La Turca II
“No te olvido”
Un nuevo paisaje, unos nuevos aromas destellaban en mi vista y olfato.
Era un paisaje completamente diferente al de Cali, mas urbanizado, mas explotado demográficamente.
Era algo diferente y nuevo para mis ojos. Al principio me sorprendí de cada cosa nueva que había visto, observándola impetuosamente para recordarlo en lo más profundo de mi mente.
Todavía sentía el pesar recorrer por mis sentidos, la tristeza intacta que parecía no irse jamás, y ese desasosiego inculcado en mí ser.
Cuantas preguntas rondaban por mi mente. Cuantas veces el destino me había apuñalado y desangrado como quisiera, y seguramente todavía seguiría haciéndolo.
Ya que soy una persona con Karma, una persona que carece de amor y afecto, pero una persona fuerte en si, ya que he aprendido a barrer las piedras y sanar las heridas que me ha dado la vida.
Esta vez seria igual, esta vez yo seguiría adelante, con mi dolor eterno, con su recuerdo, con su aroma a jazmín intacto en mis sentidos. Soñándola de noche y llorándola de día, como siempre lo había hecho, y como siempre seguiré haciéndolo, aunque me costo aceptarlo, ella es solo un sueño, un cruel y vil sueño que me hizo delirar y sentir esa briza cálida recorrerme por un tiempo, para cobrarme luego por ese sentimiento. Mi corazón.
Pero desde esa mañana, en la que jamás podre olvidar esas frías y tormentosas palabras junto con esa mirada fría y calculadora. Yo prometí, le prometí a un dios en el cual no creía, le prometí al cielo en que aunque me doliera, aunque siguiera desangrando en silencio, ella… ella se iría de mis pensamientos, se iría de mi corazón.
Para que mentirles… jamás he podido lograrlo.
- Esto es un mundo diferente chicas- decía Mía risueña, mientras divisaba el vehículo que la esperaba
- Ya lo sabemos- decía Angélica atónita- Y eso que nunca me gusto la idea de venir a Madrid- dijo al fin risueña.
- Es diferente- dije con una pequeña sonrisa disimulada.
- Ahí esta- decía Mía mientras sujetaba mi brazo y una limosina negra se acercaba a nuestra vista.
- Solo he visto unos de esos en las novelas- dije entre risas, mientras entraba al vehículo.
Era grande, con una ventanilla de separación, asientos de colores blancos, un pequeño televisor en el asiento delantero y una barrita de tragos.
- Yo tendría que haber estudiado más literatura- dijo Angélica burlona- Mira si vas a vivir así Amy, tendrás que enseñarme a escribir.
- ¿No te dijeron que la mayoría de los escritores no ganan mucho escribiendo?- dije riendo ante la mirada atónita de Angélica- Y no te hagas que tienes tanto dinero como para comprarte dos o mas de estos- dije señalándole con el dedo.
- Ahí que dices- decía haciéndose la ofendida- pero mis padres jamás me compraran uno de estos-
- Amy cuando publique Karma y sea tan exitoso como creo podrá tener uno propio- decía Mía, mientras se retocaba el maquillaje.
- No se para que te maquillas, si eres preciosa al natural- decía yo mientras le lanzaba una mirada tierna y coqueta.
- Es que no puedo estar todo desalineada, me molesta- decía Aquella morocha glamurosa.
- Eres preciosa igual- inmute con una pequeña sonrisa.
Hablábamos trivialmente, cuando algo en la pequeña televisión pasó algo que desvió mi atención.
Era ella, tan bella. Hermosa, vestida de blanco. En un vestido que parecía mas caro que la limosina en la que andábamos, radiante como el sol, con ese cabello negro suelto ondulado en las puntas y un jazmín como su perfume en su oreja. El vestido era blanco, de encaje, que desde lejos parecía valer unos cien mil dólares o más. Con esos labios carnosos y perfectos pintados de rojo fuerte, y esos ojos ámbares exóticos, que lo miraban a el, una bestia alado de la bella, mientras el le colocaba el anillo.
No pude evitarlo, no pude evitar que unas lágrimas corrieran por mis mejillas volviéndome a sentir una niña, una niña como hace dos días. No pude evitar ese dolor semblante clavarme despacito, y mas profundo el corazón, calándolo tanto que no me dejaba respirar y me dolía mas si se podía, no pude evitar ese estremecimiento en el estomago, estremecimiento que conocía tan bien.
- Yo pensé que eran árabes- dijo Mía tratando de calmar mis sollozos silencioso.
- Si, pero son católicos- dijo Angélica entre suspiros apagando el televisor.
- Para que lo apagas idiota- dije vacilante volviendo a prenderlo.
- Dámelo Amy- decía Angélica intentado sacarme el control.
- Déjame- dije lanzándole una lasciva mirada, que hizo que se quedara quieta.
“Se caso, el hombre mas rico de Arabia Saudita”- musitaba la periodista.
Contando que la fiesta de bodas había sido muy intima y en una mansión de la tía de la novia, y que solo habían acudido los amigos íntimos y familiares.
- Hija de puta- musito casi en un susurro Mía.
- No te atrevas a- dije mordiéndome el labio mientras mi ojos se achicaban y la miraba furtivamente.
- Seguro no lo es- dijo Mía con una mirada desafiante- Ella te hizo mierda tía, y tu sigues colada como idiota.
Que podría decirle a esa mujer de la que tanto aprendí, y que en ese momento me enseñaba una vez más mi realidad.
Cuantas palabras, cuantas verdades aprendí de ella, la única persona que me hizo enfrentar con mis debilidades, y de la cual fui aprendiendo a ser mas fuerte, a ser una verdadera mujer en esta vida.
Mía, mia solo mia. Solo ella me ha enseñado todo lo que cualquier persona debería aprender para que el dolor no sea dolor, para que no duela tanto, para andar con recelo en la vida, ella se presento en mi vida como el verdadero ángel que siempre necesite, para mostrarme la realidad y plasmarlo en mi rostro como un golpe o mas, pero solo a golpes y solo por ella aprendí a dejar de soñar y ver la realidad.
Ella me hizo enfrentar con lo peor de mí, con los sueños que jamás se lograrían. Me enseño a ser la mujer que creía ser cuando aun era una niña, una niña llena de metas y sueños, una niña que creía saberlo todo mientras en el mundo quedaba tantas cosas por seguir aprendiendo. Me convirtió en mujer de tantos golpes que fueron sus palabras, duras, serias, verdades que solo ella podía plasmar y calar mis sentidos de esa manera.
- Ya llegaremos al hotel- dijo Mía mientras su mirada estaba pegada en su blackberry.
Después de unos minutos, en los que Angélica estaba tarareando una canción y Mía aun estaba pérdida en su celular y yo perdida en mis pensamientos por lo recién visto llegamos al hotel.
Lo hice si, la recorrí esa noche, la hice mía de una y mil formas a un cuerpo que no tenia dueño, a un cuerpo hermoso y sublime, a un cuerpo que vuelve loco e indefenso a cualquiera, pero en esa noche no solo la hice mía, sino que le regale mi corazón y se lo entregue para nunca mas recuperarlo. Pero si tuviera siquiera una prueba, una prueba que no sean más que recuerdos de que esa noche ella fue mía, de que de sus hermosos labios rubí me dijeron te amo, si solo los tuviera.
Llegamos a un prestigioso hotel, en el cual ni siquiera necesitamos registrarnos ya que un Piso estaba al nombre de Mía.
La habitación era gigante, tan glamuroso y sofisticado como Mía.
Con unos sillones a los costados de animal prit blanco y negro, el piso estaba alfombrado de negro, las paredes eran de colores violetas y negro, con un plasma gigante enfrente de los sillones, una chimenea al costado y una vista espectacular de la ciudad. Todo era electrónico me quede fascinada al ver toda esa tecnología, podía aplaudir y se apagaban o prendían las luces. Y las cortinas eran todas electrónicas también, con solo un control se podía controlar toda la casa.
- Woow- dije embobada.
- Si woow- dijo Angélica doblemente embobada.
- Vamos no es para tanto chicas- dijo Mía risueña
Ese día descansamos como reinas en el jacuzzi, mientras Mía se fue a trabajar.
Ahora entendía porque el dinero era tan importante, porque era impredecible para algunos, como la Turca por ejemplo. Porque si esto no era felicidad, tenía una fuerza similar a la felicidad.
Tenerlo todo servido, sin pensar, sin romperte la cabeza sufriendo, y solo relajándote mientras las cálidas aguas relajan tu piel. Porque en ese día, hasta pude olvidarme de donde provenía, para que estaba ahí, y porque había llorado solo hace unos segundos. Me olvide de todo.
Pero no se preocupen por mí, que solo basto llegar la noche para que vuelva a ser la misma tonta llena de karma y dolor.
Sentí ese desasosiego que se siente cuando estas lejos de tu tierra. Extrañe a mis padres, aunque sin razón lo hacia, extrañe los aromas, los colores, el calor de Cali. Pero más aun la extrañe a ella, sin poder evitarlo.
Pensaba extasiada, mientras Angélica dormía, que en cuanto llegara con una carrera todo echa los ayudaría, ayudaría a mis padres a salir de ese agujero que ellos mismos querían vivir.
Después de todos los males que viví, todo el desprecio que me hicieron sentir, yo los amaba ya que ellos me dieron la vida y seria una malagradecida en odiarlos.
Después de dar varias vueltas en la cama, sin poder cerrar los ojos, me dirigí a la cocina para beberme algo.
Abrí el refrigerador y me reí al ver puras manzanas, barritas de cereales, verduras y yogures light.
Si que se cuidaba esa hermosa mujer. Saque la leche que estaba al costado del refrigerador y me serví una gran cantidad.
Cuando iba caminando otra vez para la habitación, veo la figura de Mía acostada en el sofá mirando perdidamente una novela cubierta en unas sabanas.
- Puedo- dije acercándome a Mía que tenia puesto de pijama una camiseta trescuarto blanca y un buso de color azul.
- Claro- dijo mientras su mirada seguía puesta en el televisor.
- Que miras- dije recostándome sobre sus piernas.
- Una serie que mola- dijo mientras reventaba a carcajadas
Con su mano jugaba con mi cabello castaño lacio, mientras yo miraba hacia el techo beige.
- ¿Extrañas tu mundo no?- dijo rompiendo el cómodo silencio.
- Si, mucho- dije mientras miraba sus dulces ojos celestes.
- A veces en la vida hay que dejar algunas cosas para ganar otras- dijo acariciando mi rostro- Pero tu no dejas nada mas que a una tía bastarda y a unos padres que no les interesas- dijo tan sincera como siempre.
- Pero igual- dije serenamente entrecerrando los ojos.
- Vas a ser la mejor y yo te veré crecer- dijo sonriendo- Si no es así regalo mi hígado- dijo sarcásticamente.
- No prometas, que con este destino que tengo nada esta dicho- dije risueña.
- Soy Mia Vans- dijo agraciada.
- Bueno lo siento señorita Vans- dije sarcástica.
- Mala- dijo dándome un pequeño golpe- Vas a verlo, vas a ver como vas a conquistar mas corazones también, todas se van a morir por ti.
- Si claro- dije serenamente.
- Te digo la verdad, o mejor dicho lo que pasara.
Y ahora en este presente, puedo preguntarme, puedo preguntarle sin palabras a Mía, ¿De que me sirvió conquistar miles de corazones si el que realmente quise jamás me correspondió?
De que me sirvió aprender el arte de la seducción, si con la mujer con la que debería usar jamás funciono.
Que ganas de correr, que ganas de hacer desaparecer este sentimiento, tan doloroso, que no sabe más que hacer calar mis sentidos y rasguñar a mi alma. Porque yo Emel, yo no soy mas que una vil soñadora que aun en la distancia, aun después de todo lo que paso, aun después de tus crueles palabras y acciones, te sigo amando sin cesar como aquella noche en la que te vi por primera vez en ese inmenso salón envuelta en ese vestido rojo de infarto.
Todavía me han quedado preguntas por hacerte, acciones que todavía pienso o mejor dicho sueño que podrían haberte conquistado.
Pero la cruel realidad es que no soy más que una niña embrujada por una mariposa exótica, extraña, hermosa, fría e indiferente que en cuanto la vio no pudo hacer otra cosa que perderse y naufragar en un sueño imposible.
Pero yo Emel, he sido y seré la persona que mas te ha amado en este mundo, la persona que sin cesar intento conquistarte, aquella persona que sin cesar intento de todas las formas adentrarse en ese cuerpo de diosa árabe, la persona que a través de miles y miles de escrito intento que tus labios le esbozaran una tierna sonrisa.
Pero intente tanto para obtener un dolor que se que no lo merezco, un dolor que siempre supe que sentiría en cuanto la vi. ¿Pero porque no pude huir, porque no pude exiliarme de aquel sentimiento en cuanto nació?
Hoy tengo la respuesta Turca, hoy la encontré: una persona carecida de afecto como yo, por primera vez sintió esa caricia tan hermosa recorrerle el alma, y aunque tu siempre hallas renegado de su existencia si existe y se llama amor. No te culpo, ya que me dijiste en silencio y en palabras que tú no eras la que veía, y que tenía que alejarme y correr de mi destino. Pero yo…. Yo Emel no pude hacerlo, por que esa caricia que jamás sentí, esa caricia que solo nacía al verte, es hermosa y no puedo negarlo. Pero pague esa caricia con lágrimas, con dolor, con sufrimiento, pague esa caricia como solo los pobres lo pagan, los pobres soñadores ante algo descomunal, ante las malas personas. Lo pague por ti.
Después de una semana de vacacionar en Madrid, porque eso hicimos, hasta que la editorial se decidía, íbamos del hotel a las plazas, de las plazas a los centros recreativos.
Y varias veces íbamos a visitar a Mía en su empresa.
Y en una de esas visitas la conocí.
Conocí a una musa, a la musa que me hizo olvidarla por un largo tiempo.
(…)
Íbamos con Angélica, casi trotando risueñas por los pasillos de la inmensa editorial Vans, llevándole el cappuccino de la cafetería de la esquina que a Mia le fascinaba con unas galletitas artesanales de la misma cafetería.
Mientras como siempre las personas que ya nos conocían por nuestras repentinas apariciones, nos saludaban amigablemente, todos vestidos glamurosamente, en traje y corbatas, y las señoras y chicas todas elegantes.
Angélica quedo tan plasmada por las imágenes de esas personas superficiales y casi perfectas, que por esa razón se puso a estudiar periodismo y diseño grafico, ya que según Mía en cuanto terminara la carrera la contrataría para sus empresas.
Entramos como siempre sin tocar la puerta de la inmensa oficina de Mía.
Tenía un gran escritorio en el medio, con todos sus accesorios decorados, su escritorio era de color rosa.
Las paredes tenían rayas de colores blancos y plateados. Al costado había sillones de cuerina negros y un plasma en el centro.
Una pequeña mesita de te y café al costado, y en la entrada de la oficina había plantas exóticas.
- Chicas lo siento, pero no podremos conversar, tengo una sesión de fotos en- miro su reloj algo agitada- cinco minutos sentencio al final después de agarrar el cappuccino.
- ¿Podemos ir?- dijo eufórica Angélica.
- Claro- dijo Mía corriéndose el mechón de su flequillo- pero apúrenle- dijo al fin saliendo por la puerta.
Después de unos minutos en los que viajamos en su bmw, llegamos a un salón gigante.
Mía hablaba exasperante por celular.
- La semana que viene es la semana de moda en Madrid, como que no tienen las luces listas- decía Mía agitada, mientras yo me reía de los ojos eufóricos y contentos de Angélica por presenciar su primera sesión de fotos.
Yo la verdad que de estas dos era de un mundo aparte, ya que no me importaba ni tampoco me interesaría formar parte de algo así.
Al llegar al inmenso salón en el cual había muchos movimientos, de maquilladores y ayudantes, llegamos al lugar en donde se realizaría las fotografías.
Era una pared cubierta de grafitis y unos sillones, una guitarra al costado del mismo.
Recuerdo que estaba escuchando música en el ipod de Mía, mientras todo sucedió.
Miraba sin escuchar lo que decía Mía, y Angélica.
Mía se sentó enfrente de la pared junto a Angélica y el fotógrafo, mientras yo estaba parada en la esquina observándolo todo sin importancia.
- Bueno comencemos- decía el fotógrafo.
Ahí fue cuando la vi. Salió con dos ayudantes que la estaban maquillando.
- Dios mío- fue mi primera reacción, al ver a la mujer más hermosa del mundo.
Era una chica que no pasaría de los veinte años, de una piel bronceada y sedosa, poseedora de unos ojos verdes agua realmente exóticos y jamás visto por mi, de unos labios carnosos y gruesos mas sexi que los de la mismísima Turca, una mirada penetrante, una diosa de una nariz perfecta y un cutis similar al de la porcelana, un cabello exuberante de color castaño claro. Era hermosa si que lo era.
Ese día recuerdo con preciso detalle, la ropa que llevaba, una camisola larga tres cuartos blanca, con un chaleco de jeans, una pañueleta atada en el cabello, un short corto de jeans que dejaba al descubiertos sus largas y perfectas piernas, y unas sandalias egipcias.
Ella se sentó en el sillón y empezó a hacer poses que yo en mi vida podría hacer.
Ese rostro angelical y un tanto aniñado se convirtió en rudo, penetrante, frio. Pero dios mío que sexi, que perfecta, podía conseguir a la perfección lo que le pedían.
- ¿Quién es?- dije tímidamente acercándome a Mía, mientras no perdía vista de sus movimientos que me tenían hechizada.
- Sara Aglioti- dijo ella entre pequeña risas- Una de las modelos top del momento.
- Eso creo- dije embobada viendo sus gestos esta vez agraciados.
- Tiene solo diecinueve años y ya la marca de Tiffani & Co la quieren como imagen- dijo Angélica eufórica.
- ¿Qué es eso?- pregunte en mi ignorancia
- Una marca prestigiosa de la industria de la moda- dijo Angélica burlona
- Tu si que serás buena en esto Angie- dijo entre risas Mía.
Después de tomarse algunas fotos con otras prendas, Sara se acerco hacia nuestra posición.
- Buenas- dijo aquella chica de un aroma exótico y fuerte, de una voz sensual y suave.
- Buenas Sara- decía Mía mientras guardaba su celular- Oye recuerda que tienes que ir mañana al salón para probar el vestuario.
- Ya lo se- dijo entre suspiros, mientras esos ojos verde agua se posaban sobre mi, dejándome sin aliento.
- Ha- dijo en un quejido Mia, por el pequeño pellizcon que le dio Angélica- Ella es Angélica.
- Hola- dijo Angelica eufórica- Soy tu fan numero uno Sara- sentencio medio histérica y eufórica.
- Hola- dijo Sara que con extrañeza mientras la abrazaba.
- Y ella es- dijo Mía entre sonriendo, como si me conociera de toda la vida y supiera que estaba babeando- Amy- inmuto risueña
- Buenas- dijo Sara regalándome una hermosa y exuberante sonrisa.
- Hola- dije haciéndome la indiferente mientras le pasaba la mano.
Sara había resultado ser una amiga de la infancia de Mía, eran casi hermanas según me había contado y solo hacia un dos Sara decidió dejar la carrera prestigiosa de administración de la empresa familiar de los famosos vinos italianos “Aglioti” en una vida totalmente hecha, fácil y prestigiosa, para aventurarse en el mundo de la moda que era su pasión. Lo dejo todo, y al final le estaba saliendo todo como lo esperaba.
Al principio al ver sus gestos aniñados en el departamento de Mía, y en la empresa en las que casi siempre la veía, me hizo desilusionar y pensar que tal vez no era más que una niña superficial de la que me había hipnotizado su belleza jamás vista por mis ojos.
Pero solo al conocerla pude observar que era más que una mujer, y que dentro de ese rostro perfecto y angelical se escondía todo un ángel, lleno de mundo.
(…)
Una tarde en la que Angélica y Mía salieron de la ciudad para cubrir un evento, ya que Angélica en ese punto ya se había vuelto casi la asistente personal de Mía.
En esa tarde en la que leía uno de los libros más dolorosos y fuertes que había leído en mi vida “Flor del desierto”, jamás había escuchado de ese libro ya que hacia poco había salido, pero Mía me había pedido el favor de leerlo, ya que me tenia designada una tarea o un proyecto sobre ese libro.
Pensé que seria sobre amor, ya que esos eran de los preferidos de Mía, pero no, era mucho más complejo más fuerte, más doloroso que cualquier historia de drama o amor.
Cuando sentía la rabia y las lagrimas recorrerme el cuerpo, ella apareció por el living con rostro extrañado, tan hermosa como siempre vestida de jeans, una camisa larga hasta los muslos de color azul y flanjas blancas, y zapatillas converse Low de cuero blanco con velcro.
- Peerdon- dijo sonando nerviosa- Estaba buscando a Mía- dijo al fin con una pequeña sonrisa dibujada en los labios.
- Viajo a San Sebastián con Angélica- dije serenamente mientras secaba mis lagrimas.
- ¿Estas bien?- dijo entrecortada mientras se acercaba a mi.
- Si, estoy sensible por el libro nada mas- dije dulcemente volviéndome seria.
- ¿Qué lees?- inmuto risueña
- “Flor del desierto”- dije entre suspiros mientras le mostraba el libro.
- ¡Que fuerte tía!- dijo entre risas- Yo lo leí y tengo que hacer un comercial para sobre ese tema-
- Te admiro- dije serenamente inmutándole una pequeña sonrisa.
- Es mas para eso venia, la idiota de Mía, me dijo que venga a su departamento a esta misma hora- dijo exasperante con gestos agraciados.
- Raro a mi me dijo que lo leyera para que le ayudara en un proyecto- dije extrañada frunciendo el ceño.
- Ya- inmuto frunciendo el ceño- ya me acuerdo- dijo al fin en un suspiro- Ella me dijo que tu me ayudarías a escribir el guion del proyecto.
- ¿Qué?- dije sonando casi desesperara, no solo por su cercanía y su belleza que se disparaban a mi vista, sino porque tenia que hacer un proyecto sin previo aviso.
- Dijo que eras muy buena para ello- inmuto profesándome una dulce sonrisa mientras se sentaba junto a mi en el sillón.
- Soy escritora- dije sonando sarcásticamente- Pero déjame terminar y vemos que podemos hacer.
- Vale- dijo en un suspiro, mirando hacia el horizonte.
Después de unos minutos termine de leer el libro, ya que antes de que ella llegara me faltaban solo pocas páginas.
- Termine- dije suavemente.
- Bien- inmuto suavemente con una pequeña sonrisa.
Flor del desierto cuenta la vida de una famosa modelo de la actualidad Waris Dirie, en la cual cuenta su pasado y su mutilación.
¿Porque el termino mutilación?, porque ella al igual que muchas pequeñas niñas de África y no solo de áfrica sino la mayoría de las mujeres que siguen la religión islámicas, son cortadas desde muy temprana edad, desde los cinco años para abajo, y cuando uso el termino cortada me refiero a que les cortan el clítoris y los labios vaginales y se los cosen, porque según los hombres y las mujeres que siguen la religión islámicas el cuerpo de la mujer es impuro, entonces esta negada para ella el sentir. Y eso no es lo mas cruel de este mundo, ni tampoco del libro, sino que en la noche de bodas, la mayorías de esas niñas porque son niñas de entre quince y dieciséis años las que se casan con hombres muchos mas mayores, ellos les cortan la vagina (lo que esta cocido) con un cuchillo, de la forma mas brutal y cruel que existe en el mundo, muchas de ellas según lo que cuenta Waris mueren en esa acción, o otras mueren antes de la noche de boda por el dolor de cabeza y estomacal que se pasa en la retención ya que la parte mas sensible e intima esta cocida.
- Bueno haremos lo siguiente- dije sosteniendo un apunte.
Después de unos minutos, termine de escribir en la hoja y se lo entregue pacientemente, mientras ella lo releía.
- Woow esto es genial- dijo con una pequeña sonrisa dibujada en los labios.
- ¿Cuando filmas el proyecto?- dije acercándome a ella, que me llevaba una cabeza en ese tiempo.
- Pasado mañana lo filmamos- dijo dulcemente sin dejar de penetrarme con esos hermosos ojos.
- ¿Y cuanto te pagaran por este proyecto?- dije serenamente.
- Es de corazón- dijo sorprendiéndome- ni tampoco es por publicidad- inmuto mientras su dulce mirada acariciaban mis sentidos- Es solo que piénsalo, es algo irracional, es algo incomprensible.
- Lo se- dije en un largo suspiro entrecerrando los ojos- Gente de mierda- solté sin pensarlo.
- Es su cultura, muy difícil de cambiar- dijo aquella diosa mostrándome una vez mas que lo superficial estaba lejos de ella- Pero intentemos incentivar- dijo guiñándome un ojo- He conocido a Waris, ella tubo suerte, pero.
- Pero la suerte que ella tubo no la tendrán las demás- dije mientras un nudo se revolvía en mi estomago.
- Así es- dijo dulcemente.
Esa tarde Sara se despidió de mí con la excusa de que tenía unos compromisos, dejándome con la intriga de seguir conociéndola.
Sara me gustaba, ¿y a quien no le gustaría Sara? Pero no me gustaba solo por su físico, sino por la fuerza que imponía con su mirada, la forma en la que se expresaba, su forma de ver el mundo tan similar a la mía.
Era la segunda persona que me hacia suspirar, pero ella no tenia la fuerza ni tampoco ejercía nada sobre mi como La Turca.
Ella Sara… la hermosa Sara, me enseño un mundo diferente, un mundo mas hermoso del que había vivido, y por eso es que en este momento yo le debo tanto, es por eso que la quiero tanto, porque gracias a ella pude ver que después de Emel existía un mundo. Me hizo sentir que tal vez el destino no era tan cruel, y la vida tal vez me sonreiría.
(…)
- Uno, dos, tres- se escuchaba la voz del director- Grabando.
- Mira un momento- que mirada tan penetradora de esa diosa de la belleza, de esa diosa tan exótica para mi, que estaba vestida de una túnica blanca en el cual solo dejaba ver su rostro maquillado, y los ojos delineados de un negro intenso que hacían relucir aun mas sus penetrantes ojos verdes agua.
- Mira a tu alrededor- decía con la voz mas penetrante y directa del mundo- Mira a tu hija Mujer, mírate a ti mujer- dijo guardando una pausa- O si eres hombre mira a tu madre- Que sentirías si a ella le implementaran el habla de las mujeres Islámicas- cerro un momento los ojos para volver a abrirlos con una mirada aun mas penetrantes- Que sentirías si vieras como la mutilan, como las cortan, como las maltratan por una creencia tonta e irracional- suspiro un momento- Es su cultura- Pero piensa un momento… Y si tú tuvieras que vivir con eso, y si tú tuvieras que sentir ese dolor todos los días, y si te lo hicieran aun cuando eres una criatura, y si no tienes salida, si no puedes correr de ese destino de ser cortada y tratada como un trapo… No tú no lo sabes, eres una mujer del primer mundo… Pero piensa reflexiona, si fueran tus hijas las que viven este calvario que aun existe en el mundo… si fuera alguien a quien tu amas- ella miro directamente a la cámara sin pestañear mientras pasaban imágenes desgarradoras que solo al verlas te hacían llorar.
- No te daría igual- dijo dando una leve pausa- Tal vez sea inútil intentarlo, yo sola no podre cambiar el mundo- ¿Pero si lo intentamos?. Tal vez soñar no sea tan lejano, tal vez tu solo puedes cambiar el destino de tantas personas que en este mismo momento te necesitan, yo se que lo imposible se pude lograr. Pero sola no podre hacerlo. Intentémoslo.
“No tu sola no podrás lograrlo, hermosa flor, ángel sublime”.
- Excelente- dijo al final el director mientras todos aplaudían.
Ella no dijo nada solo inmuto una pequeña sonrisa para alejarse del escenario totalmente blanco en la que grabo.
- Felicidades- dijo acercándose a mí mientras sus lágrimas recorrían por las mejillas corriéndole totalmente los ojos delineados.
- Pero- dije al tiempo que mis piernas flaqueaban porque sus brazos que rodeaban- Gracias a ti por hacer esto- dije estrechándola mas fuerte.
Después de unos momentos en que su llanto se calmo, me miro dulcemente a los ojos calándome una vez mas con esos penetrantes ojos verdes agua, y sin previo aviso me beso la mejilla alejándose de mi con su paso que solo las mejores modelos de pasarela podrían tener, por la forma tan elegante de contornear las caderas sin perder la postura.
- Pinto el amor- dijo burlona Mía que había visto toda la acción.
- Calla- dije sonrojada y sonriendo con la mirada mas embobada del mundo.
- Es hermosa, es preciosa, pero tendrás que dejar esa timidez para conquistarla- dijo Mía tratando de vacilarme como siempre.
Se podría decir que después de ese día, perdí la conciencia por ella, y me volví a entregar a este sentimiento que creí que no sentiría si no fuese con la Turca.
Pero ella Sara, mi Sara. Una chica autentica, una chica que no trataba de vestir el amor con etiquetas, una chica traslucida, sensible, realista y buena persona.
Ella solo ella logro hacerme soñar otra vez, pero esta vez podía estar segura, porque sabia que ella era pura y sensata y no me iba a lastimar.
“He venido a parar con la mujer que siempre soñé esta vez”
Me tomo días pensarlo y razonarlo, pero como ya se que en el amor no hay razones ni tampoco entendimientos, sino que fluye sin pensarlo. Deje que el destino y el tiempo marcaran mi destino una vez más.
Al principio tenia mil duras inculcada en mi mente, miedos y miedos que se disparaban por mi pasado.
Pero al pasar los días ella me enseño, ella me mostro que no debería dudar de ella, ya que era un ángel, un ángel caído del cielo.
Me tomo días para determinar mi decisión, a veces me reía de mis sueños y mis deseos hacia ella. Otra vez volvía a soñar, otra vez volvía a sonreír sin pensarlo.
Soñaba estar a su lado y acompañarla, mientras ella refugiándose en mis brazos me juraba amor eterno.
Pero tenia que ser realista con ella. ¿Cómo una modelo de pasarela, una modelo top internacional se iba a fijar en una pendeja de dieciséis años como yo?
(…)
- Apúrate Angélica- se escuchaba la voz de Mía que le gritaba desde el corredor a Angélica que todavía estaba insegura de que ponerse para el desfile.
- ¿Y tú ya estas?- decía una preciosa Mía vestida de vestido corto plateado ajustado a su cuerpo de infarto.
- Si- dije risueña por la desesperación de Angélica- Si no te apuras perderás el desfile- dije al tiempo que Angélica salía disparada.
Estaba preciosa, con un look un tanto roquero con un toque de chic, el cabello rubio revoloteado, una chaqueta plateada con el vestido negro ceñido al cuerpo.
Esto era un mundo diferente. Un mundo que jamás creí vivir, que jamás soñé conocer, pero era un mundo muy apartado de la realidad.
Después de unos quince minutos llegamos en la limosina al desfile mas importante en la ciudad de Madrid.
Todas las cámaras encendidas en Mía, y las figuras que aparecían por allí. Me sentía una niña diferente, en un mundo diferente. No era incomodo, me gustaba, pero aun viviendo toda esta vida de lujos sin aun haber editado mi libro, no me olvidaba de mi pasado, de donde provenía, de quienes eran mis padres. Y jamás me olvidaría aun con toda estas prendas, con todos estos lujos de quien fue el primer amor de mi vida, y que ella no me dio la oportunidad por ser una pobre niña.
Eso no te lo quita nadie, eso no te lo saca ni el tiempo. Pero en el fondo sabía que esto no duraría mucho y debería absorber todo las vivencias que me daría.
Era consiente de que debería darle una oportunidad a mi vida, una oportunidad a mi corazón, aun cuando hace poco tiempo había sido triturado por una cruel mariposa.
¿Y volver a soñar, volver a soñar con otra mujer fuera de mi alcance no seria volver a pasar por el mismo error?
Yo no tengo remedio, ya no cambiare en este sentimiento, el sentimiento que me hace tan débil y vulnerable. Que me hace sentir tan sensible un sentimiento que tanto odio y reniego.
Quisiera, yo solo quisiera un día que me dirá tregua el destino, y que marcara el sendero sin piedras para un futuro soñado.
Quisiera dejar de ser tan soñadora, algo que ni en este momento he podido cambiar.
- Bienvenidos a la semana de la moda en Madrid- se escuchaba al conductor.
Ella la máxima estrella del mundo de la moda española abrió la pasarela. Con un traje casual un tanto excéntrico pero sin dejar de quedarle tan elegante y glamuroso como todo lo que se ponía. Un Look bohemio chic.
Tomas las miradas, los aplausos, las luces puestas en la mujer más bella que habían visto mis ojos.
Dueña de una mirada cálida y penetrante. Dueña de una sonrisa hermosa, inquietante, coqueta y perfecta. De unos rasgos angelicales y exóticos que la hacían una de las mas lindas del mundo. Dueña de un pensamientos que no todas tenían, ya que ella era única, era una sola, era Mi Sara Aglioti, la mujer que siempre soñé y que apareció tarde en mi vida.
La mujer que otra vez me hacia delirar y soñar sin descanso. Pero esta vez no fue su físico, ni tampoco su fama y muchísimo menos su voz sensual y resonante. Sino que fue su manera de ver el mundo, su inteligencia sin fin, su forma de mirarme y acariciarme lo que hizo que olvidada a mi triste calvario, a la cruel mujer que había marcado tanto mi corazón.
“Quiero empezar otra vez, quiero sentir tus ojos acariciar mi alma, quiero que me hagas olvidarla”
- Ella es Sara Aglioti- decía resonante el conductor.
Mientras todas las miradas se lanzaban hacia la princesa de mis sueños encantados.
Ella al pasar hacia nuestra posición, nos lanzo una tímida sonrisa, antes de seguir su larga y sensual caminata.
“Sara, Sara quien será el dueño de tu alma”- pensé hacia mis adentro, viendo como la mirada lasciva de todos los hombres “Importantes” lanzaban hacia su cuerpo de las medidas perfecta para mis ojos y los de muchos mas. De su rostro exótico y eternamente hermoso.
- Mmm- decía Mía golpeándome con el codo- Mira Sara te sonrió- dijo con un tono sarcástico.
- Tú crees que ella se fije en mí- dije casi en un susurro un tanto nerviosa.
- Claro- dijo Mía con una sonrisa maliciosa en sus labios- Sara quiere todo contigo.
- Seguro- dije lanzándole una mirada enfadada- deja de fastidiar es enserio Mía-
- Inténtalo- dijo Mía guiñándome un ojo, mientras seguía tomando apuntes.
“Inténtalo” suena tan fácil pero es tan difícil intentarlo. No es por el miedo de perder, sino por el miedo de estrellarme otra vez.
Pero se que si no intento descubrir que hay detrás del brillo de esos ojos verde agua se que no podre dormir las próximas noches que me quedan de vida.
Las modelos dieron varias pasadas más, con el mismo look bohemio chic que era la moda predominante del verano 2010.
Pero ni siquiera las mejores modelos del mundo podían igualar la luz que irradiaba Sara al pasar, una diosa que tentaba las miradas de todos, que solo al verla dejaba con la boca abierta a más de una persona, y que con ese rostro aunque se volviera agraciado o agresivo podía transmitir todos los sentimientos que quería.
Ella se habrá reído al ver mi rostro soñador y embobado verla pasar. Que risa más hermosa más sublime, más conquistadora.
Después de una hora más o menos de pasarela. Tuvieron que dar la rueda de prensa.
Nosotras fuimos a los vestuarios a acompañar a Mia.
- Llévaselo- inmuto Mia con una pequeña sonrisa de iniciativa dándome una botella de Gatorare.
Sara se estaba cambiando cuando me acerque a ella, guardando algunas cosas en su bolso mientras sus asistentes la ayudaban a cambiarse.
- Señorita tras bastidores es solo para los familiares o profesionales de las modelos- decía detrás una chica de estatura media, pollera tiro alto y una camisa de seda, al parecer era la encargada del vestuario.
- Esta bien ella esta conmigo- inmuto Sara serenamente girándose- pueden irse- dijo dirigiéndose a sus asistentes.
- Este, a mi Mía me dijo que te diera esto- dije casi temblando sientiendome insegura por primera vez ante ella que esa noche estaba mas bella que nunca.
- Gracias- dijo inmutando una dulce sonrisa mientras sus ojos me recorrían y se inculcaban en lo más profundo de mi corazón.
- No es nada- dije seguramente con el rostro más embobado del mundo.
- ¿Este iras a la fiesta de Mia no?- dije serenamente.
- Claro- dijo entrecerrando los ojos- Nos veremos allí.
Me gire, mientras escuche un quejido que era su voz
- “tonta tonta”- escuche entrecortado y en un susurro que con mucha atención solo se podría diferenciar.
- ¿Qué?- dije tan torpe como siempre
- Heee- dijo pareciendo nerviosa, algo que me hizo reír al ver su rostro angelical tornarse agraciado- Nada- dijo al fin.
Me di la vuelta y seguí caminando, mientras un sentimiento se apodero de mi, un sentimiento o una acción espontanea se apodero de mi cuerpo, cuando sin darme cuenta me di la vuelta y sostuve su cuerpo acercándolo al mío.
- No podre dormir hoy si- dije tiritando.
- Shh- dijo con su cálido dedo presionado en mis labios- Pero si solo eres una niña- dijo sonando exasperante.
Cuando estaba a punto de escaparme de sus brazos por su comentario, sus labios callaron mis pasos, callaron mi desesperación.
En un beso tierno, con desesperación pero suave, sin salvajismo.
- Jamás dejas terminar a nadie las palabras- dijo sujetando con sus cálidas manos mi rostro.
- Pensé que- dije sonrojándome al ver esos ojos brillantes penetrarme los sentidos.
- Eres una niña, entonces yo soy una estúpida al mirarte y desearte de esta forma- dijo risueña-
- Puede ser- dije haciéndome la linda- Pero sabes, nadie puede con mis encantos.
- No lo creo- dijo besándome otra vez.
Gracias a dios que estábamos en el probador porque el cargo de conciencia que seria para mi que la descubrieran a Sara infraganti no me dejaría en paz en los próximos años de mi vida.
- Sara- decía su asistente- La prensa te busca.
- Ya- dijo sonando desinteresada.
Se despidió de mí con un beso en la mejilla. Mientras yo veía como se alejaba en ese caminar tan peculiar y sexi suyo.
La miraba desde lejos, con un pequeño desasosiego, debería estar feliz por lo que había pasado, pero por primera vez la vida me había enseñado a ser realista.
Y la realidad era que ella era mucho más que la Turca, era más imposible aun que en el corazón de la Turca exista amor, para mi Sara era más imposible que eso.
Porque soy consiente que la vida no son solo hechos, sino que también son realidades, son pequeñas cuestiones, pequeñas cosas.
Y nuestras diferencias eran gigantes.
No solo el simple hecho de que no nos conocíamos lo suficiente. Si no que al verla rodeada de toda esa prensa, hablando amigablemente, mientras todos el mundo la idolatraba me hicieron ver que aunque Sara era un sueño de mujer, era una mujer realista, sencilla y buena gente, yo no era suficiente para ella.
Ella merecía a un empresario prestigioso, o a una persona famosa que le pudiera dar todo lo que yo “una simple niña no podría darle jamás”.
Cuando me acerque a Mía y a las personas que la rodeaban pude comprobarlo. Uno de ellos, un chico muy apuesto que vestía traje de gala le pedía el numero de teléfono de “Sara Aglioti”, el cual Mía como buena amiga en mi presencia no se lo dio.
Después de unas horas mas, fuimos al departamento de Mía, en el cual ya había varios mozos prepararos para servir y consentir a toda esa gente superficial toda la noche, a la gente top.
Yo me senté a tomar un fernet blanca menta, mientras veía coquetear a modelos y jugadores de futbol amenamente.
El rostro que profesaba tal vez no era digno para que alguien se acercara a charlar amistosamente, porque solo me faltaba el cartel de “No te acerques” para que algún idiota lo tuviera en claro.
Angélica a diferencia de mí estaba muy cómoda con sus nuevos amigos fashionistas como ella. Era simple, era claro, ese era su mundo no el mío.
La cosa se puso más frenética cuando empezaron a bailar más hot, y pasaban música electrónica, tan molesta para mis oídos.
Fue así que me aleje al balcón que Mía había abierto esa noche, por suerte solo había unas parejas en el gran sector abierto al aire libre.
No pude evitar volver a llorar, pero esta vez no llore por ninguna mujer, ni por la Turca ni por Sara, sino que llore por sensibilidad, algo que odiaba tanto en mí y aparecía a veces, simplemente que ahora no podía ocultarlo y lo dejaba relucir.
Llore por no tener la suerte que tenia esa gente dentro del departamento, gente llena de futuro y dinero que podría poseer a quien quisiera cuando quisiera.
Llore por extrañar a mis padres. Por extrañar a mi ciudad, llore al darme cuenta que este mundo no era mío, algo que ya sabia pero del cual me estaba acostumbrando.
Y después si llore por el amor. Por no poder tenerla, ¿Por miedosa? No claro que no, porque no le puedo dar todo lo que ella se merece.
Llore porque mi primer amor era una cínica ambiciosa. Algo que sabía pero seguía siendo una inútil que seguía sufriendo otra vez.
“Así es la vida Amy”- me dijo alguien una vez. Le dijo alguien a una soñadora, una soñadora que con tantos golpes ha aprendido a ver la realidad. Pero de sueños siempre he vivido y de sueños seguiré alimentando mi poca cordura, mi poca felicidad.
- Que lindo seria vivir del olvidando Alcohol- dije mirando el baso mientras me reía de mi misma.
Estuve ahí varios minutos más. Cuando estaba a punto de irme, sentí ese perfume tan conocido para mi impregnarme los sentidos una vez mas.
- Te estaba buscando- dijo dulcemente recostándose en la barra, mientras una coqueta mirada se apoderaba de mi.
- Ha- dije haciéndome la desinteresara, siendo fría con ella.
Nos quedamos en un incomodo silencio unos minutos, yo mirando las calles mientras ella trataba de averiguar que pensaba.
- Te ha molestado algo- dijo frunciendo el ceño.
- No para nada- dije serenamente mirándola directamente a los ojos.
- Es que estas- dijo cuidando sus palabras.
- Soy asi Sara- dije tratándola vacilante.
- ¿Qué te pasa?- dijo sonriéndome.
- Sara- grito un chico desde la puerta/ventana.
- Ve- dije mirándola mas tranquila.
Pensé que se iría, pero otra vez me sorprendió.
- Voy- le dijo a aquel chico apuesto cual rostro se me hacia familiar.
El chico entro al lugar en cuanto Sara le tiro esa indirecta.
- ¿Prefieres estar con una niña de dieciséis años en vez de con un jugador de rugby famoso?- dije recordando quien era el.
- Una niña autentica y única- dijo casi en un susurro profesándome una sonrisa que jamás olvidaría, una sonrisa llena de ternura y mensajes.
- Dicen que los borrachos son sinceros- dije mirando el vaso que tenia- Yo no soy lo que esperas, ni tampoco soy lo que quieres- dije exhalando profundamente aire mientras la miraba que en ese momento era mas alta que yo.
- Dame razones- dijo entrecerrando esos ojos verde agua brillante incluso mas brillantes que la luna que era el testigo de mis palabras esa noche.
- Soy cobarde, son sensible, soy egocéntrica- dije sin respirar- pero sobre todo- soy nada de lo que buscas. Vivo en una villa en Colombia, se que jamás seré algo escribiendo y aun así lo hago. Tengo unos padres que no me quieren y que pasan de mí- tome una pausa sin poder mirarla a los ojos- Yo Sara, jamás te podría dar la vida que te mereces.
- Yo Sara- dijo con una amplia sonrisa juntando sus manos con las mías- Deje una vida con todo servido, deje una vida alocada, para volver a otra mas alocada sin excesos, deje una vida llena de supersticiones para volver a un mundo con gente mas supersticiosa. Yo Sara jamás me he enamorado, jamás he mirado a una mujer como lo hago contigo, jamás me ha interesado tanto alguien como tú, y yo Sara, te elegiría mil veces por encima de todos esos niños de papá y mamá. Porque eres autentica, porque no tratas de ocultar lo que eres, y con solo ver el rabillo de tus ojos puedo saber quien eres, y eres todo lo contrario de la gente de allí adentro. Tu eres pura y sincera- sentenció mientras sus brazos me abrazaban el alma y el cuerpo.
- Yo no te merezco- dije abrazándola aun mas fuerte.
- ¿Y tu crees que yo si?- dijo riendo en mi hombro- Vallamos con calma niña, mi niña.
- Odio esa palabra- dije riendo.
- Lo se- dijo mirándome otra vez- Es que ya eres toda una mujer allí adentro, entonces también quieres que te lo crean- dijo tratando de vacilarme.
Esos ojos verde agua, más hermosos que la caricia del mar y la arena, más exóticos que una lluvia de estrellas.
Hermosa, Sara hermosa. Gracias por salvarme de mi calvario, gracias por dejarme mirar hacia otros ojos, que no sean solo los de ella.
Recuerdo que en esa noche todavía sentía el miedo consumirme, las dudas inculcadas como siempre en mi ser, al entrar otra vez en la fiesta y el ver las miradas de aquellos chicos exitosos posarse en la diosa de los ojos más exóticos del mundo.
Pero Sara no despegaba sus ojos de mí, como si mi rostro fuera un bello espectáculo, me miraba con esos ojos más brillantes que las estrellas. Recordándome con gestos sus palabras. Su interés hacia mi… Una pobre plebeya.
Todavía me sigo preguntando, todavía sigo pensando que ella no es más que una musa que solo en sueños puedo encontrar, y por eso me pregunto si aun sigo soñando, soñando que es de la única forma en que puedo borrar a La Turca de mi vida.
Cuantas veces me pregunte si lo que sentía Sara por mi era amor de verdad, si ella me amaba como era en realidad. Pero después, pero solo en un tiempo después pude comprobarlo con mis propios ojos.
Dios… Sara es un ángel, un ángel que la vida me regalo para sanar todo el dolor que viví.
(…)
Mi relación con ella no fue fácil, ni tampoco fue concisa y precisa, al principio todo fue un sube y baja. Y no era por ella, dulce y tierna, era por mi actitud tan excéntrica de ver el amor en ese momento después de todo lo que había vivido. También quería que ella se alejara, porque en el fondo sabia que alguien como Sara no me cabía, que ella era demasiado para mi, y no lo digo por su belleza, ni tampoco por su status social ni por el mundo al que pertenecía. Lo digo porque esa es la verdad.
Dirán que tengo problemas de autoestima, pensaran que soy una idiota, o tal vez que estoy loca. Pero son pensamientos mas acertados; aunque yo prefiero seguir excusándome de aquel dolor interminable del amor que me clavo una espina en el medio del alma de la peor forma del mundo; enseñándome a andar con recelo en la vida, enseñándome a no querer amar.
Yo me moría por ella, eso no lo puedo negar, ¿Quien no podría morir por ella?, pero también me renegaba a sentir por temor y esa era mi verdad.
Y tal vez por eso ella se canso de esperar mis pasos o que cediera algo de terreno y… duele hasta escribirlo, pero empezó a salir con un famoso Polista.
(…)
Esa mañana había ido con Mía a la empresa, ya que solo faltaban pequeñas puntos para la publicación de Karma, por eso la acompañaría a la empresa a buscar unos papeles para ir luego a la editorial.
Pensé que jamás me molestaría, es mas a veces cuando pensaba en estas cuestiones con referencia a Sara pensé hasta que no me importaría, ya que nunca la sentí mía, y todavía sentía que esto no era mas que un sueño ajeno del que no podía ocupar, ni tocar, ni intentar.
Pero lo que vi, lo que vi tal vez fue un cachetazo en el rostro, un cachetazo con el cual el destino me decía ¡Pendeja abre los ojos!.
Verla esa mañana en la oficina de Mía felizmente con Mathew Kluger el famoso jugador de Polo, el galán francés, ese por el que todas las chicas, basto para que mis perspectivas cambiaran, para que volviera a sentir ese dolor punzante en mi estomago, ese dolor que sentía las noches desoladas al escuchar como la Turca se entregaba a su placer, un dolor que tanto conocía y del que tanto temía volver a sentir. ¡Y es que ese sentimiento es peor que el desamor!... Celos, los celos me carcomieron cuando vi sus dulces ojos sonreírle a ese chico que llamaba novio.
- ¿Que pasa aquí?- decía Mía en tono burlón. Mientras veía muy acaramelados a Sara y Mathew abrazados en su sofá.
- Te quería preguntar si se puede posponer la sesión de fotos de mañana, voy a viajar a Paris- dijo esto sujetando la mano de aquel chico con figura atlética, ojos verdes, cabello negro y rostro casi perfecto.
- No se pude- dijo Mía mirándola seria esta vez.
- Vamos Mía que Matthew me ha invitado a una cena familiar.
- ¿Qué ya harán oficial lo suyo?- dijo esta asombrada.
- Así es- dijo el orgulloso.
- ¿Podemos hablar a solas?- dijo Mía con una pequeña sonrisa.
Mathew después de saludar con dos besos en la mejilla a Mía se alejo por la puerta, y cuando yo estaba por hacer lo mismo, para sorpresa mia hizo que me sentara en la silla que quedaba frente de su escritorio con una seña con la mano mientras sus ojos estaban clavados en la pc.
- Si quieres puedes hacer la sesión de fotos hoy- decía Mía serenamente.
- Hoy si puedo- dijo Sara con una pequeña sonrisa dibujada en los labios.
- Pero yo no te podre acompañar Sara, tengo muchas reuniones- dijo en un corto suspiro- Pero se de alguien que si- dijo esto ultimo con una sonrisa en los labios mientras sus ojos me carcomían.
- Esta bien- dije en un largo suspiros porque a Mía no sabia decirle que no.
- Perfecto- dijo risueña- Entonces todo arreglado.
- Y en esto nadie me pregunto a mi si yo quería- dijo Sara sonando molesta.
- No tienes opción- dijo Mía mirándola seria- Necesito la nota para pasado mañana.
A esto Sara no contesto y después de inmutar un suspiro profundo se alejo sin siquiera mirarme, como si yo no existiera, como si fuese nada para ella.
Sentí una punzada enorme recorrerme después de lo que paso, hasta Mía se había dado cuenta de la conmoción que me hizo sentir su reacción.
- Dale tiempo- dijo al tiempo que me entregaba la dirección y yo tendría que ir detrás de Sara.
- Este favor me lo pagas- dije secamente antes de salir su oficina.
Al salir me quede con una imagen que hizo revolver todas mis entrañas otra vez, ni siquiera en mi sano juicio, mi frialdad, mi tranquilidad pudo mantenerse intacta. Si Sara hubiese visto mi rostro de embobado, de enfadado y furioso se habría reído.
Sentir ese sentimiento otra vez, un sentimiento o una emoción que todos habrán sentido alguna vez y del que los orgullosos niegan a recordar y a sentir, fue volver a recordar todo lo anterior, lo anterior que dolía y seguía quemando aun los sentidos.
Pero quien era yo para arrebatarla de aquel beso a la diosa rubia, ¿quien era yo?; no quien era el para besarla; para tocarla; nadie podía, nadie debía porque ella era… ¡intocable!.
Fue así que en un impulso que todavía no entiendo la jale con tanta fuerza que aquel chico se me quedo mirando como si estuviera loca. Ni siquiera escuche las protestas de Sara, con la fuerza que tenia la jale y ella ni siquiera trato de detenerme, ella siguió mis torpes y tontos pasos con quejas.
“que te pasa tía”- era lo único que decía, pero yo no la escuchaba, solo escuchaba el fuero interno que tenia dentro, ese sentimiento que no me dejaba respirar y me hacia apretar fuerte los dientes hasta rechinarlos como si algo me molestara profundamente… es que me molesta, me molesta que el se crea tu dueño Sara.
- Para- dijo vacilante, y en cuanto levante la vista no se porque ni como estábamos en una plazoleta enfrente de la empresa. Fue allí que un sentimiento de pena me invadió ruborizándome completamente las mejillas y sin poder reaccionar de otra forma que mirando el pastizal verde que había debajo de mis converses.
- Yo, yo- dije sin poder articular palabra alguna, sin poder mirar esos ojos que eran mi delirio.
- No digas nada- dijo levantando levemente mi mentón- Sea lo que sea que te moleste dilo- dijo penetrándome esta vez con esos ojos verde agua que ese día estaban mas intensos.
- No se que me molesta Sara Aglioti- dije recobrando mi postura habitual frente a ella.
- Algo debe molestarte no puedes tirarme de esa forma frente a mi novio- dijo con tono mas agudo esta vez sin perder sus gestos serenos de siempre.
- No digas esa palabra- dije girándome furiosa.
- ¿Cual?- dijo moviéndose para captar otra vez mi atención- Novio, novio, novio- repitió sin respirar, risueña como si eso fuera una broma para mí.
- Te he dicho que no lo digas- dije sujetándole fuertemente los hombros.
- Cállame- dijo mirándome fijamente a los ojos, ya que nuestros rostros estaban a solo 5 cm de distancia- Novio, novio- cuando estaba por seguir hablando le tape la boca con la palma de la mano.
- Así esta mejor.
- Novvvvioo- decía medio inentendible pero se escuchaba.
La solté levemente, pero sin poder evitar lo inminente, lo que tanto había deseado. Me apodere de sus labios rápidamente, impidiéndole reaccionar, y la bese con frenesí, con desenfreno, un tanto violento, pero presa de la desesperación de lo que había visto y de que sus gestos fueran tan provocativos hacia mi.
- Lo siento- dije después de unos minutos, después de darme cuanta de mi ridícula reacción.
Cuando estaba por girarme, sus palabras… esas palabras un cachetazo en mi rostro un cachetazo que todavía recuerdo risueña en este momento.
- Deja de ser una pendeja- dijo vacilante
- Mi edad me delata entonces- dije entrecortada.
- No pendeja no- dijo con gestos pensativos- DEJA DE TEMER- grito en mi rostro en una actitud que jamás había visto en Sara, para luego correr a la cuadra de enfrente en donde estaba la empresa.
Me reí de mi misma en ese momento, me reí porque no sabia que sentir ni que decir, ni como actuar, ni siquiera se que escribir de ese momento todavía, porque era como un cuerpo sin reacción, pero no me sentí mal ni tampoco puedo decir que me halla sentido bien, simplemente no sabia como reaccionar ante lo obvio. Ni siquiera entendía porque había sido un mes tan mala y fría con Sara si ella me encantaba, ella me enloquecía.
Que yo no tenga razones para vivir no quería decir que no podía encontrarlas, y menos podía pensar que no podía encontrar una razón para vivir en sus ojos; escribir para su belleza, y elogiar cada rasgo de ella.
Y si tuviera que encontrar una razón para mi actitud de esos meses hacia Sara la explicación mas simple seria que fui una pendeja como ella lo había dicho. Pero que lejano estaba eso de la realidad, una realidad que duele pero es la verdad una realidad que quise minimizar y no escribir pero todos saben, y yo soy consiente que no puedo dejar de escribir lo que siempre sentí en esos meses. Y era ese sentimiento de traicionar a mi Emel. Una Emel que no era mía, que no era de nadie, pero a la cual ame como a ninguna, y ese temor de volver a rescribir la misma historia, volver a sentir ese dolor que por las noches me mataba y de día no me dejaba respirar sin pensar en esos ojos ámbares exóticos. Sara es bella, es más bella que Emel, y que cualquier mujer del mundo, pero Sara no es Emel y eso siempre lo tuve muy en claro.
Simplemente que esa mañana me di cuenta que tal vez ella podría mover en mi sentimientos que solo Emel podía.
- Sara- grite desde el otro lado de la calle, al despertar del largo sueño, con el temor de no tener el valor luego de decirle lo que pensaba
Ella giro al tiempo que yo corría detrás de ella. Esa sonrisa iluminada por el sol de la mañana y su cabello rubio jugando con el viento es una imagen que jamás olvidaría, una imagen tan viva y llena de inspiración para mí.
- Quiero intentarlo- dije agitada- Quiero perder contigo este miedo horrendo que me invade- acaricie suavemente su rostro para decirle suavemente- Quiero que me enseñes a olvidarla.
“Quiero encontrar otro amor para olvidarme de ti para toda la vida”. Emel.
Como había dicho anteriormente lo mío con Sara fue lento, y no fue lo que digamos preciso y conciso. Ella después de mis palabras, no solo me sonrió y sin articular palabra alguna subió al auto sino que aunque yo perdiera la paciencia e hiciera todos los intentos por obtener una respuestas de sus labios ella parece que se había empeñado en hacerme sufrir por toda la frialdad que le había tirado meses atrás.
En nuestra estadía por el auto no hablo, solo se empeño a sonreírme y yo no estaba para rogarle nada que digamos ese día. Porque aunque lo intentara e intentara ella me iba a castigar y yo solo me iba a desesperar.
Pero al ver su sesión de fotos, al verla tan hermosa, tan sofisticada, como aquel día en la pasarela una vez mas me hizo sentir especial. Si Sara una chica que era el sueño de cualquier hombre en el mundo se fijo en mi entonces algo digno tengo.
Me di cuenta de dos cosas: la primera era que estaba decidida a luchar por conseguir un lugar en su vida y la segunda era que lo haría porque solo a pocas personas la vida les regala oportunidades de esta magnitud. Emel era el pasado, un pasado que debía borrar como pudiera, un pasado que no me tenía porque cortar las piernas.
Y con ese pensamiento pase meses de rigor y de desesperación, ya que Sara cuando podía no hacia más que hacerme sentir el rigor de los celos y de la indiferencia. Yo sabia que ella no podía querer a aquel polista, aunque era hermoso y rico y debo aceptarlo… era terriblemente tonto, y si de algo conozco a Sara es porque se que ella es autentica y única, y lo superficial estaba tan lejos de ella.
Pase semanas intentando e intentando evadir su muro que día a día iba creciendo, hasta que al fin me dio tregua y dejo de sonreírme con malicia e indiferencia.
Ese día fue el día en que se celebraba la fiesta por que mi libro Karma había sido publicado.
Fue una fiesta intima, sin esa música excesiva y con los encargados de la publicación en si.
No eran más de treinta personas.
Debería escribir si sentí o no esa emoción emanante al tener en mis manos la obra de mi vida. Pero no, no sentí esa emoción, ni tampoco me sentí feliz, pero por nada del mundo podía sentirme triste.
Solo sentí extrañeza, no sentí sorpresa, no se que podía haber sentido, pero no lo puedo describir ya que no encuentro las palabras exactas.
No me daba igual, pero al tenerlo en manos recordé tantas cosas ese día, tantos momentos de mi vida, recordé a mis padres, a mi vida en Cali. Tal vez no sentía más que desasosiego por extrañar.
Pero también fui consiente de que allí comenzó la aventura de mi carrera, ya que después de eso vendría las angustias y la rabia si las cosas no salían bien, y aunque salieran bien comenzaba la lucha, comenzaba mi carrera.
- En que piensas- dijo ella rompiendo mis vagos pensamientos.
- Nada en concreto- dije en una pequeña vacilación- estas hermosa- no pude evitar decirlo, aunque se hubiese dado cuenta de la forma en que la veían mis ojos. Es que estaba hermosa realmente hermosa, en un vestido corto de lo que seria un diseñador de la alta moda porque el material y la costura lo delataba, era de un plateado brillante con abertura detrás corto.
- Gracias- dijo sonriéndome pícaramente aquella chica de esas piernas largas e interminables y esa piel perfecta.
- Raro que me estés hablando- dije sin poder evitar la ironía.
- Primero que nada quería felicitarte- dijo muy risueña y con un tono tan tranquilo que podría dominar a cualquier bestia- Y segundo te informo que ya no te seguiré torturando y te volveré a hablar-
- Y después me dicen pendeja a mi- dijo otra vez sin poder evitar la ironía.
- Te lo merecías- dijo con una mueca en el rostro.
- Lo se- dije entrecerrando los ojos- Por eso no te reprocho nada- sujete su mano con temor al rechazo pero lo hice en fin y ella se ruborizo con el contacto- Solo el hecho de que no me hallas respondido el otro día.
- ¿Necesitas que te responda?- dijo con una sonrisa que abarcaba todo su rostro angelical.
- Si- dije exasperante sin poder ocultarlo en mi mirada nerviosa-
- Yo no se como ser difícil contigo- dijo acercándose tiernamente a mi rostro.
- Entonces déjame avanzar- dije juntando mi frente con la suya, sin darme cuenta de que estábamos a la vista de todas las personas de lugar.- Se mi inspiración Sara.
- Si me lo dices así no podre evitarlo- dijo serenamente mientras sentía su rico aliento a menta soplar en mi rostro.
- No lo hagas- dije al tiempo que sentía sus labios sobre los míos. Sus dulces y suaves labios en contacto con los míos.
Quisiera encontrar en tus pechos la paz añorante para mi alma, quisiera encontrar detrás de tus ojos el olvido que tanto sueño desde el día en que ella entro a mi vida. ¿Por qué no puedo? Porque no puedo encontrarlo si se que lo merezco. Quisiera encontrar detrás de esos ojos verde agua el cielo azul, el cielo azul que en tanto tiempo ha sido negro…
Sara… mi Sara... ¿Tú me amas realmente?; Tú me amas como realmente soy? ¿O me harás sufrir en carne propia las injurias de mi destino?
Su mano me impulsa y no puedo detener mi cuerpo, ella corre y corre. Ella sigue sin que yo pueda detenerme como en esa mañana en que yo la robe de los brazos de aquel hombre.
No me interesa que la gente nos mire, no me interesa ni que ellos estén en ese salón por mí no la detengo, dejo que ella como una niña pequeña entre risas me condujese al balcón del salón.
- Están hermosas- dije mientras destellaban en mi vista un cielo estrellado- Pero no brillan mas que tus ojos- me anime a decir mientras corría de su rostro un mechón de sus cabellos rubios.
- Gracias- dijo mientras sus mejillas se ruborizaron, algo que me hizo estremecer ya que jamás la había visto así… tan niña y mujer, más angelical de lo que realmente era.
- Yo no entiendo nuestra situación, antes no me importaba no entenderlo- dije antes de tomar una pausa- Pero ahora lo que mas deseo es que tus labios sentencien mi destino- dije acariciando sus suaves mejillas.
Ella no hablaba, y solo miraba hacia el horizonte mientras el frio viento y la briza jugaba con sus cabellos.
- Tu que sientes Sara- dije exasperada por su silencio.
- Ni yo lo entiendo- dijo tiernamente- solo se que necesito de ti como de ninguna otra persona- dijo mientras sus ojos se clavaban tiernamente en los míos.
“así como yo necesite a la Turca”- fue lo que pensé sin animarme a articular… jamás podría con ella no, jamás la nombraría frente a Sara.
- Mathew y tú- dije nerviosa temiendo la respuesta.
- El es un amigo que me ayudo a que la persona que amo me abriera un poco su corazón- dijo dulcemente.
- ¿Qué?- dije asombrada
- Lo siento- dijo pícaramente mientras se abrazaba a mi cuerpo
Estuvimos agarradas de las manos sin decirnos palabras, mirando hacia las estrellas. Como si pudiéramos encontrar las respuestas de nuestro destino en ellas, las mirábamos con dulzura, mientras el viento soplaba en nuestro rostro.
Podría estar una vida así sin cansarme, buscando que estrella se comparaba con el brillo de la mujer que siempre soñé… podría estar toda una vida sumergida en sus ojos encontrando una paz que siempre busque.
Pero esta es la realidad…
- Tus fans te esperan- dijo dulcemente despertándome de mi sueño.
- No quiero- dije protestante mientras sus manos me conducían una vez mas y mi cuerpo no sabia como decirle que no.
Al regresar me encontré con una mirada picara y risueña de Angélica y Mía que chismoseaban entre si como dos viejas chusmas que eran.
Es verdad que yo podría describir más en esta historia. Mi historia con Sara… pero no quiero faltarle a su verdadera protagonista. Ya que yo no soy la protagonista de esta historia, ni tampoco es Sara, ni ninguna persona que nos rodea… La historia tiene un nombre y una única dueña y ella es mi diosa árabe, la diosa que me rompió el alma en dos… solo ella, la mujer tan imposible y lejana para mi corazón.
Es por eso que decidí hacer imparcial mi historia con Sara, aunque ella sea mi inspiración y la que volvió a mi vida los sueños, la esperanza y el sentirme por primera vez amada y protegida.
Esta historia no es suya, ni mía, ni de nadie, es solo de la Turca…
Sara tiene tantas historias, tiene tantas palabras de las que ella solo es dueña que es una falta detallar en la historia de Emel su preciosidad.
Pero no seré tan cruel, y diré imparcialmente como dirían otros autores de los cuales me molesto al leer cuando hacen cita a este estilo.
Si… Con Sara he aprendido a ver la vida de otra manera, he aprendido a ser feliz sin tener que llorar o soñar.
Ella me ha entregado su vida, me ha entregado su cuerpo, sus labios, sus ojos. Se ha entregado como yo un día me he entregado a La Turca, y yo me he entregado a ella con recelo y con miedo en un principio pero aprendí a hacerlo con el tiempo… me entregue a ella.
Aprendí a amarla, sin olvidar al amor de mi vida, pero he aprendido a amarla y he crecido entre sus brazos, me he hecho mujer físicamente entre sus brazos. He visto ver como de ser una modelo top se ha vuelto en una leyenda en el mundo de la moda, y ella ha visto como mi carrera creció. Hemos pasado tantas cosas juntas, hemos aprendido a amarnos y entregarnos de una mil forma, y no solo eso, ella me ha enseñado que la vida no es tan mala, que no esta tan llena de karma para mi, me ha enseñado a ser feliz solo con posar sus ojos en los míos. Que es por eso, que Sara no puede quedar fuera de ninguna historia de mi vida.
“Gracias por volver realidad mis sueños… Gracias por amarme como realmente soy… Sara”
(…)
Había pasado unos tres años desde esa noche, desde la vez en que Sara entro en mi vida definitivamente como mi mujer para no irse jamás. Por que eso era seños y lo digo con tanto orgullo y placer… Ella era solo mía.
Cuando en un desfile en Turquía, en el cual acompañe a Sara; agotada esa noche por los focos en que se presentaban encima de mi y de Sara ya cansada de tener que ser centro de la prensa, no solo por tener una novia modelo sino porque mis novelas habían tenido una buena repercusión y buenas sumas de dinero.
Me senté en la primera fila como en todo show, para presenciar la magia que creaba Sara en la pasarela dejándolos a todos con la boca abierta, dejándolos expectantes de su belleza, mientras me reía pícaramente al ver los rostros de los hombres ricos y ostentosos verla con deseo.
Si me preguntan yo todavía no lo creo, no lo entiendo, como Sara teniendo a todos esos magnates detrás termino con una niña de dieciséis casi diecisiete años antes. Pero como ella me dijo en una noche de placer, mientras mis manos entrelazadas junto a las de ellas le preguntaban aquello.
- “Hay cosas que no hay que entenderse, tu misma lo describes así en Karma- dijo dulcemente- Entonces yo solo lo siento y trato de hacerme sentir bien a mi torpe corazón sin escuchar a la razón… no se que te vi- dijo al fin risueña-“
Al principio se me hizo difícil contener los celos de verla cerca de alguien, o ver como la miraban sin escrúpulos. Pero con el tiempo ella me enseño a confiar y ver que me amaba en realidad.
No quiero irme de las ramas, ya que estaba relatando que esa noche como en todas las “pasarelas” estaba en primera fila, en uno de esos desfiles de gran prestigio y nivel, que se veía en los escenarios y salón perfectamente diseñado acorde con el tema y que seguramente debía salir una fortuna montar shows así.
Cuando la vi… y mi corazón casi sale desbocado por la sorpresa. Casi me muero del cosquilleo insoportable del estomago cuando la vi tan preciosa como siempre alado de ese tipo que era su marido. Hasta en un momento pensé que se me salía el corazón por la forma brutal en la que latia.
Tenía puesto un vestido negro, negro como su alma, sus cabellos negros en un peinado sin recoger todo el cabello. Y los labios de un color rojo rubí, mientras desde lejos podía divisar esos ojos de color ámbar que jamás olvidaría.
Ella no me había visto, ella no se percato de mi presencia mientras yo la miraba tristemente desde lejos, sin saber que hacer o que sentir.
Ya que jamás me esperaba encontrarla, y menos de esa manera tan feliz con Ali de la mano sentados comentando seguramente lo que seria el desfile.
En realidad jamás me imagine volver verla en mi vida y que sucediera fue tan fuerte que me quede petrificada en mi asiento sin poder reaccionar un tiempo hasta que sus ojos se encontraron con los míos, y ni ella pudo ocultar la sorpresa.
Nos miramos desde lejos sin decir nada, mientras la música y los show de luces comenzaban, mi vista y sentidos no podían moverse de aquella dirección en donde estaba ella, tal vez a ella le había pasado lo mismo ya que también me sostuvo la mirada sin moverse del lugar, sin vacilar.
Casi me muero cuando vi como sus labios me sonrieron desde lejos, esos labios que fueron tanto tiempo mis sueños y mis delirios, y con los que quemo mi piel esa noche. ¡Me sonrió como si nada hubiese pasado!
Entonces ahí recordé quien mierda era Emel y como una niña pequeña enojada deje de mirarla y mire sin interés el desfile, impidiéndome a mirarla de reojo, impidiéndome sentir desasosiego o extrañeza por su presencia. Quise que verla otra vez fuera nada más que algo corriente y natural que debería pasar porque el destino es así y siempre te vuelve a poner a las mismas personas una vez más. Entonces como una niña pequeña dolorida yo tendría que saltar sobre “La roca”.
Seguí con esa posición hasta que Sara salió a pasarela encendiendo al público. Mientras en mi interior me repetía una y otra vez la suerte que tenia por tenerla en mi vida, pero algo había cambiado en esa frase que siempre decía al verla caminar y destellar su belleza.
Había cambiado porque al verla pasar no pude evitar querer mirar a la dueña de mi verdadero dolor.
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