Ustedes no tienen muy buena relación no?-

- No tenemos relación- dijo mirando la ventanilla- Ella y yo somos personas completamente distintas.

- Así es- dije pasiblemente- Chloé era amable, tranquila y muy coqueta y Francesca al parecer todo lo opuesto a ella.

- ¿Y hace cuanto que están?- dijo con cierto interés-

- Tres años.

- Jamás pensé que mi hermana estaría con una mujer, digo en su vida pareciera todo calculado, ella es tan perfecta, tan delicada.

- Cuando la vi tampoco lo creía- dije dándole la razón.

Mirando otra vez el camino recordé en un flash back como la conocí.

Fue en el restaurant de mi familia, yo estaba sentada en la barra cuando ella apareció por la entrada del restaurant, nos quedamos mirándonos hechizadas unos segundos, yo sin poder sacar mis ojos de los suyos, ella estaba acompañada de un hombre muy apuesto, esa noche recuerdo claramente su ropa su cabello, tenia un vestido muy elegante blanco y el cabello recogido, su sonrisa desde ese momento me hechizo.

No podía acercarme a ella ni invitarle un trago, ella estaba acompañada. Al tiempo se fue, dejándome con un gusto amargo en la boca y mi corazón agitado buscando toda la noche su mirada que a veces se encontraba con la mía.

Todos los días después de salir de la facultad iba al restaurant con la esperanza de volver a verla.

No volvió al siguiente día, ni al siguiente. Sino que lo hizo tres días después, pero esta vez acompañada de sus amigas.

Otra vez nuestras miradas se encontraron, ella me miraba y disimulaba a la vez interés en la charla de sus amigas. Reconocí a una de ellas, con la que ya había estado; fue la excusa perfecta para acercarme a ella. En cuanto ella me diviso en la barra se acerco a saludarme.

- Ale- dijo acercándose a mi para sorpresa de Chloé en ese momento

- Hola- dije saludándola con un beso en la mejilla-

- ¿Te toco trabajar hoy?-

- No, simplemente estaba aburrida- mentí

Hablábamos unos minutos de trivialidades hasta que logre lo que tanto quería, me presento a sus amigas, me presento a ella.

Desde el primer momento en que sentí el tacto suave de su piel me embrujo. La atracción entre nosotras era indudable.

Esa noche fui a bailar con ella y sus amigas, intercambiamos números y a las semanas nos habíamos hecho muy amigas.

Pasaron varios meses para que sucediera lo irremediable. Yo desde el día en que la conocí había cambiado por completo, no solo había dejado mis escarceos amorosos sino que también no podía ver mas haya de sus ojos.

Fue una noche de invierno, cuando le dejaba en su mansión, ella me despidió tímidamente con un beso en la mejillas. Sentí su aliento tan cerca de mi que creí desfallecer, su perfume inundarme los sentidos y no lo pude evitar no pude hacerlo, la bese con frenesí, pensé que no me correspondía pero ella también me besaba de la misma forma, como si necesitaba desesperadamente de mi.

Me separé un instante de ella y juntando su rostro con mis manos le dije esas palabras que jamás había pronunciado “te amo” una declaración de amor irremediable. Ella tomo mis manos e hizo que mis ojos se posaran en sus dos mares.

- “¿Por qué tardaste tanto? yo también te amo”

Todavía recuerdo como si fuera ayer sus palabras y el manojo de sensaciones que produjeron en mí.

- Ei ei ei- decía otra vez la latosa de mi cuñada- Tierra llamando a rara.

- Eh sii- dije incorporándome para verla.

- ¿Qué a donde me llevas?- dijo levantando graciosamente una ceja.

- ¿Quieres que vayamos a buscar a tu hermana y después vallamos a almorzar?

- Si no me queda de otra- dijo secamente.

- ¿Y bien este es tu último año en el colegio? Pregunte tratando de sacarle conversación.

- No, me queda un año- dijo desinteresada.

- ¿Y que piensas seguir? Dije alegremente.

- Cualquier cosa menos política-

- ¿No te gusta la política?-

- Odio la política y a los políticos- dijo con tono resentido.

- ¿Entonces me odias a mi?- dije poniendo cara de niña enojada.

- A todos- dijo fuerte y claro- Son todos la misma mierda, ladrones y mentirosos, la lacras del mundo.

- Cuanto odio llevas dentro nena- dije sin poder disimular mi disgusto.

- Pues me vale, soy así- dijo sin apartar sus ojos del camino.

¿Cómo puede ser una mujer con rostro tan angelical y dulce ser tan salvaje?

Pase los quince minutos más largos de toda mi vida hasta que al fin llegamos a la agencia de Chloé

Al salir del auto lo primero que hizo fue encender un cigarrillo.

- Hola pequeña decía eufórica Chloé.

- Hola- dijo Francesca secamente sin corresponder al abrazo de Chloé.

- Hola mi amor- se acerco a mí para darme un pequeño y corto beso en los labios.

- ¿Quieres entrar para que te de ropa para cambiarte?- pregunto Chloé a su hermanita.

- Estoy bien así- dijo desinhibida.

- Hueles a humo y a colonia con sudor- dijo Chloé frunciendo el ceño.

- Tradición francesa- inmuto Francesca mientras lanzaba la colilla del cigarrillo y yo no podía contener mi risa.

- ¿Bueno que haremos?- dijo Chloé mientras me abrazaba.

- Tenia pensado llevarlas a almorzar al restaurant de papá- dije dándole un beso en la frente.

- Ver para creer- nos interrumpió Francesca- ¿Quién eres y que hiciste con la mente estrecha del seso hueco de mi hermana?-

- Ahora soy open mind- dijo entre risas mientras me daba pequeños picos.

- Como sea, yo me largo, mis amigos me esperan- dijo haciendo un ademan en las manos mientras caminaba hacia otra dirección.

Cuando Francesca estaba por irse, solté suavemente a Chloé y sujete su brazo. Sentí como la sangre fluía por todo mi cuerpo y mi corazón bombardeaba a más de cien pulsaciones por minutos. Se volteo y pude observar otra vez la rudeza de su mirada, la frialdad de sus ojos verdes. La solté de inmediato.

- Dije que iba a llevarlas a almorzar- dije en un tono tan suave que parecía suplica. Nunca jamás nadie había perturbado de esa forma mi seguridad.

Ella después de de soltar un sonoro suspiro se giro y se volvió a subir al auto.

- Esperen voy a buscar mi bolso- dijo Chloé mientras que salía trotando dificultosamente por los tacos que tenia puesto.

Esperamos cinco minutos en silencio, yo aun perturbada por la sensación de hace un momento y ella seguramente disfrutaba mas del silencio que de las palabras.

Las lleve a uno de los restaurantes de mi familia.

Chloé como siempre alegre y haciendo comentarios sin sentidos, mientras Francesca se mantenía desinteresada y rígida ante todo.

Ya en el auto me dispuse a dejarlas en su casa, intentaría bajar un poco las murallas de su personalidad.

- ¿Y que te pareció la comida?- Pregunto Chloé

- Rica aunque no me gusto el lugar.

- Como no, es uno de los restaurantes mas famosos de Paris además es de la familia de Alegra-

- Es por eso, hay mucha gente como tu- dijo Francesca altanera tratando de vacilar a su hermana.

- Y a los indios al parecer tendríamos que haberlos dejado encerrados- dijo Chloé fastidiada.

- Paren por favor- al parecer no se llevaban para nada bien y no culpo a mi novia con la hermana insoportable que tiene.

Las deje en su casa y ya en mi departamento, todavía no entendía como me había metido en esa enredadera.

Los días pasaron y no supe mucho de Francesca, la veía con sus amigos hippies sucios solo cuando iba a visitar o a buscar a Chloé, a veces ni la veía porque no aparecía en su casa.

Cuando el gobernador volvió de Berlín, me mando a llamar, ya sabia de entre manos de que se trataba, en vano fue rogarle que no, que no podía, que no quería, que había mas personas, en fin le debía muchos favores y se lo tenia que pagar, tal vez fue la peor decisión de mi vida, pero debía afrontarlo, debía ser “niñera” las veinticuatro horas del día, debía seguirla de días y noche, por lo menos hasta que volviera a Estados Unidos

“serán solo dos meses, solo dos meses”- me repetía todas las noches.

Al principio parecía una tarea fácil, Francesca parecía cualquier adolescente punk, fumaba escuchaba metal, andaba con sucios, aunque lo único que le faltaba era usar ropa negra, pero ella vestía ropa normal. No entendía eso.

Hasta que una noche la seguí como estaba planeado, tenía que ser su sombra, ese era mi trabajo.

Era en una de esas fiestas playa llena de adolescentes eufóricos; todo iba bien, ella bailaba, tomaba normalmente, hasta que unos chicos se acercaron y le entregaron un pequeño paquetito, rápido tan rápido que nadie se percato la maniobra, ella le entrego dinero a cambio, todo esto me olía muy mal. Se fue junto con sus dos amigos a un lugar más privado, detrás de un árbol y pude ver allí que lo que tenia era droga, cocaína para ser exacta.

Sin dudarlo me acerque al lugar y cuando estaba por inspirarlo la tome con fuerza hacia mí, cayéndose la droga de su mano.

- ¿Estúpida que haces?- gritaba tratando de zafarse de mis brazos.

- Ustedes no se acerquen o llamo a la policía- lo dije de una manera segura y firme mientras la cargaba hacia el auto.

Sentí tanta rabia en ese momento, mi rostro estaba rojo a punto de estallar ¿Cómo podía hacer algo tan estúpido?

La subí al auto y puse el seguro para que no intentara zafarse.

- ¿Qué diablo haces?- dijo muerta de la rabia.

- Salvándote de la perdición, ¿es qué ya lo habías probado?- dije poniendo en marcha el auto.

- ¿Quién te pido el favor?- dijo con el rostro rojo de la rabia.

- Contesta mi pregunta.

- ¿Quién te pidió el favor?- volvió a repetir las mismas palabras con rostro desafiante.

- Tu papá- le grite en el rostro con la cara a estallar de la rabia que sentía- Y ahora mismo lo voy a llamar.

- Hazlo- dijo retándome con sus hermosas esmeraldas.

- Eso te gusta- entendí su juego- Te gusta ser el centro de atención- dije guardando mi celular.

- ¿Y a ti que te importa?- me grito tan fuerte que me dolío la ferocidad con la que lo hizo.

- Si me importa- sabia que en este juego tenia que tenerla a favor y usar la cabeza, la psicología, ya entiendo porque mi suegro me pidió el favor, ¡yo sabia utilizar a mi favor la psicología de la gente!- Aunque no lo creas si me importas- dije casi en un murmullo.

Su mirada esa noche fue mi perdición, era una mezcla de dulzura y suplica, ya no era la mirada dura y fría de siempre, esta era otra Francesca, tal vez la verdadera la que era tan frágil por dentro.

- Entonces déjame aquí- señalo la playa, sus ojos volvieron a ser fríos- Nadie te dio permiso para meterte en mi vida.

- Bien- dije frenando bruscamente el auto- ¡Ven y aspírate toda la cocaína de esa fiesta hasta que quedes tonta y te salga sangre por la nariz y si no te alcanza consume crack así mueres más rápido si crees que esa es la salida para tus problemas- no medí mis palabras, la rabia hablo por mi en ese momento.

Espere cinco minutos y ella no bajaba, pero tampoco me miraba no podía examinar sus gestos ya que tenia el rostro pegado en la ventanilla viendo como unos tantos chicos pasaban con tragos en la mano. Sus brazos estaban cruzados y hubiese jurado que ella estaba a punto de sollozar.

Arranque el auto otra vez y todo el camino fue en silencio, maneje sin rumbo, hasta que por fin hablo.

- ¿Cuánto te pago Bonnet?.

- ¿Tu papá?, nada aunque no lo creas me importas- mentí pero algo era seguro ella me importaba aunque sea un poquitito.

- ¿Y cuanto tiempo me vigilaras?-

- ¿Cómo es eso?- me hice la tonta

- No te hagas, no eres la primera persona que mi padre contrata para seguirme-

- Tienes muchos admiradores entonces- dije guiñándole un ojo.

- Ninguna persona logro cambiarme o que dejara de hacer lo que yo quisiese y no vas a ser la excepción.

- Te propongo algo- dije inmutando una sonrisa- Vamos a relajar las cosas, nos vamos a tomar algo, a algún bar, al parque a donde quieras y después si quieres te llevo a tu casa-

- Mejor llévame a casa- dijo serenamente

- ¿Quién me garantiza que no estarás en la playa consumiendo esa sustancia peligrosa? ¡Ni Ahí!- inmute con una dulce sonrisa

- Pues tendrás que confiar en esta vida nada es garantizado.

- Confía en mi entonces- dije palpándole el hombro.

La lleve al parque. Aparcamos el auto cerca de la peatonal y nos dirigimos a un puesto de “hot dogs” a esa hora Paris seguía iluminado, pero sin la densidad de personas de siempre.

Mientras esperaba los hot dogs, la miraba a ella, no era más que una niña indefensa jugando a ser ruda a tenerlo todo claro y esa noche lo pude comprobar. Algo muy fuerte le habrá pasado en el pasado para que tenga tanta rabia contenida, fue lo que pensé para mis adentros.

Le entregue su hot dog mientras me sentaba a su lado, había puro silencio entre ella y yo. Mientras yo miraba al cielo, ella parecía estar sumergida en sus pensamientos.

- ¿Qué es lo que tanto te molesta?- dije pasiblemente.

- La vida- contesto suspirando.

- A tu edad siempre vas a encontrar obstáculos pero amargarte no es la solución a nada- dije serenamente.

- Tu no entiendes- dijo suspirando.

- Si que entiendo- dije tajante- ¿Te gusta estar encerrada en un internado, dime te gusta estar lejos de lo que te gusta?

- No- dijo agachando la cabeza. Estaba vulnerable, sensible, como nunca la había visto desde la primera vez que nos conocimos y me encanto, sentí tanta ternura, sentía que debía protegerla porque ella aunque parecía ruda y fuerte no era más que una niña indefensa.

- Esa actitud no te va a sacar de ahí- impulsivamente tome su mano.

- Eso a nadie le importa- dijo denotando un cierto nerviosismo de su voz, pero para mi sorpresa no quito su mano.

- Hay gente que si le importas- dije acariciando su mano.

Ella no dijo nada, simplemente quito su mano y agacho su rostro.

Nos quedamos en silencio unos quince minutos, esta vez el silencio no era molesto, el silencio era armonioso.

La lleve a su casa y espere a que entrara al portón. Ella me saludo desde lejos con un ademan en la mano y yo me retire confiando en ella.

Tenia un sentimiento raro en el cuerpo, era una mezcla de emoción y alegría, un estremecimiento en el estomago que me hacia sonreír sin entender por qué.

Ya en mi Loft me cambie de ropa mientras veía la silueta de Chloé en mi cama. Tenía algo parecido a Francesca, su sonrisa, su nariz perfecta y la forma de los ojos eran iguales. Pero en personalidad eran completamente distintas.

Le di un beso y ella despertó al instante.

- Mi amor- dijo con voz cantarina y dulce. Me beso dulcemente hasta que el beso se torno apasionado- ¿Tienes ganas mi amor?- me dijo sensualmente, y yo como respuesta me apodere de su cuello.

Mientras ella me sacaba la camisa larga yo le besaba los hombros, cuando termino de sacarme la camisa yo me apodere de sus senos. Le pase la lengua a su pezón izquierdo, se arqueo de inmediato al sentir el contacto de mi lengua caliente chupando su pezón, repetí la misma acción con la otra. Ella se dedicaba a acariciar mi cabeza y gemir mientras mi boca mamaba de sus pechos.

Descendí rápidamente dejando rastros de saliva por sus costillas, bese con dulzura su abdomen y empecé a darle pequeños chupones a su entrepierna.

- Mmmm no pares mi amor por favor- dijo entre susurros- Cógeme, haceme tuya.

No tubo que pedirme mas de dos veces hasta que me apodere de su vagina, primero con pequeños lengüetazos a tiempo que chupaba su clítoris hinchadísimo.

- Ahii me corro- gemía sin cesar presionando mi cabeza en su intimidad.

Quise hacerla sufrir más tiempo, le pase de forma lenta la puntita de la lengua en toda su intimidad, sabia que eso la enloquecería, que la llevaría a la desesperación.

- Alegra por favor- decía entre gemidos.

- ¿Por favor que?- dije oliendo su intimidad.

- Ya sabes- me dijo sin animarse a decirlo

- ¿Que se que?- dije dándoles pequeños besos.

- Haceme correr por favor.

Entre risas se lo chupe tan rápido que se corrió en mi boca, salieron grandes cantidades de flujos de su intimidad que los bebí gustosamente.

Subí a besarla entre pequeñas risitas. Mientras ella recuperaba la respiración, yo la acariciaba contemplándola, era hermosa, perfecta aun sudada y despeinada era la mas hermosa de todas para mi.

- Ahora veraz- me dijo pícaramente.

Se puso encima de mí y comenzó a moverse rítmicamente, acariciando mi vagina con la suya. El placer de sentir ese órgano tan sensible, calientito y mojado moverse encima del mío que estaba empapado me hizo correrme después de varios minutos debajo de ella.

A la mañana siguiente como ya era acostumbrado en mí, me levante por el pitillo de mi celular, tenia como quince llamadas perdidas y todas de mi suegro. Le devolví la llamada extrañada de sus necesidades.

- ¿Hola Papá que pasa?- dije con voz de recién levantada.

- Alegra, Francesca- dijo con todo desesperado.

- ¿Qué pasa con Francesca ahora?- dije inmutando un enorme suspiro.

- Se fue de la casa- dijo mas alterado que hacia segundos.

- ¿Cómo?- dije casi con la misma alteración que el.

- Si, se fue no dejo indicio de a donde se fue.

- ¿Donde esta ahora?

- Yo o ella

- Usted padre-

- En mi casa.

- Ya voy para allá- dije colgando el teléfono, mientras desesperada hurgaba en mi closet algo para ponerme.

Francesca:

El sol caliente me despierta de mi sueño. Tuve un sueño raro, como tantas veces la imagen de mi mamá apareció en mis sueños, ella estaba parada en un desierto campo verde con muchas flores del campo como a ella le encantaban, me esperabas con los brazos abiertos mientras yo corría desesperada hacia ella.

- Mi chiquita Francesca, ya eres toda una mujer, estas grandísima- dijo mientras me estrechaba a su pecho.

- Mamá, mamá, te amo- fue lo único que pude decir envueltas en lagrimas.

- Yo también te amo mi amor-

- Te extraño todos los días de mi vida, a cada segundo- le confesé mientras ella secaba mis lagrimas.

- Debes ser fuerte mi chiquita, debes seguir adelante-

Tomo con sus manos mi rostro, tratando de decirme con su mirada tierna que parada de llorar. Cuando estuve a punto de hablar ella se adelanto.

- Jamás reniegues del amor mi pequeña, el amor cura las heridas mas profundas de aquí- dijo colocando una mano en mi pecho.

Y cuando estaba a punto de preguntarle que me trataba de decir el aviso de la azafata me levanto.

Hace como cuatro años que no vuelvo a Paris, mi padre dos años después de que mi madre muriera, me envió a un internado en Estados Unidos por mi comportamiento. Ese internado se asemeja mas a una cárcel que a una escuela, es horrible y no aguanto para nada a los norteamericanos, siempre con su dilema de grandeza, mientras son la estupidez en persona. Pero no me puedo quejar yo me busque todo eso, cuando me puse encontra de la campaña de mi padre a gobernador, haciendo una revolución a favor de la mariguana, en realidad ni me gusta la mariguana, pero lo hice para crearle mala imagen a él, lo odio, me causa tanta repugnancia, porque si no fuera por él mi madre hoy todavía estaría conmigo, ya que la mataron por su culpa.

Desde ese día, que vi como torturaron a mi madre en mi rostro, como la mataron en mis propios ojos, no he podido ser la misma; es que simplemente tenía doce años en aquel entonces, y fue un golpe muy duro para mí.

No quería volver a Paris, no quería hacerlo, no soportaba ver a mi padre y con mi hermana no tenia ninguna relación, apenas nos dirigíamos la palabra.

Pero prefería mil veces estar en cualquier lugar que estar encerradas con esas monjas en ese internado infernal.

Descendí del avión mientras una muchedumbre pasaba cerca de mí.

Estuve varios minutos buscando un cartel con mi nombre hasta que harta de esperar decidida me fui a buscar un taxi.

Sin darme cuenta por el bullicio de gente caí en el piso debajo de una desconocida.

Además de la rabia por la cantidad de gente y el calor que hacia me tuve que chocar con una inútil que no sabe caminar como gente.

Me pidió disculpas, pero sin mirarme al rostro como si estuviera buscando a alguien con la mirada algo que me enojo demasiado. No tuve reparo en mostrar mi enojo cuando por primera veía su rostro. Era preciosa, si bien nada fuera de lo común pero si era muy hermosa.

Sus ojos eran negros como sus cabellos, su piel era trigueña, rosando lo bronceado, aunque un tanto raro ya que era tirando a anaranjado en fin, tenía una piel fenomenal.

Pero lo que mas me encanto de ella fue su mirada desde el principio me distrajo, era tan profunda, inquietante.

Me dio mucha gracia y sorpresa que ella fuera la que me tenía que buscar y no supiera siquiera quien era.

Después de una pequeña discusión me “obligo” a subir a su auto para ser empleada de mi padre tenia un auto demasiado lujoso.

Seguramente no seria más que una política más del partido de mi papá. Odio a los políticos, me dan mucha rabia. Ellos son las ratas del mundo, los ladrones, los que prometen un millón de cosas y jamás cumplen, los que lo único que les importan es llenar sus bolsillos, así como mi padre, que cuando le dijeron que se detuviera el siguió enceguecido por el poder y por ello se llevo la vida de mi madre.

Pensé que esta chica me iba a caer bien, pero no es mas que otra altanera mas, con esa sonrisa soberbia que tiene al lograr lo que quiere, no es mas que eso.

Me sorprendió el hecho de que ella era en realidad mi cuñada, mas por mi hermana, jamás en mi vida me hubiese imaginado que le gustaban las mujeres, y seguramente para ella fue todo un trauma, miss perfección en todo, delicada y dulce se enamoraba de una mujer, me imagino las noches que lo tuvo que reprimírselo muchas noches para poder aceptarlo.

Con Chloé jamás he tenido una buena relación, ella cambio y yo también lo hice, somos tan diferentes que no podemos entablar mas de tres palabras sin comenzar a discutir.

Mi cuñada, me llevo a la agencia de Chloé que me saludo con toda una voz de alegría y una sonrisa falsa, para disimular frente a su novia seguramente, pero no perdió tiempo para criticar mi apariencia, “disimuladamente” porque si no me diría “anda a bañarte que estas horrenda”.

Alegra que así se llama mi cuñadita, nos llevo a cenar a su restaurante, antes de eso sucedió algo muy extraño.

Cuando estaba a punto de escaparme de ella para no mirar sus escenitas románticas que más que darme ternura me daban ganas de vomitar. Cuando estaba a punto de irme, siento la suavidad y dureza de una mano impedírmelo, al girarme me encuentro con su mirada tan profunda, tan intensa que me hace quedarme en trance unos segundos. Sin darme cuenta por qué la había obedecido, algo que jamás haría con otra persona.

El almuerzo fue sumamente aburrido, odio esos lugares rodeada de gente de clase, son tan falsos y materialistas, no generalizo pero la mayoría es así. En el transcurso de todo el tiempo, no le sacaba la mirada a Alegra, no por gusto sino por exanimación, parecía ser una mujer muy segura de si misma, calculadora de todo sus movimientos, era hermosa, de eso no me caben duras, su mirada es penetrante, avasallante, arrolladora, no pasaría mas de los veinticinco años según calculaba. Me gustaba mucho sus labios, chiquititos y carnosos, pero lo que mas me gustaba era esa sonrisa que tenia, esa sonrisa soberbia y dulce a la vez.

Después del almuerzo, me fui a casa en donde estaban mis amigos de siempre esperándome.

Se que no son buenas junta pero ellos me entienden.

- Pensé que habías muerto- decía Mathew abrazándome efusivamente, nos habíamos conocido hacia cinco años en el colegio, el era el hijo “frustrado” de un empresario textil.

- Yo también te extrañe- dije correspondiendo a su abrazo.

En esa aparece en escena mi buena amiga de siempre, Luisiana. Quien no dijo palabra sino que me estrecho entre sus brazos fuertemente.

Ella lloraba desconsoladamente, mientras yo acariciaba su cabello.

- Como te extrañaba a, Francesca- dijo mientras me abrazaba más fuerte.

- Yo también- dije dulcemente

Me fui a juntar con el resto de amigos, Sofía, Andrew y Mecha que estaban esperándome en el jardín en una especia de picnic que me prepararon de sorpresa

Nos las pasamos en el jardín de mi casa, recordando viejos momentos y contándonos nuevas anécdotas.

Hasta que en una de esas aparece Alegra y nuestra conversación cambia radicalmente

- Que buena que esta tu cuñadita Francesca- dijo de repente Sofía.

- ¡Uacala!- dije entre risas

- Uff mírala, lo que daría yo por un beso suyo- decía Sofía mientras se recostaba en mis piernas.

- A mi me parece horrenda- mentí

- Esta re fuerte- dijo Mathew- Me encanta su sonrisa. (coincidimos en algo Mathew).

- Una vez me hablo y yo casi muero- dijo Sofía haciendo gestos agraciados.

- No es mas que una soberbia- dije sin entender porque dentro mío surgía la incomodidad. Si es verdad ella era hermosa y no solo para mí, sino que para muchas personas por lo que pude notar. ¿Pero que era lo que me molestaba?

- Nadie hablo de su forma de ser, sino que más bien de su físico- dijo Mathew.

- Aunque fuera soberbia, engreída lo que sea, eso en verdad no me importa- dijo Sofía mientras todos nos reíamos de su rostro.

- Desde cuando a ti te gustan las chicas- dije serenamente.

- Las chicas no me gustan- dijo mientras todos nos reíamos de su mentira- Tu cuñadita si.

Nos quedamos viendo como la inútil de Chloé salía de la agarrada de la mano con Alegra, pobrecita, la compadecía, lo posesiva que debía ser mi hermana y pobre Alegra escuchar estupideces casi las veinticuatro horas del día.

Nos las pasamos toda la tarde con los chicos, fumando y bebiendo, mientras Mathew tocaba la guitarra y cantaba algunas canciones.

Los siguientes días, para evitar ver o hablar con mi padre me la pasaba o en la playa o en la casa de mis amigos.

Habían pasado varios días que no veía a mi cuñadita o a Chloé, me supuse que seguramente había semanas que Chloé se la pasaba en su casa.

Estaba sentada con Mathew en su casa hasta que llego Sofía.

- Chicos hoy sale una fiesta en la playa- dijo sentándose junto a nosotros.

- ¿Va a haber merca?- dijo Mathew mientras Sofía y yo lo mirábamos incrédulos.

- ¿Qué tu te drogas?- dijo Sofía con voz paranoica.

- Si- dijo el mientras se fumaba un cigarrillo.

- ¿Por qué lo haces?- dije mientras le daba un pequeño golpe en la cabeza.

- Ayuda a olvidar sabes, a no sentir nada- dijo para sorpresa nuestra.

Estuvimos hablando varios minutos más del tema hasta que no le cambiamos de dirección al tema de conversación. Yo no era quien para juzgar que hacia mi amigo.

Volví a casa y me senté intranquila en el sofá. Recosté suavemente mi cabeza en el mientras recordaba como si fuera ayer, la manera brutal en que habían matado a mi madre, en el mismo lugar en donde estaba, en una esquina. La habían disparado sin que yo pudiese hacer nada.

Ese dolor agudo en el pecho, esa nostalgia había vuelto, pero yo no podía llorar, las lágrimas no salían.

Apreté fuerte los puños de mi mano, mientras la rabia me calaba por las venas, quería llorar pero no podía, ese dolor que sientes ahogarte en el pecho y no te deja respirar, es ese sentimiento que tenia.

Y todo empeoro cuando vi a mi papá bajando de su auto deportivo con una flameante sonrisa. Como lo odiaba, lo odiaba tanto, mientras el era feliz yo sufría a mares.

Subí a mi habitación rápidamente, me bañe y me cambie, espere varios minutos hasta que Luisiana me venia a buscar. Por nada del mundo quería cruzar palabras con mi padre.

Cuando escuche el auto de Luisiana tocar bocina, baje rápidamente, mientras el me examinaba con su mirada. Jamás ha sido de muchas palabras y es lo único que veo de cualidad en el a mi no me interesaba entablar conversación con él y él al parecer ni se inmutaba por ello.

El lugar estaba llenísimo, la mayoría estaba eufóricos por la música electrónica y los tragos.

Nos sentamos en una parte vip con los chicos, todo iba bien, nadie me preguntaba porque estaba en silencio o porque tenia esa expresión, hasta que la locura se me subió por la cabeza y empecé a hacer las cosas sin pensar, “quería olvidar”.

- ¿Mathew quien te vende la merca (droga)?- le dije susurrándole en el oído

- ¿Hay uno esta noche por?- dijo mi amigo con las mejillas coloradas por el alcohol.

- Quiero que me consigas una-

- ¿Una que? ¿Un porro, cocaína que quieres?- dijo él visiblemente borracho.

- Cocaína- susurre.

- Espera- dijo el levantándose del sillón y dirigiéndose a no se donde.

Nadie se había percatado de nuestra conversación, Sofía estaba bailando mientras Luisiana estaba besándose con su novio.

Después de varios minutos, Mathew volvió sentándose junto con Andrew. Nos quedamos en silencio hasta que apareció el chico, nos entrego rápidamente la bolsita de cocaína y así como apareció desapareció.

Mathew me hizo una seña a mí y a Andrew para que lo siguiéramos y juntos nos fuimos detrás de un árbol.

Estaba temblando de nerviosismo pero quería olvidar, quería probar.

Andrew abrió el paquetito y puso un poco en mi brazo y en el suyo y cuando estaba por cometer el peor error de mi vida, siento unos brazos sujetarme fuete la cintura quitándome la cocaína del brazo.

Mi primera reacción fue insultarla, hasta que me gire y me encontré con esa mirada penetrante que me fulminaba de decepción.

Me deje hacer, me deje llevar por ella. Pero no le iba a dar tregua, no le iba a dejar ganarme otra vez.

Intente desesperarle con mis palabras pero ella parecía inmutable. Creo que esa noche mi percepción de su persona cambio. Todavía recuerdo sus palabras, “si me importa” no fueron sus palabras las que me tranquilizaron, sino que su mirada, sus ojos brillantes y dulces que me carcomían por dentro. Cuanta gente me ha mentido, se ha acercado por mí por interés pero nadie jamás me ha mirado de la forma en que ella lo hizo, me sentí protegida, acobijada quizás, pero no podía dejar que ella ganara. No quería.

Yo sabia la razón de su “acoso”, seguramente mi padre la obligo a hacerlo y no me confundí, es mas ella misma me lo dijo sin problemas y no es la primera vez que lo intenta, ya lo ha hecho en varias ocasiones y solo para “mantener su imagen” algún día me voy a vengar de el, le voy a dejar siendo el hazmerreír del mundo y ese día juro que será el mejor de mi vida.

El resto del camino fue en silencio, un silencio cómodo que dio lugar para que examinara su comportamiento. Tenía los ojos rojizos, tal vez del sueño o del cansancio.

Me miraba de una forma muy dulce, muy tierna que bajaba por momentos mis defensas. Era un poco débil ante ella.

Me hablo con mucha paciencia y accedí a ir a pasear con ella. Aparco su auto y me llevo a una plaza. Me senté mientras ella pedía unos hot dogs, me dio gracia su caminar, lento, como si estuviera cansada, de una forma desinteresada que le daba un toque más de intriga.

De un momento a otra saca a flote una conversación que preferiría dejar intacta, sobre mi, sobre mis actitudes, no puedo contarle de mis emociones, de mi soledad constante, del resentimiento que le tengo a mi padre, de las ganas de desaparecer que tengo constantemente.

Trato de evadirlas con respuestas cortas, pero ella sigue insistiendo, de un momento a otro su voz se vuelve tajante pero su mirada sigue siendo igual de dulce, al igual que su gesto al tomar mi mano. Jamás me sentí tan cuidada y protegida por alguien y creo que desde ese momento el miedo me fue consumiendo.

Alegra me ponía vulnerable, débil y sentimental. ¿Cómo puede ser que una persona que no conozco ni un poquito logra tantas cosas que nadie logró en mí?

Es como si ella tuviera un mapa para ponerme vulnerable ante ella, cualquier roce, cualquier palabra o cualquiera de esas sonrisas soberbias y sexis me ponían en una situación en la que jamás estuve, me hacia sentir diferente, con ella no era yo, era diferente.

Al entrar a mi casa me encuentro con la figura de mi padre, sentado en uno de los sillones de la sala, al parecer leyendo.

Trato de no voltearme y caminar rápidamente hacia mi habitación sin que se de cuenta.

Pero en cuanto quise pisar el primer escalón escuche su voz.

- Espera Francesca- dijo con tono sereno haciéndome un ademan con la mano para que me sentara junto a él.

- ¿Si?- dije de manera hostil girándome a verlo.

- Quiero hablar contigo ven- dijo con una media sonrisa en los labios.

- Lo que quieras decirme dímelo ahora- dije sin moverme.

- ¿Sigues con esa actitud después de tantos años?-

- Ya vez, las personas no cambian- dije cruzándome los brazos.

- Ya se que me odias- dije esto dejando su libro al costado- Aunque tenga que repetírtelo un millón de veces aquí va, ¡yo no quise que todo fuera así y todos los días me castigo con lo que paso, a mi también me duele Francesca y mas al verte con esta postura

- A ti no te duele nada si te hubiera importado mi mamá hubieras actuado diferente, pero tu ambición te gano- dije un tanto sacada.

- Tú sabes que no es así. Si yo lo hubiera sabido- dijo cabizbaja

- A no lo sabias, ¿entonces no te amenazaron un millón de veces para que no te postularas? Pero tú lo hiciste, te cagaste en ella, en mí en Chloé por dinero y poder.

- No lo entiendes- con esas palabras exploto mi cuerpo de rabia.

- Claro que lo entiendo viejo idiota- dije acercándome violentamente y golpeándole el hombro- A ti solo te importa la plata y el poder y si tu tuvieras que volver a elegir entre el dinero y yo volverías a cometer el mismo error.

- Jamás haría eso- dijo con tono apenado.

- Claro que si, haber deja la candidatura a presidente entonces, ¡déjala y dame el gusto a mi.

El no hablo, se quedo en silencio mientras miraba me miraba a los ojos.

- Te odio tanto- le grite a tiempo que subí a mi habitación.

- Algún día dejaras de ser una niña caprichosa y ese día podrás ver las cosas como son- dijo casi en un murmullo.

Empecé a recoger todas mis prendas, pensando mas con la ira recorriendo mi cuerpo que con la cabeza.

Lo puse todo en un bolso y con la poca plata que tenía me fugue del lugar. No fue difícil ya que en mi habitación hay un balcón y como decoración en la parte trasera de mi casa hay trepadoras.

Eran como a las seis y media de la mañana cuando sin cesar había caminado como cinco cuadras.

No tenia un destino, ni sabia a donde ir, pero quería irme lejos de toda la mierda que me rodeaba.

Irme a la playa o a una montaña. Mientras caminaba e intentaba tranquilizarme se me ocurrió la idea de viajar hacia Marsella. Volver a mi casa no podía ni quería, era la oportunidad de encontrar serenidad y soledad después de tanto tiempo.

Pero me di cuenta que no disponía de mucha plata para hacerlo, con doscientos euros no podría hacer nada.

Me senté en uno de los bancos para llamar tranquilamente a Mathew. Al principio se puso histérico por mi idea, pero al final termino cediendo. Lo tenia que ir a esperar en el centro de la ciudad que allí me prestaría un poco de dinero para viajar.

Me tome un taxi y después de varios minutos llegue al café en que acordamos.

Al entrar lo pude divisar fácilmente, su look bohemio y punk no pasaban desapercibido.

- ¿Por qué todo de repente Francesca?- dijo serenamente,

- No preguntes mucho Mat, quiero desaparecer antes de que se de cuenta que no estoy, así que por favor- dije tendiendo mi mano.

- Esta bien- dijo suspirando- ¿No quieres que te acompañe?

- Quiero un viaje sola, para tratar de olvidarme de muchas cosas-

El no pregunto más y me dio la plata que era alrededor de diez mil euros.

Me llevo al aeropuerto y estuvo conmigo un buen rato hasta que llegase mi avión.

- ¿Por qué Marsella?-

- Siempre me gusto Marsella.

- En que hotel te vas a hospedar-

- No lo se aun-

- Prométeme que me mandaras un mensaje para saber en donde te quedas y si estas bien- dijo tiernamente.

- Te lo prometo- dije haciendo un signo con los dedos.

Hablamos de cosas triviales como siempre, yo sabia que el estaba muerto por mi desde hacia años aunque trataba de mostrarse siempre al margen, me miraba diferente, me trataba diferente que a las demás personas, era dulce y gentil.

Al abordar el avión me acorde de una de las personas de las que tal vez huía, de ella, de la chica con la sonrisa y la voz tan dulce y soberbia, de la chica con el caminar lento y despistado, dueña de la mirada mas intensa que he conocido en mi vida.

Nunca he tenido palabras dulces por alguien y sin embargo aquí estoy yo, con la mente en ella, sin poder sacarla de mis pensamientos, entregándoles las más hermosas palabras que le he entregado a alguien alguna vez.

Antes, cuando me fugaba y lo dejaba todo, no pensaba en nadie, ni siquiera en mi hermana, ni en mis amigos y mucho menos en mi padre y sin embargo ahí esta en mi mente, esta mujer, una mujer prohibida para mí.

Después de unas dos horas descendí del avión, con una cierta nostalgia en el cuerpo. Siempre me ha gustado Marsella y cada vez que puedo vengo a visitar la ciudad.

Mientras pedía un taxi escuche mi celular vibrar. Al mirar la pantalla un desasosiego me invadió, era el numero de Alegra, pensé unos segundos pero no me anime a contestar, siguió sonando unos momentos mas hasta que seguramente hastiada colgó.

- “Así es mejor”- pensé.

¿Por qué realmente escapaba, de mi padre o de ella? Fue la pregunta que se repetía insistentemente en mi cabeza, hasta que en taxi paro en uno de los hoteles que frecuentaba tomar.

Era de cuatro estrellas, fácilmente me podía quedar allí unas dos semanas y después mas tranquila podría ver que haría.

Me recosté en la cama, mientras me dedicaba a mirar televisión. Casi me dormía cuando recordé que tenía que avisarle a Mat lo prometido. Le dije la dirección del hotel y que estaba bien, confiando en que el no se lo diría a nadie.

Hasta que me pasó algo raro. En la tv pasaban una canción de esa artista que a Alegra tanto le gustaba, e idiotamente en vez de cambiarla la escuche.

Lo mas gracioso es que la letra decía sobre el amor no correspondido, de aquella persona que espera pacientemente por el amor de la otra persona que esta eclipsada por ¿Alguien incorrecto? Digo gracioso porque puede estar pasándome esto, pero claro que no estoy enamorada de ella. Eso JAMAS.

Me gusto mucho la parte en la que dice ella no puede ver la forma en que se iluminan tus ojos cuando sonríes, no como yo.

Ella ni ninguna ve lo que yo veo en tu sonrisa Alegra, esa cosa única que te hace tan especial para mi. Aunque no sea amor lo que siento por vos, es ese sentimiento de descubrir algo y de creer que nadie más las ve como yo.

Y pareciera que el destino tiene una ocurrencia enorme, ya que cuando termino la canción, otra vez en la pantalla de mi celular aparecía su nombre.

Antes de contestar respire profundamente.

- ¿Donde miércoles estas, te estoy buscando como loca por toda la ciudad?- dijo agitada.

- Estoy bien- dije secamente.

- ¿Qué te paso ahora?, ayer cuando nos despedimos estabas bien y ahora simplemente se te ocurrió la idea de escaparte.

- Necesito un tiempo a solas por favor no intentes buscarme.

- ¿Qué no intente buscarte, en donde estas?- dijo casi gritando- Quiero que me digas ahora mismo donde estas- al parecer había perdido la paciencia conmigo.

- Eso no te importa-

- Vamos por favor Francesca, tu papá esta desesperado y yo también- dijo esto mas serena.

- Perdóname- dije dulcemente. ¿Cuándo yo pedía perdón por mis acciones o cuando yo era dulce con mis palabras?

- Por favor dime donde estas, todo se puede solucionar, no actúes como una niña irresponsable, necesito saber dond….- antes de que terminara de hablar le corte.

Odiaba todo esto, odiaba sentirme así, débil, débil, ante una persona, yo siempre fui reina de mis sentimientos y acciones, no necesito a una mujer con dotes de psicología para que venga a adueñarse de mis pensamientos y emociones, ¡no lo necesito!

Alegra:

La busque en todo el día, sin saber en donde buscar, no la conocía, no sabia como pensaba, solo me puse a ir a los lugares en que la vi mientras la seguía. Me taladre la cabeza pensando y repasando en donde podría estar, tratando de ponerme en su piel, pero Francesca es y será siempre una incógnita para mí. En un momento estamos bien, podemos hablar como personas civilizadas y después de un rato ya me tira todo su mal carácter encima.

De colmo la llamaba por teléfono y no me contestaba.

Después de buscarla unas horas con su foto en mi celular, me senté en el auto y me dispuse a intentar llamarla otra vez. Me sentí traicionada, ella me dio su palabra de no hacer una estupidez y sin embargo otra vez se comporto como una adolescente rebelde.

El tono de llamada del celular me desesperaba a tal punto que me ponía mas nerviosa con cada ¡pum, pum!. Cuando estaba a punto de arrojar el celular por la ventana escuche un ruido. Sin perder tiempo alguno por el miedo a que me colgara le pregunte en donde estaba, ella me contesto secamente. Intente usar todas mis herramientas para convencerla pero parecía una piedra, no me iba a decir donde estaba por lo menos ese día no.

Me corto el celular dejando en mi toda la ira del mundo, odio cuando la gente me deja con las palabras en la boca, me desespera tanto que soy un manojo de emociones que ni yo misma puedo contener.

Llame a mi suegro para pedirle la dirección de la casa de sus amigos, estaba dispuesta a encontrar a Francesca como sea.

Me paso la dirección por mensaje de un tal Mathew una tal Sofía y una chica llamada Luisiana.

Primero me fui a la casa de la tal Sofía ya que me quedaba mas cerca. Vivía en una zona residencial y reconocí al instante su mansión, por la placa que yacía sobre el muro en la entrada. Decía claramente el apellido.

- ¿A quien busca?- me dijo el señor de seguridad.

- Sofía Lisle- dije serenamente mientras esperaba de pie a la puerta.

- ¿Y usted quien es?-

- Alegra, dígale que soy Alegra y necesito preguntarle algunas cosas.

El se comunico con el personal de la casa y después de dos minutos me abrían la puerta.

Camine una cuadra hasta llegar a la casa, ella me esperaba allí parada. Parecía algo emocionada, la verdad que no recuerdo haberla visto antes pero era una chica muy linda. De cabello castaño oscuro y ojos negros brillantes. Tenía un rostro angelical de no haber roto ni un plato.

- ¿Hola Alegra a que se debe tu visita?- dijo algo excitada.

- Francesca se fugo y yo necesito saber si sabes algo de su paradero-

- No, no tengo idea.

- ¿Y no sabes quien puede saber algo de ella?-

- No- dijo un tanto nerviosa, algo que me dio a entender que ella si sabia.

- La ayudarías muchísimo si me dijeras, piensa esta sola por ahí, desprotegida quien sabe si tiene dinero para comer- use mi mejor tono de coquetería y manipulación a la vez- Pero si no sabes- dije dándome la vuelta.

- Espera- dijo haciendo un ademan con la mano- Si se algo- dijo claramente nerviosa.

- Dime por favor- dije dulcemente.

- Se que Mathew la acompaño al aeropuerto y el sabe donde esta.

- Gracias- dije dándole un beso en la mejilla mientras corría al auto.

Estaba tan desesperada por encontrarla que se me olvido hasta despedirme de la chica.

Llegue a la casa del chico. Al parecer era el hijo de un conocido empresario textil.

Toque varias veces el timbre hasta que al fin me abrió la puerta, rece porque fuera él.

Cuando salió lo reconocí al instante, era el mismo de esa noche, el que se estaba por drogar junto a Francesca, me entro tanta rabia cuando recordé lo que había pasado.

- ¿Qué necesitas?- dijo secamente.

- Quiero saber donde esta Francesca- dije fríamente, me sentía como una detective, todo era muy raro.

- ¿No esta en su casa?- dijo burlón mientras se cruzaba los brazos.

- ¿Donde esta Francesca?- dije esta vez mas fuerte.

- no lo se- estaba mintiendo lo veía en sus ojos.

- Necesito que cooperes-

- Pero es que no se-

- Mira- dije hartándome- Yo esa noche te vi con posesión de drogas y juraría que vos se lo diste a Francesca y seguramente si reviso en un archivo estarás cagado hasta la cabeza de problemas y vos mas que nadie sabe que el poder y el dinero mueven porque no estarías libre hoy, hagámosla corta, yo te denuncio en este momento por posesión de drogas y quien sabe que mas cosas, tengo el poder estoy en el gobierno.

- Esas son blasfemia- dijo visiblemente molesto.

- Necesito saber donde esta Francesca, vos sabes que no debe estar pasándola bien, alguien le puede hacer algo quien sabe.

- No puedo decirte- dijo visiblemente tenso, se veía que este chico era “diferente” no solo la ropa lo indicaba sino también sus gestos- Además porque te importa tanto Francesca ella está bien creo- dijo en un tono dubitativo.

- Me importa porque es mi deber cuidarla y si no lo hago puedo perder mi trabajo.

- Si no fueras tan fría dirías que hay algo más que tu “deber” de cuidarla.

- Necesito que me ayudes, su papá esta desesperado y yo también porque no la encuentro- le dije en un tono casi desesperado- Quien sabe alguien la puede reconocer y secuestrarla, sola e indefensa en un lugar que casi no conoce-

- Esta bien- dijo el apretando los puños- Esta en Marsella- dijo tomando pausa y anotando en un papel la dirección del hotel- No le digas que yo te dije por favor ella me va a odiar.

- No te preocupes, es por su bien-

Cuando me gire para alejarme de allí su voz me detuvo.

- Francesca no es de nadie, ni siquiera el viento es su dueño- dijo cabizbaja- Aunque parezca fría como la nieve, es muy dulce y sensible por dentro- dijo esto mirando al cielo o el estaba delirando o me estaba tratando de decir algo fue lo que se me atravesó en la mente- Aléjate antes de que te entre dentro, porque una vez que lo hace ya no sale y te congela por completo el alma, si no quieres terminar como yo hazlo-

Lo mire incrédula mientras le afirmaba con la cabeza. Mathew o estaba en un momento de delirio o con esas palabras me confeso lo que sentía por Francesca, pero lo extraño es ¿porque me decía a mi que me aleje?; como si yo en verdad estuviera enamorándome de esa chiquilla rebelde e insoportable.

Subí a mi auto con cierto rechazo a la idea, de donde sacaba esas estupideces el loquito este para decir que yo me estaba enamorando de la hermana de mi novia.

Agende la dirección del hotel y me dirigí a mi departamento.

Recogí un poco de ropa y llame a mi suegro y a Chloé que había encontrado a Francesca y tenía que viajar cuanto antes, desesperada por el temor de que ella se moviera de ese lugar.

No estaba en condiciones de manejar nueve u ocho horas desde Paris a Marsella así que tome un avión.

Si tendría que estar así a las corridas como una niñera o un guardaespaldas, por estos dos meses renunciaría, no me daría físicamente ni mentalmente para seguir a una niña caprichosa por toda Francia o Europa cada vez que se disgustara por algo.

Después de una hora había llegado a Marsella. Si bien ya había estado varias veces en ese lugar por trabajo nunca me puse a detallarlo bien. Tenia unos valles y un paisaje hermoso, un tanto ¡verdoso! A diferencia de Paris.

Tome un taxi y me dirigí hacia la dirección que me había señalado el “chico punk”.

Era un hotel de cuatro estrellas, al parecer Francesca tenia algo de dinero para subsistir.

Ya en la recepción al parecer algunas personas me reconocieron ya que se mostraron muy efusivas con mi presencia.

- Señorita Andrada en que le podemos servir- decía la recepcionista, una señora mayor que me recibía con una sonrisa alegre.

- Necesito saber si aquí se alojo Francesca Bonnet- dije serenamente.

Ella se puso a mirar su computadora mientras hablaba.

- No creo hubiese reconocido al instante, ella es la hija del alcalde de Paris no.

- Si- dije resignada, tal vez Mathew me mintió.

- Aquí no se registro nadie con su nombre.

- Y alguna chica parecida a ella- dije insistente.

- No, no vimos pasar a ninguna rubia- su comentario me produjo algo de risa, se había confundido con Chloé.

- No, es la otra no la rubia- dije enseñándole la foto que tenia en el celular.

Ella se coloco los lentes y detallo impetuosamente la foto en el blackberry.

- Pues si hoy ha pasado por aquí una chica parecida, de cabello castaño, ojos verdes, alta pero no vestía- antes de que terminara de hablar le conteste presa de mi emoción por haberla encontrado.

- Si, es ella, entonces puedo saber en que habitación se alojo.

- 402, pero no podemos dejar entrar a ninguna persona sin consentimiento de nuestros clientes, si quiere le preguntamos y-

- No, no se moleste- ¡que vieja!, que rabia, si le decía que si Francesca iba a estar alerta y se iba a volver a escapar.

- ¿Usted sabe donde se puede alquilar vehículos acá?

- Claro- me anoto en un papel la dirección, quedaba solo a la vuelta del hotel-

- Por favor, necesito que mantenga vigilada a la chica, si sale no dude en marcarme- le deje escrito mi numero- No se preocupe por el dinero- dije entregándole doscientos euros.

Cuando estaba por salir del hotel se me prendió una lamparita, por así decirlo.

Volví a la mesada de recepción y me recosté suavemente sobre el.

- Señora le agradecería si usted pudiera dejarme verla- dije pasándole unos quinientos euros- Ya sabe es urgente, la chica que está allí arriba es la hija de Daniel Bonnet y menor de edad y no tendrá problemas ya que su padre me pidió que venga por ella.

- No hay problema- dijo con una pequeña sonrisa- entregándome la llave.

- ¡Ha!- dije girándome otra vez.

- ¿Me podría conseguir un auto?- dije lanzándole una media sonrisa.

- Claro como no- decía serenamente.

- 402- dije haciendo un ademan con la mano.

- Si, suba el ascensor-

El hotel estaba en buen estado, decoración normal, linda alfombra de color bordo oscuro.

- 389, 390, 395, 400- di tres pasos mas y me encontré con la 402.

Repase unos segundos en la opción de tocar la puerta o entrar sin permiso, y opte desinteresadamente por la segunda.

Rezaba no encontrarme con una Francesca fumada o alterada. Pero lo que más temía era verla o no acompañada.

Coloque la llave e intente hacer el menor ruido posible.

Era una pequeña habitación con baño, y living separado de la habitación. Mire reiteradamente por los rincones, mientras sigilosamente me acercaba a la habitación. Me puse en la piel de un ladrón o en este caso un usurpa y les juro que eran horribles los nervios que tenia.

Abrí despacio la habitación y ella estaba para mi suerte sola, serenamente dormida.

Parecía un ángel, me causo tanta ternura esa imagen que toda rabia o ira que sentía por ella se había esfumado en unos segundos. Me tendrían que pegar por la cara embobada que tenia en ese momento. Repase con paciencia su rostro, sus ojitos verdes cerrados, sus cabellos que reposaban en toda su frente y parte de su mejilla derecha, sus labios carnosos y sexi semi abiertos. Por dios que imagen mas sensual y tierna a la vez. Sin dudas esto era mejor que cualquier imagen del mundo.

Sin darme cuenta mi mano reposaba en su mejilla, mientras le corría los mechones de su rostro de porcelana.

- Ni siquiera los ángeles se comparan con tu belleza nena- me sorprendí a mi misma diciendo esto. ¡Juro que no era yo y estaba poseída!... no puedo ni mentirme a mi misma, Francesca me atrae de sobremanera y me hace hacer cosas estúpidas.

Me senté a un lado de la cama sin dejar de ver su rostro. Ella podría enloquecerme de todas las formas en que se lo propusiera, poniéndome ese mural inalcanzable, siendo quisquillosa, insoportable, pero más aun siendo esto, esto que es ahora para mí… Una mujer hermosa, serena, sensible ante su alrededor. El punk tenía razón, ella te puede entrar dentro en un momento, pero te puede congelar en otro.

- Pero que- grito mientras se sentaba en la cama.

- Hola- dije con una media sonrisa- ¿Vamos?- dije tendiéndole la mano.

- Que haces acá Alegra, como me encontraste, quien diablos te dijo- y sus interminables preguntas seguían.

- ¿Cómo pudiste irte de esa forma?- dije retándola con la mirada- ¿Sabes cuanto tuve que hacer para encontrarte?

- ¿Cómo chantajeaste a Mathew?-

- ¿Quién es ese?- mentí.

- ¿Quién te dijo donde estaba?-

- Tengo contactos-

- Yo no voy a volver con vos- dijo fríamente mientras se cruzaba los brazos.

- Como podes ser tan irresponsable, no sabes que en el mundo hay gente de mierda y que tu papá es una figura publica, no podes actuar siempre con los impulsos, pensa con la cabeza también, deja de comportarte como una nena ¡por favor!- dije alterada por sus palabras anteriores.

- Si me vas a juzgar ahí tenes la puerta, vos y él son la misma mierda “figura publica”, a él solo le importa eso, y a vos no perder tu trabajo- dijo haciendo comillas con los dedos mientras su rostro se volvía rojo de la ira- Nadie te pidió que vengas por mi, Nadie entendiste- dijo esto gritándome en el rostro.

- Sin embargo quise hacerlo- dije mientras sujetaba sus hombros

- El mundo se mueve por conveniencia y tu también lo haces, me soplas el oído con palabras dulces, me haces creer que te importo pero te entiendo es tu trabajo, mentirme, pero yo no voy a cambiar nunca, por nadie.- sus ojos, los vi diferente, esas dos hermosuras verdes estaban a punto de estallar en un llanto, brillaban y parecían vidriosas.

- Sos la hermana de mi novia, claro que me importas de verdad por encima de mi trabajo.

Me acerque mas a ella tanto que mi sentí su aliento soplar en mi rostro. Estaba temblorosa de los nervios, como jamás me sentí con una persona, y ella parecía estar igual o peor que yo, situación en la que jamás la vi.

Sin dudas esto se me estaba yendo de las manos, no solo tenia un interés especial por mi cuñadita sino que también existía una atracción gigantesca entre las dos.

Cerré mis ojos cuando ese aroma de su perfume me invadió, no podía actuar con la cabeza como le había recriminado a Francesca, esta vez era yo la que no podía actuar coherentemente y separarme, no podía hacerlo. ¡Estaba actuando con el corazón!

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