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domingo, 24 de abril de 2011

La Turca III

La Turca III

“Quiero dejar de Sentir”

Puedo mirarla mil veces de reojo o directamente. Puedo verla sin miedo y sin reparo directamente pero hay algo que cambió… y es el simple hecho de que ya no soy una niña; ya no soy la pequeña niña que creía saber tantas cosas en el mundo mientras en él había tanto por aprender. Porque la realidad fue esa, no fui más que una niña al que el mundo veía crecer a través de golpes y realidades de la vida. La niña que pensaba que no habría un mundo después de ella.

“Si busco en sus ojos puede encontrar mi verdad. Si yo busco en los ojos de Sara puedo encontrar la paz… ¿Pero que puedo encontrar en aquellos ojos ámbares que no me traen más que dolor? Todavía no se describir aquel sentimiento diferente que me hacen sentir con el solo hecho de posarse sobre mi”

En este momento me he preguntado constantemente sin casi vacilar, la misma pregunta a cada momento.

Como puede ser que, aunque yo pasase de verla, el destino otra vez me la ponía ahí. ¿Y porque me la ponía si todo estaba yendo bien? Todo marchaba bien hasta que la vi, y fue tan fuerte volver a verla, fue un sentimiento tan fuerte volver a ver esos ojos ámbares que creí jamás volver a ver que aun hoy siento ese leve estremecimiento recorrerme el cuerpo.

Me gustaría volver a perderte, me gustaría perderte entre la multitud como alguien más, como si no fueses nadie, como si fueses una chica linda nada más, una chica con una belleza diferente que me impactó. Pero cómo quisiera que fueras solo eso: “una entre el montón”.

Creo que ya has dejado tanto en mi, me has enseñado tantas cosas que sé que jamás hubiese aprendido si no te hubiese conocido. Esa espera interminable que tenia antes porque llegase una mujer y me borrara el dolor entre besos y caricias. Pero en vez de eso tú no hiciste más que agravar el dolor y enseñarme a golpes de acciones que no todo era lo que yo creía y que detrás del dolor había más dolor.

No quiero volver a tropezar con la misma piedra, no quiero que me vuelva a doler ahora que soy feliz. Es por eso que no quiero verla resplandeciente con su vestido negro frente de mi…. Porque tengo un temor atroz, un temor que me hace temblar, y es el temor de volver a caer en la trampa de esos ojos ámbares.

No quiero volver a caer en su trampa. En su don de la seducción, en esos ojos que fueron los primeros en acariciarme el alma, no quiero caer en esa tímida sonrisa… no quiero caer porque sé que no es mas que una mariposa traicionera, una mariposa del dolor y eso, ¡eso nadie lo cambiará!

Ella me sonríe, ella me mira tiernamente otra vez, sin reparos, sin timidez, ella me mira sin palabras como si nada hubiese pasado, como si todo fuese igual y ese escenario fuera en realidad la casa de Angélica.

No puedo dejar de mirarla, perdida del mundo. Hasta que veo como Ali la besa frente de mis ojos.

¿Qué sentir o que sentí? Debería sentir indiferencia. Pero sentí decepción, una pequeña punzada para volverme otra vez a la realidad.

Ella seguía siendo la misma, la misma Turca que me partió el corazón, la misma Turca mentirosa y seductora.

Después de una hora, había terminado el desfile y yo tenia que ir detrás de escenario a felicitar al ángel de mi corazón.

Cuando ingresé al lugar me encontré con todo un grupo extenso de maquilladores y modelos brindando con copas de champagne por el éxito de la pasarela.

Esperé en un costado, viendo como su risa coqueta me contagiaba también la risa. Hay cosas que no pueden entenderse y esta es una, reír mientras la otra persona ríe es algo tan natural pero algo inentendible ¿De que te ríes si no entiendes o no escuchas que dice? Quisiera escribir en bellas palabras que reí porque ella reía y si ella reía yo era mas feliz aún.

Que bella que era Sara, que hermosa era realmente y qué suerte tenía yo después de todo en que alguien como ella quisiera seguir brindándome su amor y su apoyo.

- Felicidades- dije al tiempo que veía su peculiar caminar acercarse a mí.

- Gracias- dijo con su peculiar sonrisa abrazándome

- Te amo- dije dándole un beso en la mejilla- Te amo tanto- dije al fin besándola.

- Yo te amo mas aún- dijo dándome un pequeño pico.

- Tenemos una fiesta organizada por Tiffani & Co- dijo la diosa de mi corazón mientras juntaba sus cosas.

Después de que empacó sus cosas, nos fuimos agarradas de las manos hacía la dichosa fiesta. Pensé que después de todo ese tiempo Emel ya se había ido del hotel pero solo cruzar el salón escuche la voz de Ali deteniéndome. Me dieron unas ganas enormes de sujetar fuerte la mano de Sara y correr como aquella mañana en la plazoleta. Correr para no volver a verla, pero correr en ese momento era ser una cobarde, era demostrarle que todavía seguía siendo una niña. Una niña a la cual le dolía verla, le dolía verla feliz de esa manera, una niña que seguía hipnotizada por su belleza y por sus encantos. Y aunque eso pueda ser levemente real… ¡No puedo aceptarlo!

- Amy- decía la tonada peculiar de Ali.

Me gire lentamente rezando que ella no estuviese junto a él.

En cuanto la vi, dudé en saludarlos o correr como había dicho, correr sin mirar hacia atrás.

- Hola- dije indiferente

- Tanto tiempo- dijo él acercándose a nosotras con Emel de la mano mientras los custodios seguían sus pasos detrás.

- Así es- dije poniéndome tensa al sentir sus ojos examinarme.

- Quién hubiese pensado- dijo risueño-

- ¿Qué cosa?- dije inmediatamente tajante.

- Encontrarte aquí- dijo aquel individuo mientras examinaba con su mirada a mi novia.

- Por cierto- dije al darme cuenta que había sido una maleducada y si Ali se había acercado a nosotras y estaba mirando de esa forma a Sara era porque realmente la quería conocer, y no iba a ignorar al orgullo de mi vida- Ella es Sara, Sara Aglioti mi novia- dije con una leve sonrisa triunfadora hacia Emel.

- Un gusto- decía Ali medio eufórico- Soy un gran fan tuyo- dijo al fin en un tono medio ahogado- Es por ti el hecho de que hallamos venido desde Arabia.

- Buenas- dijo Sara con su amabilidad de siempre- Es un gusto conocerlos- dijo al fin estrechándole la mano a Ali.

- ¿Qué fue de ti?- dijo Ali dirigiéndose a mi- No te hemos vuelto a ver por Cali hace años, y ahora estas hecha toda una mujer- dijo mientras la Turca no hablaba y se mantenía en el margen con una falsa sonrisa.

- Perseguí un sueño, y me salió- dije pasiblemente.

- Una alegría entonces- dijo al fin Emel, en esa tonada que pensé olvidar por el tiempo pero otra vez recordaba lo sensual que era.

- No entendimos por qué te fuiste el día de nuestra boda, pero...-

- Tenia que viajar ese mismo día- dije adelantándome, sintiéndome mas tensa por los nervios.

- Pero…- prosiguió a hablar ese torpe hombre que no entendía mi indirecta.

- Tenemos que irnos a una fiesta- dije sujetando fuerte la mano de Sara tratando de no sentirme más nerviosa de lo que estaba.

- ¿La fiesta de Tiffany & Co?- dijo Ali- Nosotros también vamos allí.

- Pues- dije sin saber que decir.

- Quería hablar con Sara sobre unos negocio no se si me lo permite en este momento- dijo Ali con tono tranquilo.

- No tengo apuro- dijo Sara profesando la misma tranquilidad- Vamos a sentarnos si quieren- dijo dirigiéndose a Ali.

- Me encantaría- dijo ese extraño hombre dirigiéndose al restaurant del hotel.

¿Qué fue en realidad todo eso. Ese hombre sabía de mi pasado con la Turca o no fue más que una pregunta?

Ya que no solo tenía a la persona que tanto me lastimó tan cerca, sino que tenía al marido de la diosa que tantas espinas clavó en mi alma.

Fue allí que me di cuenta de otra faceta guardada de mi personalidad, una faceta que jamás se había despertado en mí, y solo en ese momento nació.

El asco, la rabia, el odio al recordar todas las noches que lloré desconsolada por ella mientras ella me miraba divertida sin decir palabras. Que ganas tenía de levantarme y abofetearla despacito, o fuerte, pero quería que dejara de sonreírme de esa forma.

De esa forma tan malvada, pero tan dulce a la vez, de esa forma que me hacía enloquecer y sigue haciéndome enloquecer.

Sara y Ali hablaban mientras éste le mostraba unos papeles. No recuerdo bien las palabras que este le decía a mi ángel. Solo recuerdo que era un contrato sobre ser la imagen de un comercial de una marca de ropa que estaba creciendo -no recuerdo su nombre- y la imagen de su empresa automotriz.

Trataba de mirar al horizonte y no mirarla directamente a los ojos. Lo intenté. ¡Pero ella me provocó. Ella no me dejaba de ver directamente a mis ojos sin reparos, sin importarle que mi novia estuviera al lado mío y su marido estuviera presente.

- Pero qué- dije en un pequeño susurro pero que sirvió para que parara con su acoso visual.

La mire directamente a los ojos, me atreví a mirarla directamente otra vez a los ojos. Enseñándole toda mi indiferencia y mi frialdad, ella parece que se había dado cuenta de ello ya que de su labio rojos rubí se borró esa sonrisa triunfadora y orgullosa y no pudo hacer mas que mostrar molestia, mientras sentía como mis ojos le recriminaban y le tiraban todo la frialdad que ella un día lo hizo conmigo.

En un pasado yo la miraría tiernamente, tímidamente tratando de entregarle todo el calor de mi alma. Pero ahora, ahora no nace de mí esa necesidad. Ahora solo quiero ver molestia en sus ojos. Ahora solo quiero que vea lo feliz que soy sin ella en mi vida, quiero que sepa que me produce rabia, que me produce más frio, que me produce ASCO.

Después de unos minutos que parecían interminables, Sara terminó su charla diciéndole a Ali que lo llamaría en cuanto repasara bien el contrato con su agente.

Salimos al tiempo tomadas de la mano mientras sentía una brisa fría acariciarme el rostro.

Entramos a la limosina en silencio, Sara no me miraba, hasta que nos sentamos y sus ojos verde agua se clavaban en mí. La conocía, sabía que estaba molesta, sabía que ella se había dado cuenta. Porque ella me conocía tanto, ella me conocía aun más que yo misma. Ella se podría decir que fue la única mujer que me conoció completamente.

Muchas veces llegué a pensar que tal vez nos conocíamos en vidas pasadas. Ya que en varias oportunidades tuve ese escalofrió que sentí que ya había pasado esos momentos y se volvían a repetir.

- Estoy esperando a que hables- dijo claramente molesta.

- ¿Que quieres que te diga?- dije haciéndome la extrañada.

- Ella quién es- dijo pausadamente.

- La mujer de la cual tú me ayudaste a olvidar- dije sin vacilar mientras acariciaba con mi mano la suya.

- ¿Cómo?- dijo retirando brutamente su mano.

- Eso mismo, la puta que me rompió el alma- dije violentamente no hacia ella, sino que internamente esperara que esas palabras pudieran hacerme odiarla más.

- Es que no entiendo como después de todo lo que pasó, ella te sonreía de esa manera- dijo Sara vacilante- No parecía tensa, nerviosa. Como cuando alguien ve a un amor del pasado.

- Ese es el problema yo y ella nunca fuimos un amor, nunca fuimos algo en concreto- dije acortándola.

- Al principio pensé que le gustaste y que no era más que una descarada al mirarte de esa forma, pero en cuanto el árabe habló de su boda y lo demás, supe que se conocían.

- No quiero Sara- dije sintiendo un estremecimiento de repente por dentro recordando como si fuera una tira de flash back todo los momentos vividos junto a ella- No quiero recordar el pasado.

- Pero- dijo tiernamente la musa de mis sueños perdidos.

- Ya lloré, ya olvidé, ya pasé por todo eso, no quiero volver a contarlos- dije serenamente- Ella me lastimó mucho, y tú sabes que las cosas que duelen hay que dejarlas atrás. Yo te amo, y tú lo sabes, no tienes porque sentirte insegura ante ella. Por favor, solo mírate Sara, solo escucha cuando hablas, nadie es como tú, nadie es tan perfecta para mí y ella no tiene punto de comparación contigo- dije acariciándole suavemente el rostro.

- Ya no me dieron ganas de ir a esa fiesta- dijo con la voz quebrada- No quiero que la mires, no quiero que te vuelva a mirar- dijo abrazándome fuertemente.

- Eres la estrella de la noche- dije apretando estrechando más fuerte su cuerpo y su rostro que estaba pegado en mi pecho- Todos esperan por ti.

- Pero- dijo con la voz media quebrada.

- Algún día tendré que enfrentarlo- dije en un largo suspiro- Y quiero que estés conmigo, para que no sienta el rigor y el dolor del pasado para poder hacerlo- dije acariciando sus cabellos castaños claros- Tú no sabes lo dichosa que me siento de saber que tu me amas de esta forma, y el orgullo que siento cuando todas esas personas te miran con admiro, con deseo. ¿Ella puede hacer eso en todas las personas?

- No se- dije sonando como una niña pequeña- No creo- dijo al fin recuperando su voz tan segura y seductora de siempre.

- No puede, porque no es un ángel- dije risueña

- Me dices todo esto para endulzarme el oído- dijo tiernamente.

- Te lo digo porque es la verdad. Es que tu no te pones a ver el rostro de todas las personas- dije mientras entrelazaba una mano con la suya- Pase los mejores momentos de mi vida junto a ti, me enseñaste todo Sara, todo lo bueno que puede ser la vida. ¿Tú te crees que dejaría todo eso por una mierda?-

Ella no decía nada, solo jugaba con mis dedos y los suyos. Mientras sentía su respiración en mi cuello respirando pausadamente.

- Te portas bien- dijo de la forma más dulce del mundo.

- Claro- dije besándola lentamente.

Su lengua jugando junto a la mía, sus suaves labios comiéndome lentamente, hicieron que me calentara de sobremanera.

Sara a todo esto no ayudaba, ya que se puso encima de mí mientras sus labios descendían lentamente hasta mi cuello dejando sus rastros de saliva por donde pasaba.

Me sacó en silencio el saco, mientras sus labios se posaban otra vez en los míos.

Jamás había hecho el amor en una limosina o en un auto, no soy de las personas que aman hacer el amor al aire libre. Pero con Sara podría hacerlo hasta en un parque si ella lo quisiera. Porque ella sabia conducirme a un mundo de calor interno que nadie lograba. Era tan sensual, tan sexi, tan suave que le bastaba solo unos minuto hasta calentarme terriblemente.

No dejamos de besarnos mientras mis manos acariciaban lentamente sus muslos, y con sus manos se sujetaban en mi hombro. Palme suavemente su entrepierna mientras un gemido de placer salía de sus labios.

- Mmm- dijo con la boca entreabierta.

Me adueñe de su cuello, produciéndole varios chupones mientras mi mano sacaba lentamente su ropa interior.

Sentí unas terribles ganas de sentir el aroma de su ropa interior, fue así que lo lleve a mi nariz y exhale su olor a mujer gustosamente.

El solo hecho de sentirlo me produjo una calentura exuberante que no pude contenerme de tocarla.

Estaba mojada. Jadeante de deseo mientras de sus labios salían pequeños gemidos yo hacia círculos por su clítoris mientras besaba su cuello.

- Mmm métemelo- dijo en un susurro con voz excitante, mordiéndome tímidamente mi oído.

Le obedecí excitada, metiendo mis dedos en su humedad, mientras sentía sus líquidos empaparme los dedos, hice un mete y saca mientras intentaba acallar sus gemidos por miedo a que el conductor nos descubriera.

- Mmm, que rico- decía Sara entrecortada-

Puso su dedo en mi boca entreabierta mientras cabalgaba en mi mano.

- No puedo más, me vengo- dijo recostando su cabeza en mi cuello mientras lo besaba tímidamente.

Incrementé mis movimientos, mientras Sara seguía moviéndose sin parar y un gritito de placer inundaba mis sentidos y sentía como sus dientes mordían suavemente mi cuello.

Solo le bastó unos minutos para recuperarse, besar mis labios tiernamente, para volver a ser aquella mujer fogosa que me enloquecía.

- Siempre quise hacer esto- dijo con una pequeña sonrisa.

Bajo lentamente mi jeans chupín hasta dejarlo a mis rodillas. Sentí un terrible cosquilleo de placer al adivinar sus intenciones. Claro que Sara me había hecho en innumerables ocasiones sexo oral, pues sabía que era mi sexo preferido. Pero jamás de esa forma tan sumisa, tan entregada. No se como no me corrí en ese momento.

Por el solo hecho de sentir su lengua jugando con mi clítoris sumisa. Chupó suavemente mi interior, hasta que con la puntita de su lengua recorrió lentamente mis labios vaginales.

Yo no podía contener mis gemidos, pero a comparación con los de ella siempre fueron muy suaves y calmados.

Casi me desmayo del placer cuando por fin su lengua entera me recorría de arriba abajo, no pude hacer otra cosa que presionar su cabeza a mi entrepierna.

Ella pasaba lentamente su lengua entera por mi vagina hasta que sintió que ya no podía aguantar más, y apresuró sus movimientos.

Yo no quería correrme, quería enfrentar a mi cuerpo y a su sensibilidad, ya que sabía que esto no se volvería a repetir y estaba cumpliendo en fin unas de mis fantasías.

- Despacito- dije en un intenso jadeo- Tu y yo sabemos que todavía no quiero y no me voy a correr- dije entrecortada.

- No podrás aguantar mucho- dijo desafiándome con la mirada.

¡Maldita Sara! Maldita, sí maldita. Ya que empezó a comerme de la forma mas rica del mundo, y sabia que no iba a dudar mucho, pero estaba empecinada a desafiarla a ver su rostro excitado chupándomela sin reparo, sin timidez.

- Mmm no me voy a correr- dije entre jadeos más intensos.

- Yo te lo voy a seguir y seguir comiendo hasta que te vengas- dijo sin dejar de recorrer con la punta de su lengua toda mi vagina.

Después de unos minutos, ya no pude seguir aguantando y me deje llevar en el tremendo orgasmo que recorrió todo mi cuerpo.

Ella con sonrisa triunfante se levantó mientras me colocaba el pantalón otra vez y se sentaba en mi regazo.

- Por dios Sara- dije aun recuperándome- Ahora entiendes porque eres única- dije acariciándole el rostro- Una combinación de todo, eso eres mi amor- dije besándole los labios mientras sentía mi gusto en su boca.

- Tendremos que ir al hotel antes- dije volviéndose esa chica serena y hermosa de siempre.

- Creo que si- dije riendo mientras acariciaba el dulce rostro de Sara con los pelos despeinado.

Paramos un momento en el hotel que quedaba de paso al lugar en donde se hacía la fiesta. Mientras Sara y yo nos bañábamos y cambiábamos rápidamente.

El ángel de mi vida, salió vestida en un vestido negro corto, muy corto para mi gusto, de manga murciélagos de esos que valían una fortuna y los diseñadores les regalaban.

Esa noche si que estaba para romper muchísimos corazones, estaba radiante, sonriente con esos ojos verde agua que brillaban mas que las estrellas. Desde lejos se le veía la chispa de felicidad en los ojos, y esa seguridad que fue borrada hacía unas horas fueron solo un eco de lo que era Sara esa noche.

Antes de entrar al salón tomé un leve respiro. Sujetando fuerte la mano de Sara.

No sé cuánto tiempo iba aguantar vivir en un mundo al que no pertenecía, no se cuánto tiempo podría seguir haciéndolo. Pero si lo hacía era solo por Sara, era por mi amor hacia ella y por el simple hecho de que yo la conocí en este mundo y no era quien para cambiarla, ya que me enamoré de ella tal y como era.

La fiesta se hacía en un salón muy grande, típicas de las de alta sociedad, minuciosamente decorado, a cada detalle.

Sara no me soltaba la mano; Sara no se alejaba de mí ni para saludar a las demás personas.

Pude ver su desconfianza, pude ver su temor, pude ver ese rabillo de temor en sus ojos. Y fue en ese momento que comprendí que ella me amaba profundamente como siempre me lo había dicho, y que temía perderme.

- Vamos Sara- decía risueña Raquel una de las tantas modelos que había en la fiesta.

- Ve- dije tranquilizándola con la mirada.

Aun así ella no quería alejarse, seguía sosteniendo mi mano, hasta que con una pequeña sonrisa le di la iniciativa y se fue a pasos rápidos con las demás personas.

Me quedé parada en el mismo lugar, viendo como la mujer de mis sueños bailaba risueña. Me perdí una vez más en esos ojos verde agua, en esas piernas largas y en ese cuerpo con medidas de maniquí. Todavía no puedo creerlo después de tanto tiempo; no puedo creer que ella sea mía.

- Quien lo hubiera dicho- decía una voz tan conocida para mí, una voz que una vez fue melodía para mis oídos. Despertándome de ese embrujo hacia el cuerpo de Sara.

- ¿Qué no crees?- dije serenamente sin mirarla, tratando de ser indiferente.

- Todo esto- dijo colocándose alado mío, invitándome a mirarla directamente a los ojos.

- ¡Yo tampoco!- dije risueña topándome otra vez con mis delirios, esos pares de ojos ámbar.

- Lograste todos tus sueños y yo siempre te vivía llamando soñadora y cursi- dijo serenamente.

- Tal parece, creo que logre mas que mis sueños-

- Mírate por dios, eres toda una mujer, física y mentalmente- dijo seductoramente entre risas.

- Una vez una mujer en forma de diosa, entró a mi vida para enseñarme que en la vida no se puede vivir solo de sueños- dije penetrándole con la mirada.

- Tantas palabras nos faltó Amy y fue mi culpa lo sé- dijo aquella diosa árabe que por primera vez mostraba calidez en su particular mirada fría.

- Sí- dije recordando con tristeza todo el pasado- Te faltó explicarme o advertirme que al día siguiente de una de mis mejores noches le pertenecerías a él completamente.

- Yo jamás fui suya- dijo ignorando mis ojos.

- Y jamás serás de nadie, porque allí adentro no hay nada- dije tratando de herirla, tratando de que sintiera algo, tratando de calmar un poco las punzadas de mi alma.

- Yo te lo advertí en su tiempo- dijo otra vez mirándome con sus fríos ojos.

- Lo sé- dije entrecerrando los ojos- No fui mas que una niña ingenua soñando con algo inmenso, pero ya aprendí, a golpes pero aprendí- hacia unas horas la odiaba, me daba asco y solo bastó con palabras triviales suyas para sentir esa tranquilidad y serenidad reinante otra vez en mí, para sentir un cariño por ella. Tal vez el recuerdo no me permitia odiarla como lo debía hacer, o en mi corazón no puedo sentir aquel sentimiento.

- Yo no soy inmensa y tú eres la luz mas brillante que he conocido Amy, ya la vida te lo habrá mostrado, mira todo lo que tienes.

- Tienes razón- dije sonriendo- Después de todo, todo lo que va vuelve- dije guiñándole un ojo.

- Créeme que estoy pagando más de lo que debería- dijo agachando la mirada y por un momento me dolió verla así. Pero al tiempo me recordaba lo buena manipuladora que era y la forma en la que siempre me atrapaba con ese rostro de perro mojado.

- Tienes todo lo que siempre buscaste, no puedes sentirte triste.

- Es mucho más complejo que todo lo material, odio mi cultura, odio el país en que vivo, odio a Ali, no lo soporto, odio tantas cosas que no puedo cambiar.

- Déjalo todo- me atreví a decir como si entre nosotras no hubiese pasado nada.

- Créeme que tengo suerte de haber nacido en una familia árabe de un estatus privilegiado, pero aun así no juega solo eso en contra. Siempre lo he tenido todo y que eso cambie sería...

- Entonces seguirás siendo infeliz. Cobarde e infeliz- me adelanté a decir.

- ¿Por qué lo hiciste?- me atreví a preguntar, la pregunta que ahogaba mi seguridad desde esa mañana.

- Hice que- dijo haciéndose la tonta.

- Porque jugaste así con mis sentimientos, ¿Para ti fui igual que todos tus amantes, igual que todos esos que pasaron por tu cama?

- No sé Amy- dijo girando brutamente su mirada de la mía.

- No me gustan las respuestas dubitativas- dije sonando molesta

- Yo…- dijo medio tartamudeando.

- Me voy unos segundos y las lobas aparecen- decía Sara con rostro enojado.

- ¡Sara!- dije mirándola desconcertada directamente a los ojos.

- Déjala- decía Emel riendo- ¿Te sientes insegura?- dijo levantando el mentón retándola con los ojos.

- ¿De ti?... puff- dijo Sara inmutando una risa burlona que me sorprendió- Hasta donde sé a mi novia no le van las golfas-

- Yo se otra historia entonces- dijo Emel serenamente lo que produjo más la ira de Sara-

- Mira zorra, te lo digo aquí frente a Amy sea lo que sea que busques no te atrevas a buscarlo aquí.

- ¿Tú tomas decisiones por amy? Te recuerdo que antes de ti, yo y ella hemos sido amigas, no tendrías que sentirte insegura de mí- dijo tranquilamente con esa frialdad de siempre.

Sara se acercó rápidamente a Emel y antes de que sucediera una tragedia la agarré fuertemente del cuerpo, en ese momento yo ya le había pasado de altura y podía fácilmente con su cuerpo. La llevé a fuera medio obligada cargándola mientras seguía insultando a Emel que tenia la tranquilidad de siempre y lo que más odiaba Sara era que las personas fueran cortantes con ellas, y la turca lo era.

- ¿Por qué lo hiciste?- decía fastidiada caminando hacia el estanque de agua.

- Sara eres una figura publica, no es conveniente un escándalo- dije serenamente tratando de tranquilizarla.

- ¿Viste como me trató? ¿Lo viste Amy?- decía histérica.

- Sí- dije exhalando profundamente aire.

- ¿Qué se cree esa zorra?- decía insultado medio en italiano y en español- ¡ Figlio di puttana!, ¡porca troia!.

- Para Sara- dije abrazándome fuerte a su cuerpo.

- Tu no me defendiste- dijo más histérica

- Es que no te dijo nada malo Sara- “¿para qué ser frontal en ese momento, para que?”.

- Cállate- dijo mientras me daba pequeños golpes como una niña pequeña-

- ¿Qué te pasa Sara?, tu nunca has sido así de celosa- dije desconcertada con la situación.

- Pero con ella sí Amy.

- ¿Por qué con ella sí?- dije soltándola mientras miraba sus ojos tristes directamente.

- Porque ella fue y será tu gran amor- dijo mientras sus lágrimas corrían por las mejillas.

- Deja de decir tonterías- le susurre dulcemente en el oído.

- No me mientas- dijo mientras me empujaba levemente- Tú la miras diferente-

- ¿De que forma diferente?- dije intrigada.

- Tus ojos brillan cuando la miras- dijo entrecortada.

- Son paranoias tuyas- dije ignorando mi verdad- Para mis ojos no hay otra mujer que no seas tú, solo a ti te podrían llamar el amor de mi vida- dije mientras secaba con las yemas de mis dedos sus lagrimas que corrían como un manantial y dañaban su maquillaje. La abracé hasta que su llanto se calmó, por unos quince minutos hasta que por fin de sus labios perfectos pudieron salir palabras.

- Vámonos de aquí- me dijo tranquilamente sujetándome de la mano.

¿Cómo puede ser que todavía mis ojos brillen por ella? Como puede ser que después de ensayar y repasar en mí mente muchas veces, el día en que si me encontrara otra vez con esos ojos ámbares pudiera tratarla como un trapo sucio, así tal vez pudiera recomponer mi orgullo. Pero no lo pude hacer, es más, hasta la pude tratar tiernamente y en mi mente siempre después de repasar y pensar si algún día la viera, pensaba que tendría las fuerzas para reclamarle todos sus actos, de llamarla ¡puta!, de gritarle en el rostro que era cruel y que no la amaba. Pero no pude, no puedo y no podré aunque repase y me vuelva paranoica ensayando en mi mente las palabras correctas con las que debería tratarla. ¡Que cruel me ha vuelto la vida!.

Ella sigue removiendo en mí sentimientos que no puedo comprender, pero que me llenan de satisfacción, de ese cosquilleo extraño que también siento junto a Sara.

Tal vez mis sentimientos hacia ella no hayan cambiado, pero lo que si ha cambiado es mi postura frente a ella, ya no creo en ese rostro frío que a veces se vuelve tierno y dolorido, ya no creo en esa voz seductora y firme que a veces suena entrecortada. Antes pensaba que ella era así, era tan perra porque buscaba en muchos cuerpos saciar su búsqueda del amor, pero es verdad lo que le dije, ella no siente nada ni nunca será de nadie porque no tiene alma. Me tuve en sus manos, colgando en las palmas de sus manos y me arrojó y estrujó de la peor forma. Lo que mas me molesta no es su forma de tratarme, como si no hubiese pasado nada. Sino que todavía no puede decirme por qué lo hizo, por qué me hizo todo aquello.

- No vas a tomar el trabajo que Ali te propuso- dije mientras caminábamos sujetadas de las manos-

- Ni en sueños- dijo moqueando aún.

- ¿Cuánto te ofreció?

- Tres millones de euros por un comercial- dijo mientras se secaba los ojos.

- Eso es muchísimo dinero para un simple comercial- dije asombrada.

- Puede ser, pero no podría soportar verla cerca de ti- decía mi princesa tan frontal como siempre, tan diferente a La turca.

- Ella, como te explico- decía tratando de articular las palabras correctas- Ella y yo en realidad jamás hemos tenido un tipo de relación.

- Lo sé- dijo serenamente- Pero en sus ojos se puede ver la desesperación que tiene por ti- dijo para mi sorpresa.

- Tienes un grado de estrés gigante amor- dije risueña.

- No- dijo seriamente- Yo tengo ese sensor de mujer que tu tal vez no tienes.

- Sensor de celos paranoicos- dije burlona- Emel no siente, Emel no se desespera por nadie ni nada, tal vez si por el dinero, pero siempre permanece fría e impenetrable.

- Yo te conozco mas de lo que crees Amy- dijo mirándome directamente a los ojos-

- ¿Puedes confiar en mi entonces?- dije dulcemente.

- Confió en ti, pero no en ella- sentenció.

- Ella…- dije mientras me paraba en seco viéndola parada ahí con su vestido negro tan sensual y elegante en la gran entrada del salón.

Emel me miró, y yo la miré mientras Sara apretaba con fuerza mi mano, en su mirada por primera vez pude ver algo que jamás había visto, desesperación, tristeza, emoción tal vez, no lo sé, porque jamás lo había visto en sus ojos, en esos ojos que siempre permanecían igual a juego con ese rostro impenetrable, que aunque la conocieras cien años no sabrías qué pasa por su mente porque nunca reluce sus sentimientos en su cuerpo ni en palabras. La miré embobada como la primera vez en la que la vi, caminando por aquel salón desviando la mirada de todos en su exuberante belleza.

Siempre he soñado demasiado, desde muy pequeña para no sentir tanto la soledad y el dolor, divagaba por mi mente.

Pero tal vez solo en estos años en que ya soy mayor puedo entender que lo mío con La Turca, fue tal vez una obsesión o fue vanidad.

Ya que todavía no puedo aceptar que ella no sienta nada en su corazón aunque lo sepa, no puedo aceptar que ella no tiene ni un poquito de cariño hacia mí, porque tal vez mi vanidad no me deja pensarlo así y en realidad quiero seguir soñando que ella muy en el fondo de su corazón me quiere a su manera.

La miré tristemente una vez más, no pude articular palabra alguna, ella mordía su labio inferior mientras me miraba directamente a los ojos, su mirara era calma, sus pupilas estaba dilatadas y sus ojos ámbar brillaban mas que la luz de la luna esa noche. Pude sentir un momento ese calor recorrerme, ese calor que al recordarlo me hizo estremecer, ¿Cómo después de tanto tiempo aunque quisiera odiarla me hacía sentir de esa manera?, no sé si fue mi mente la que me hizo imaginarlo pero sentí que me llamaba con los ojos, que me llamaba sin palabras y que me pedía acongojada y tristemente que me quedara.

Tragué saliva y respire profundamente, mire hacia adelante, mire los ojos de Sara, mire su sonrisa triunfadora y pude ver en ella el futuro que me esperaba, un futuro que merezco.

“¿No estare engañándome?”

(…)

Volvimos a casa después de unas exhaustas horas de viaje, se sentía diferente, no la casa ni el lugar ni mucho menos el país al que me habia acostumbrado, sino que algo dentro mío había cambiado.

Fue su mirada tal vez, sus ojos tristes que me seguían manipulando, o era, y que seguía sin aceptar, que ella no era para mí, que ella no me quería.

Volver a verla fue lo más duro que me pasó en la vida, ¿como después de plantearme y replantarme tantas ideas y planes no pude lograrlo?

Seguía siendo una niña, ante algo tan inmenso, ante el amor hacia ella que no se acababa, ante el dolor de un pasado interminable, me dolía, me duele y me seguirá doliendo, pero es que aunque intente olvidarla no puedo hacerlo.

Yo que pensé que encontrando otro amor te olvidaría para siempre, fui tan ingenua, fui tan idiota al creer que otro amor borraría tus recuerdos.

En el único lugar en donde pude hacerte completamente mía fue en mis sueños Emel y en mis sueños te buscaré, en mis sueños te recordaré y en ellos te añoraré.

Los primeros meses fueron sumamente difíciles para mi, no lograba sacarla de la mente no encontraba los motivos para olvidarla como lo hice hacía años, tal vez jamás la olvidé y si aprendí a vivir amándola pero acostumbrándome a su ausencia, mirando en los ojos y en el cuerpo de otra mujer un futuro, una felicidad que se disparaba a veces en mi.

No es una obsesión lo que siento por ella, es un amor profundo, pasional, un amor sin razones, un amor que siento desde aquella noche en la cual mis ojos descubrieron por primera vez los suyos. Su frialdad en vez de congelar mi corazón, en vez de congelar mis deseos, los calentó aun más, tratando de buscar tantas respuestas detrás de sus acciones, detrás de su carácter tan raro, me conquistó, se robó mi corazón y jamás me lo devolverá.

Ya no diré nunca más que es una puta, que es una zorra, que la odio, o que es una mala persona, porque aunque se que puede ser la mayoría de todas esas cosas yo no quiero aceptarlo ni mucho menos soportaría escucharlo en la boca de otras personas, prefiero ser ingenua, prefiero tener los ojos mas tapados que Ali tal vez, pero no quiero pensar más en eso, ya que lo pensé y lo único que me trajo fue una rabia que tapó el amor, en realidad no rabia sino que resentimiento, si resentimiento porque no supo cuidarme ni mucho menos amarme como yo lo hacia con ella.

Después de unos dos meses de “luto” podría llamarlo así, o tal vez me engañaría porque no puedo matar lo que siento por ella. En fin después de un tiempo volví a ser la misma, la misma chica monótona que olvidó sus objetivos antes de pisar esta gran ciudad, una chica que ahora tiene todo lo que soñó. Tal vez ahora me doy cuenta que olvidé muchas cosas para ganar otras, o que simplemente las olvidé por no tener tiempo de pensar en ellas y concentrarme en mi vida.

Me concentré en mi carrera, en Sara. Muchos de ustedes creerán que soy cruel o estoy siendo hipócrita, pero no es así, yo a Sara la quiero, pero soy consiente de que ella no es Emel y nunca me hará sentir lo que Emel me hace sentir.

Al principio fue difícil, hasta llegué a distanciarme un poco de Sara pero en algo ella fue muy madura en darme mi espacio, en darme tiempo para poder tranquilizar las aguas y que la tormenta desapareciera de mi cielo, para poder concentrarme otra vez en mi mundo.

Ella había vuelto a dar vuelta mi vida, había dejado mi mundo de cabeza.

No la lloré, ni tampoco la lamenté, simplemente trataba de asimilar el hecho de que todavía la amaba y que eso jamás cambiaría.

Trataba de olvidar sus ojos tristes clavados en mi esa noche, unos ojos que juraría con temor que me pedían a gritos que me quedara junto a ella.

Pero yo me fui y aunque me quedara ella seguiría sin darle respuesta a mis interminables preguntas, así es ella y así me enamoró. Tan fría, tan cruel a veces, pero tan realista.

Pasaron los meses, al principio unos meses interminables, pero después como todo adicto a algo que se encuentra lejos de ello se acostumbra a vivir sin ello, deseándolo pero acostumbrándose a la necesidad, así era yo una adicta insaciable a La Turca que aprendía a vivir otra vez sin ella en mi vida.

Mi relación con Sara volvió a ser la misma, me até a ella, encontré una vez más la salida entre sus brazos, se podría decir que encontraba una vez más la salida para mí.

Nunca jamás soñé vivir de esta manera, sin tiempo siquiera para pensar, sin poder escribir, porque ya no podía escribir, no podría escribir para otra persona que no sea para ella.

Así pasaron varios meses, con mi vida de siempre, engañándome a mi misma que la había olvidado otra vez mientras en el fondo sabia que eso jamás pasaría, buscando consuelo en el cuerpo de una mujer que me amaba con todo su corazón, buscando en su piel el olvido y lo logré, pero solo por un tiempo.

(…)

Tocaban insistentemente el timbre, pensé en no abrir ni en fijarme por la pereza que llevaba, era muy temprano. Pero con todo el peso de mi cuerpo fui a abrir la puerta.

- Es tarde despierta Amy- decía la quisquillosa voz de Angélica.

- Sabes que odio que me despierten- dije quejándome.

- Cuando sepas a que vengo no me odiarás- decía medio desesperada.

- A qué vienes- dije en un suspiro.

- Es que no se como decírtelo- decía dando vuelta por la gran sala- Es complicado- decía moviendo sus manos agitada.

- Vamos siempre exageras- dije sentándome en el sillón mientras veía con los ojos entreabiertos sus torpes y nerviosos movimientos.

- Es Emel- dijo al tiempo que abría mis ojos repentinamente.

- ¿Qué pasa con Emel?- dije frunciendo el ceño.

- La van a ¡AZOTAR!- dijo con la voz entrecortada

- ¿Qué?- grite sin importarme que eso levantara a Sara.

- Sí… sí- decía esta acongojada.

- ¿Pero cómo, por qué, cuándo?- dije sacudiéndola del hombro- Que esto no sea una de tus bromas pesadas porque te juro que me la pagas.

- Como crees que vendría desde Colombia a decirte esto- dijo sacudiéndome al mismo tiempo.

- Tienes razón- dije apoyando mi cabeza en su hombro- Porque tengo la sensación de que ya se porque le harán eso- dije apretando fuerte el puño.

- Así es- dijo acariciándome los cabellos como muestra de contención.

- ¿La vio en la cama con otro hombre no es así?- dije vacilando profundamente mientras sentía una espina clavarse dentro de mi. Ella nunca cambiaria.

- Con una mujer- dijo suspirando profundamente Angélica.

- ¿Sus padres que harán al respecto?- dije tratando de no escuchar el resto de la historia que ya me la imaginaba. ¿No era yo la única mujer que había recorrido tu cuerpo Emel, no era yo la única?

- A su madre le da igual que la empiedren, quiere “limpiar el nombre de su familia”, por sus dos hermanitas mas pequeñas- decía Angélica con voz angustiada.

- ¿Qué?, pero esta loca- decía en tono histérico.

- Su papá esta intentado hacer recapacitar a Ali para que no llegue a la pena de muerte por adulterio pero la azotacion no se puede negar tu sabes que en Arabia Saudita esas cosas se toman demasiado en serio-

- Esto no puede estar pasando- dije sentándome con la mirada perdida- ¿Por qué no se cuidó?- decía casi en un susurro- ¿Cuándo pasó todo esto?

- Anteayer, quise que lo sepas antes que te enteradas por los medios-

- ¿Derechos humanos no puede hacer nada?-

- Tú sabes que esas organizaciones giran en torno a su prioridades-

- No la puedo dejar morir Angie tu lo sabes- dije exhalando profundamente aire mientras sentía mis ojos nublarse.

- Yo en realidad nunca la quise, pero es humana, es una persona no se merece morir lapidada- Ella ni siquiera musulmana es- dijo Angélica tristemente.

- ¿Por eso, por qué lo van a hacer entonces?- dije nerviosa.

- Porque Ali sí lo es, y viven en un país musulmán, aunque lo más probablemente es que el esté resentido ya que cuando se casó con ella ni siquiera virgen era.

- Gordo idiota- refunfuñé con rabia.

- Lo mío con ella es bipolar, en parte soy consiente de que se lo merece por pu…-

- No te pedí opinión- me adelanté a decir.

Nada podrá cambiarla, así es ella una mariposa traicionera, sin piedad, sin corazón dura y fría como una roca, que trata de buscar en varios cuerpos llenar un vacío en su corazón. Y yo, no soy más que una prisionera de sus juegos, de sus seducciones, de su amor.

¿La vida te estará cobrando todo el daño que hiciste?. Sabes que aunque no pueda correr en contra del destino lo haría por ti, tu sabes más que nadie que en este momento de desesperación dejaría todo para salvarte, tú lo sabes más que nadie, sin importar todo lo que me has hecho pasar, yo no puedo soltarte la mano, no puedo simplemente porque sería matarme a mi misma.

- Por qué gritan tanto- decía Sara vestida solamente en una bata de seda negra- ¿Por qué lloras amor?- dijo viendo mi rostro acongojado.

Con toda la tranquilidad del mundo le conté de la situación, pensé que lo entendería pero lo único que logró hacer es ponerla histérica, ya que ella leyó en mi rostro mis intenciones.

- ¿Vas a ir tras ella no es así?- dijo con lágrimas recorriendo de sus ojos verde agua.

Yo no le contesté, ni tampoco bastó hacerlo, ella me conocía, más que yo misma tal vez.

- No lo hagas- dijo entrecortada- Ella solo te hizo sufrir-

- No puedo no hacerlo- dije tratando de no mirar su rostro.

- No vas a lograrlo Amy, no puedes ir encontra de un régimen- dijo sacudiéndome del hombro y llorando desconsoladamente.

- Pues lo voy a hacer- dije casi gritándole, sin darme cuenta que ella no tenia la culpa ni de mis nervios, ni de mi dolor, ni de mi temor- Perdona Sara- dije al fin abrazándola tiernamente.

- No vez, ella es tu enfermedad, tu obsesión- decía Sara histérica- Vas a perder todo lo que construiste por esa enfermedad Amy-

- Por dios Sara… La van a matar- dije exhalando profundamente aire.

- No te debería importar, tu dijiste que era solo tu pasado- dijo golpeándome con la palma de su mano el pecho.

- ¡Paren por favor!- decía Angélica en un grito.

Yo no dije nada y a paso rápido fui hasta la gran habitación y empecé a empacar poca ropa. Sara con rostro triste y rabioso se disponía a sacar toda la ropa que yo colocaba en la maleta.

- Amy ¿por qué ella te sigue haciendo la vida infeliz lejos o cerca?- dijo entre llantos.

- Es mi decisión yo no espero que esté conmigo ni mucho menos espero algo por hacer esto por ella.

- Entonces ¿por qué lo haces?- inmutó pasiblemente mientras se secaba dulcemente las lágrimas con la muñeca.

- Yo no voy a darle la espalda como todos los demás.

En la vida creo que todos hemos aprendido a elegir, ya que nunca podremos tenerlo todo. Bueno yo he elegido, y no importa realmente si eso me lastima, si eso me quiebra otra vez, o si esta decisión sea la peor en mi vida. Es la decisión que mas acorde a mis ideales estoy tomando: correr encontra del viento, vivir, vivir sin pensar en la comodidad del mañana. Voy a luchar por ella, no por su amor, voy a luchar por ella.

Siempre he escuchado de varias personas enamoradas, que dejarían la vida por esa persona, tal vez no lo entendía del todo, pero ahora que estoy pasando por una situación como ésta, en el cual no quedan tiempo para divagar ni muchos menos pensar si es lo mas conveniente; se que no me importaría morir hoy por ella.

Ya que mi vida no ha entendido de razones en su ausencia, o tal vez ya he logrado todos mis objetivos y ya no quedan razones para seguir viviendo con euforia.

Aun así soy consiente de que:

Diferentes rostros, diferentes voces… pero solo tengo un destino “Emel”

Ya no importa si ella realmente me ama, no importa ni siquiera los recuerdos, el dolor, el saber que seguirá lastimándome, yo a ella no puedo… No podría darle la espalda, soltarle el brazo en una situación como ésta. Y pensar que mil veces me repetí con ímpetu que cuando fuese mayor sería fuerte, sería fuerte ante este amor descomunal que me une a ella.

- No te vayas- dijo dulcemente rompiendo mi alma en pedacitos- No te puedes ir- repetía insistente.

- Tengo que hacerlo- decía mientras sus ojos verde agua me mataban de dolor.

- No rompas todos los sueños que tenemos, todas las promesas que nos hicimos, todos los perdón que te di- dijo mientras su llanto incrementaba

- Sara- dije con un tono hueco y sin fuerza.

- ¿Qué pasará si la sacas de ese aprieto?. Ella seguirá siendo la misma mierda, y te seguirá arruinando la vida ¿Eres consiente de eso no?

- Si- dije suspirando profundamente.

- Ella, ella…- decía tartamudeando por el llanto- Ella jamás podrá ver ese brillo que esconden tus ojos cuando sonríes, , ella no puede ver lo que realmente eres, jamás lo hará ¿y sabes por qué?. Porque no te ama- dijo sin vacilar.

¿Qué podría decir, que debería sentir? Todavía siento sus palabras dulces como una estaca en mi alma, sabia que estaba cometiendo el peor error de mi vida, sabía que la perdería, que todo eso que parecía felicidad terminaría, pero yo aunque fuera la conductora de ese tren con un rumbo a un futuro incierto no podía pararlo… no quería hacerlo.

No soy masoquista, ni mucho menos ignorante de la realidad, no hay razones, entendimientos, ¡ya sé!, podría hacer énfasis miles de veces a esa misma frase, pero es la verdad… no hay destino, no hay futuro en el cual ella no aparezca para voltear mi mundo, ¿Entonces debería haber razones o lo obvio es obvio?, siempre seré el ángel que Emel no merece pero es inevitable, todo esto es inevitable.

- Si te vas- dijo con una mirada fría mientras sus lagrimas corrían por su mejilla- No vuelvas por favor.

- Sara- dije casi en un susurro con la vergüenza por mis intenciones.

- Después de todo tu y ella no son tan diferentes- dijo entrecerrando los ojos- Tú sabes manipularme de la misma forma que ella lo hace contigo.

- Lo siento Sara- dije casi en susurro cabizbaja llena de rabia y dolor por mi misma.

No quise ver sus ojos tristes, ni tampoco quise recordar su voz sollozada, era como acuchillar y regocijar mi corazón.

No dije nada, solo crucé en umbral de la puerta mientras miraba por última vez su rostro perdido, sus ojos rojizos he hinchados. Sentí tanta rabia, tanto odio hacia mi misma en ese momento.

Soy cruel, soy egoísta, soy mala persona, si lo sé, ¿Cómo puedo lastimar así a un ángel, que me brindó su vida y su corazón?

Después de todo yo y Emel no éramos tan diferentes, Emel rehuía de mis brazos a sabiendas que yo podría haberle dado el mundo entero, yo no rehuía pero no podía brindarle mi alma por completo a la mujer mas hermosa que habían visto mis ojos. Es tan irónico, yo que siempre soñé ser la envidia de todos, de tener a una princesa encantada como Sara, que era el centro de atención de todas las miradas. Ahora que me doy cuenta, soy más vanidosa de lo que pensaba, siempre había señalado a la gente vanidosa y yo soy aun más vanidosa. Lo fui cuando dije que olvidé a Emel y que no la amaba, lo dije porque mi vanidad y mi orgullo eran más grandes que las razones.

La quise olvidar en la mujer que siempre había soñado, lo hice si la olvidé, porque en los brazos de Sara olvidé hasta del mundo en que provenía, pero solo verla esa noche mientras nuestro destinos eran alejados una vez más y recordar su mirada triste que me calaba todo el ser, pude entender que jamás podría amar a alguien como Emel y sé que jamás podría dejar que los demás acabaran con su vida aún cuando fuese ella misma que cometió sus errores. Soy consiente de que la amo tanto, con tanto fervor que podría ir en contra del mundo por no verla sufrir.

- ¿Qué vas a hacer?- decía Angélica mientras caminábamos por el aeropuerto.

- No lo sé- dije aun pensando en la imagen de Sara.

- Nunca tuve que haberte dicho Amy- dijo lamentándose- Dejaste a un mujerón por salvar a una basura- dijo Angélica tan frontal como siempre.

- Yo le debo algo- dije sin entender porque dije eso tan incoherente- En realidad no sé Angie, pero no voy a dejar que pase eso sin intentar nada.

Todos te juzgan, todos te señalan con el dedo, todos se basan de lo que hiciste para querer tildarte, hasta yo lo he hecho y fui estúpida, porque si me enamoré realmente de tí fue por ese pequeño brillo que vi en tus ojos ámbar. Sara tiene razón, solo cuando se ama realmente se puede ver esas pequeñas cosas.

Yo sé de tu reputación y sé que eso es verdad, se también que habrás cometido ese adulterio, sé todo, pero voy en contra de eso. Seré ciega mi amor, seré un naufrago hundiéndome lentamente otra vez, no importa que pueda ser después de lo que haré, solo sé que no podré respirar si no lo intento.

Después de todo sigo siendo aquella niña ciega por tu brillo mi amor.

No tengo miedo Emel, el único miedo que tengo es el de perderte, en realidad no se que perdería, pero es ese sentimiento que recorre tu ser al pensar que ya ninguna sola vez podrás volver a ver a esa persona, y solo lo podrás hacer en sueños

Yo quiero ser, esa heroína de fantasía, sin importar que no me ames, que después de todo seguirás siendo la misma ingrata, yo quiero ser la única que no te suelte la mano.

(…)

El sol caliente se pegó directamente en mi rostro. Hacia un calor inmenso, ahora entendía porque usaban esas túnicas, ya que además de cultural debe ser más fresco que usar ropa ceñida o jeans.

Al llegar allí vimos como circulaban muchas personas con una vestimenta peculiar para una persona del occidente.

Las mujeres usaban una vestimenta denominada “hiyab” que es un tipo de capa que cubre solo el cabello, esa es la vestimenta actual, casi obligatoria.

Según la embajada, nosotras no teníamos que usar esa vestimenta si no queríamos, pero teníamos que ser recatadas con nuestra vestimenta.

- ¿Y ahora cual es el plan?- dije mientras me ponía mi bolso.

- Creo que iremos a la casa de mis tíos- dijo Angélica serenamente.

- ¿Conoces este inmenso lugar no es así?-

- Claro, siempre vengo de vacaciones, recuérdalo Amy-

Nos subimos en un taxi, mientras apoyaba mi rostro en el vidrio del automóvil. Fue como sumergirme en mis pensamientos. Mis lágrimas recorrían en pequeñas gotas mi rostro, inundándome de un desasosiego que tanto recordaba.

¿Cuántas veces podría cargarla?, tal vez era mejor así, ¿a quien podría engañar?. Yo amo a Emel, la amo con locura, la amo como jamás podría amar a ninguna mujer, la amo como no amo a Sara, y eso es lo que me duele, porque yo intenté amarla como ella se merecía, yo intenté cuidarla como ella me cuidó, pero la embarré, le pagué como Emel una vez me pagó, de la misma forma que podía sentir su dolor resurgente, pero Sara a diferencia de mi era fuerte, mas fuerte de lo que Roma lo fue una vez.

Ella me cuidó como si hubiese sido una criatura de su protección, dibujó mi mundo, pintó de colores el gris oscuro de mi destino, se quedó en mi alma y me curó, y yo en vez de cuidarle le clavé miles de puñales, arranqué sus alas como una vez lo habían hecho conmigo.

Si, ángel mío, sí Sara, yo y La diosa árabe no somos tan diferentes… estamos tachadas por la misma mierda que nos inunda el corazón.

Tantas emociones para una sola semana, he llegado a perderlo todo para aventurarme a un destino en el cual no ganaré nada.

- Llegamos- decía Angélica despertándome de mis pensamientos.

Era una inmensa mansión, que llevaba más de una manzana tal vez, me quedé idolatrada por la arquitectura de la casa, parecía un palacio antiguo pero remodelado.

- Ahora entiendes de donde proviene gran parte de los bienes de mi familia- dijo Angélica mientras marcaba a un número.

- ¿Tu crees que tú tía querrá hacer algo por ella?- dije serenamente con la vista todavía prendida en esa enorme mansión.

- No- dijo tan segura que parecía hasta cierto- Pero mi tío tal vez sí.

Después de unos minutos, nos abrieron el paso a la excéntrica mansión.

- ¿Tu tío es un jeque?- pregunté intrigada.

- Algo así, podría serlo por la influencia que tiene en la economía arábiga, pero no es un líder religioso o político como se definiría a un jeque y no es tan cerrado de mente como los demás musulmanes.

- No entiendo, ¿la familia de tu prima es o no musulmán?- dije consternada.

- Bueno- dijo tomando una pausa- mi papá es el hermano de mi tío y el nació en Turquía y es el menor de los cinco hermanos, pero como sabes, o como nos cuenta, siempre estuvo en contra de la religión musulmana por violar ciertos derechos humanos. Bueno el papá de Emel es uno de los mayores y el no es tan liberalista como mi padre, pero no es tan extremista como lo fue mi abuelo.

- No entendí, ve al punto- decía impaciente por su inexpresión.

- La familia de Emel sí es musulmana, pero no están tan metidos en las normas o creencia de las mismas, si la siguen es porque viven en un país musulmán- inmutó vacilando.

- Lo que no entiendo todavía, es porque castigan a Emel por adulterio si cuando se casó había dejado de ser virgen hacia siglos.

- Sabes que yo tengo la misma incógnita viviente y resonante en mi mente- decía Angélica con el ceño fruncido y una expresión que daba risa.

- ¿Tú crees que Ali la amó?- inmutó Angélica casi en un susurro.

- Yo creo que Ali como la mayoría de las personas que nos hemos enamorado de Emel, tenemos la misma enfermedad- dije entrecerraba mis parpados- y tú sabes que esa enfermedad en mí no tiene cura- proseguí sin miedo a ser sincera.

- Sí tiene cura- dijo Angélica apretando la mandíbula- Tú eres la que no quiere renunciar a ese sueño utópico Amy-

- Créeme que si hubiese una pequeña luz, yo no estaría aquí perdiendo todo lo que construí en estos pocos años con ímpetu. Créeme que no-

- A veces te odio, te odio por ser tan tonta-

- Tienes razón… Si no fuera tonta no seguiría estando para ella- dije gacha, al saber una vez mas entre hechos que seguía siendo tan débil ante este sentimiento que sigue calándome en lo más profundo de mi ser.

Aparecieron dos hombres con la habitual vestimenta árabe, mientras le hablaban amistosamente a Angélica.

(…)

Nos recibieron unas cinco personales de la familia de Emel y pasamos rápidamente a lo que era la sala. Era una mansión de dos pisos, tenia una escalera gigante alfombrada de rojo mientras le piso de la casa era de una cerámica negra y gris muy excéntrica.

Tenía cuadro de personajes históricos muy famosos, así como también caciques o jeques muy famosos árabes, y adornados por piezas únicas de jarrones, tazas que parecían una reliquia.

En la sala había una pintura al lado de una foto familiar de los padres de Emel y ella, muy extraña para mi, ella tenia una túnica que le quedaba extremadamente preciosa, parecía una reina árabe.

- ¡Angélica!- decía un señor delgado alto de tez trigueña

- Hola tío- decía Angélica abrazándolo- tío ella es Amy- decía Angélica a tiempo que se acomodaba y me presentaba.

- Un gusto- decía el padre de Emel que ahora que veía tenia su misma expresión, esa forma de los ojos tan tristes y desolados- Me han hablando mucho de ti.

- ¿Han sido cosas buenas?- pregunté nerviosa, sin saber la razón.

- Creo que si, me ha gustado tu novela- dijo cambiándome de tema.

- Gracias- inmuté profesándole una pequeña sonrisa

- Tío tu sabes por qué estamos aquí- dijo Angélica

- Si hay algo que pueda hacer créeme que ya lo hubiera hecho- decía el con enarcando las cejas y con un tono sereno.

- Sí se puede hacer algo- dije tajante- ¿Usted no tiene mucho dinero?. Pague por su hija- dije fastidiada.

- Emel se lo merece- decía una voz femenina. Al girarme me encontré con una mujer parecida a la Turca, era una señora realmente elegante, sus ojos eran exóticos de un color verde esmeralda oscuro, ahora ya sabía de donde Emel había sacado su elegancia y hermosura- Ella tiene que limpiar el nombre de esta familia.

- ¿Usted cree que muriendo o siendo castigada va a poder limpiar el nombre de su familia -que no se manchó, porque le recuerdo que la que esta sufriendo allí es ella y no ustedes-?

- Amy- decía Angélica golpeándome con el codo casi en un susurro.

- ¿Quien eres para hablarme de ese modo?- decía la madre de Emel mirándome desafiante.

- Nadie, señora, nadie- dije en un suspiro de resignación-

- ¿Eres un amante mas de esa vagabunda no es así?

- Esa vagabunda es su hija- dije serenamente, sabía que mi tono tranquilo a esas personas les volvía mas paranoicas.

- Esta desterrada de esta familia, ¿Cómo pudo haberle hecho eso a Ali, el es tan bueno, la trata como una reina?

- De solo verlo cualquiera entendería por qué lo hizo.

- La belleza no lo es todo- dijo su padre serenamente. Mientras yo no entendía porque habíamos llegado a esta discusión tan infantil.

- Y el dinero- dije sin poder terminar la frase ya que la verdad sacudía en mi rostro una vez mas, recordé porqué Emel se había casado con él y porqué me dejo tirada como un juguete usado. Me quedé un tiempo con el rostro desencajado mirando el piso negro y gris mientras no entendía cual era mi plan. En realidad no tenía un plan, como todo con ella, después de tanto tiempo estaba actuando a través de impulsos.

Caminé rápidamente hacia afuera acongojada sin sentir dolor, sin sentir tristeza solo ese sentimiento de no sentir nada se apoderaba de mí.

Angélica salió detrás de mi en cuestión de minutos.

- ¿Y ahora cual es el plan?- dijo mirándome de forma extraña

- No lo sé Angie- dije suspirando- No sé para que vinimos, yo no se si quiera ayudarla del todo.

- ¿Qué te pasa Amy?, hace unas horas estabas dispuesta a todo ¿eres bipolar?- dijo exaltada.

- No Angie, simplemente no sé si la perdono del todo, porque, después de todo, ¿no fue ella quien se casó con él por plata?.

- Así es- dijo serenamente- Pero tu la amas y yo no voy a ver después como te arruinas la vida arrepintiéndote por no haber hecho nada- dijo sujetándome la mano y brindando su ciega fortaleza.

- No tenemos un plan, no tenemos dirección ni sentido, sabemos como va a acabar todo.

- Y aunque acabe mal yo se que tu te morirás en vida si mueves un dedo por ella- dijo mientras me palmeaba suavemente el rostro como queriéndome levantar-Yo la odio con toda mi alma, es una mierda, es una puta, pero es mi prima, y es humana-

- Angélica- se escuchaba otra vez en el fondo la voz del padre de Emel.

Las dos nos giramos repentinamente.

- Tío- dijo Angélica con una leve sonrisa.

- Cuenten conmigo- dijo serenamente- Les daré el dinero que deseen pero sáquenla de aquí, de este país, lejos.

- No tenemos un plan conciso- dije frontalmente.

- A Emel lo más probablemente es que la maten, pero nuestra familia es una de las mas ricas del país y aunque Ali sea muy poderoso el rey Abdalá tal vez le perdone la muerte. Pero fue una relación homosexual, aquí esto se paga con la muerte- dijo con un tono hueco que delataba su tristeza- Yo no soy tan extremista como mi mujer, no quiero ver a mi hija morir de esa forma, tal vez se merece ser latigada pero no morir.

Lo miré tristemente, él tenía esa mirada perdida y penetrante como la Turca, sus ojos tristes me dolían aún más, era la de un padre que no sabia que hacer pero le dolía saber que lo más posible era que su hija iba a morir.

Que difícil es para mí escribir todo esto, recordar todo lo que me pasó. Algunas cosas no las recuerdo bien y otras las olvidé porque el tiempo las borró.

Siempre había escrito sobre la valentía que regía el hecho de amar y que mis protagonistas dejaran muchas cosas por una persona. Tal vez por eso nunca pude darle pasión, realidad, porque nunca lo viví.

La desesperación de saber que esa persona puede desaparecer, que esa persona a la que quieres con locura no estará, si este sentimiento no es verdadero sufrimiento de la vida, es lo más parecido a lo que conozco.

- ¿Puedo ir a verla?- dije pasiblemente, casi con una tonada hueca por tragar saliva intentando no sollozar allí mismo.

- No lo he intentado, ya que no sé qué demonios decirle si intentaré salvarla o la dejaré morir ahí- dijo gacho sin sostenerme la mirada, tal vez por vergüenza a que podría dejar a su hija morir con todo el poder que él tiene-Pero tú no eres cualquier persona, eres una escritora famosa y amiga de una persona con mucho status y poder en el mundo como Mía Vans.

- ¿Usted la quiere?, ¿Quiere a su hija?- me atreví a desafiarlo.

- Claro que la quiero, la amo…es mi hija, pero lo que ha hecho no tiene perdón.

- Aún no entiendo como en el medio oriente siguen sosteniendo cosas tan tontas, es por eso que su país esta estancado con tantas riquezas, mientras el rey anda en aviones con capas de oro, la gente muere de hambre- dije rabiosa, rabia contra esta cultura, contra su religión, que por la culpa de ellos el amor de mi vida va a morir o a ser latigada hasta morir.

- Respeta por favor, yo sé que quieres mucho a Emel pero respeta- dijo con un tono mas agudo.

Después de debatir un corto tiempo, Angélica y yo partimos hacia el hotel. En el me comunique con Mía, para que moviera sus contactos, en un primer momento ella se negó a hacerlo, pero después de oír mi desespero accedió a hacerlo y dijo que si no me permitían acceder a la celda en que ella se encontraba ella misma iba a aparecer en ese lugar.

En parte Emel tenia razón, el mundo se mueve por dinero y poder estoy casi segura que si en este momento no tuviera a Mia Vans o no me hubiera relacionado con Sara Aglioti o más aun si no fuese lo que soy en este momento, tendría una nula oportunidad para todo, los padres de mi diosa árabe se hubiesen reído de mi cara sin siquiera escucharme.

Hasta el régimen político se mueve con dinero y poder, ¿Cómo puede ser que por tener más privilegio que los demás yo pueda tener oportunidades que otros no pueden tener?

¿Para qué engañarme? todos somos egoístas. Si alguien se cayera ¿Quién lo levantaría para ayudarlo? y yo seguiría usando todos mis recursos, todos lo que pudiera, y usaría ese recurso para ver a la Turca o todos lo que estuvieran a mi alcance, y muchos más harían lo mismo. En el mundo actual no está la ley del más fuerte, el destino favorece a aquellos que nacieron en una cuna de oro o aquellos que lo tienen.

En lo que se equivocó la Turca tal vez es que el amor no lo puede comprar el dinero, ¿Dónde están todas esas personas que ella consideraban amigos?, se abrieron, volaron. Hasta sus propios padres no quieren tocar el fuego con las manos, sus propios padres que dicen que la aman. Para ellos el poder y el status es más poderoso, es más importante que su propia hija ¿y todos esos hombres que morían por ella? ¿Donde están? los quiero ver.

Que irónica es la vida, yo, la persona que más lastimó la turca es a la única que está intentado sacarla de su calvario.

Yo no la voy a dejarla caer, porque tengo una parte de mí que me recuerda a la niña que fui, a la niña que soñaba con luchar por algo y conseguirlo, una vez en la vida me preguntaron ¿cual fue tu mayor lucha?, en aquel tiempo pensaba tal vez que sería llegar a ser una gran escritora o salir del calvario de mi vida. Fui presa de mi ignorancia sobre el futuro lo sé, porque ahora es cuando tengo en realidad la mayor lucha, entre en sentimiento de culpa por lo que dejé y el amor eterno que le tengo a una mujer que no es mía, que no es de nadie y seguramente tiene más secretos oscuros guardados en su ser.

“Entraste dentro de mi, me mataste lentamente de amor, de dolor y ahora lo harás otra vez con mis sueños y mis metas. Pero no te preocupes, que nunca he sido más feliz que teniendo tus ojos ámbares puestos sobre mi”

Me usaste, me usas, me usarás para todos tus propósitos. Y yo como un perro abandonado te seguiré, porque no tengo otra dueña, porque no puedo dejarte a la deriva, no se reaccionar de otra forma, tu eres mi Karma.

(…)

Mi permiso de visita tan ansiado después de haber pasado tres días en esa ciudad.

Una hermosa ciudad, en donde los ricos se hacen más ricos y los pobres son más que pobres, son más pobres de los pobres que conocemos, es decir, carecen de muchas más cosas que el pobre occidental.

Pero estas partes del mundo, de la vida en si, nosotros siempre tratamos de olvidarlas o las olvidamos con la vida monótona y cotidiana yo misma que juré jamás olvidar esa parte “humana” de mí, lo olvidé, todo esto me transformó. Quisiera volver a ser la de antes, por lo menos sentía mas calor palpitante dentro de mí.

En Arabia la homosexualidad es un delito mayor que el de matar, ya que sobre todas las cosas es un país musulmán.

Puede ser reprimido con más de cien latigazos o a muerte el hecho de ser homosexual.

La verdad que estas pecualidades del mundo me dan rabia, no lo puedo aceptar, después de todo estamos en el siglo XXI y porque esta cultura en vez de castigar a todos esos jeques multimillonarios que arrasan con los recursos naturales como el petróleo de Arabia en vez de intentar mejorar la situación del medio oriente, la pobreza que incremente aún mas, el maltrato hacia la mujeres, las practicas estúpidas de lapidación y azotacion, está claro aquí un hombre rico puede tener mas de veinte mujeres y no es considerado algo malo pero si una mujer mira a los ojos a otros hombres puede ser castigada. Por dios ahora es que entiendo porque viven en guerra, están castigados marcados por la suerte divina, pero los pobres serán los que vivan las desdichas de ese castigo como siempre, mientras los ricos derrochan su dinero en cosas sin sentidos. Su propio Rey anda en aviones con capas de oros, yates de últimos modelos, y toda la familia real, mientras su pueblo muere de hambre, ¿Cómo es que un solo hombre pueda tener el poder divino de decidir quien tiene que morir?. Pero todos callan, por miedo ya que el diferente es el que esta marcado -y no nos vayamos tan lejos del medio oriente que en Europa y América sucede lo parecido-.

Si pudiera volver a nacer me gustaría nacer con la fuerza mental de ghandi, o la fortaleza del Che, aunque no seria tan violenta como el último pero a ¿quien no le gustaría luchar de esa forma por sus convicciones sin miedo a morir?.

(…)

Me puso un jeans azul marino chupín con unas botas y una camisa larga de color blanco, discreto como decía el protocolo de deberes de los turistas.

No sentí ansiedad, ni acongojamiento, simplemente sentí temor, temor por lo que vería o temor por ver eso que tal vez me mataría.

Angélica me acompañó a la cárcel y después de llenar unos papeles el hombre árabe nos dio permiso para entrar. Gracias a dios que la tenía a Angélica sin ella no se que hubiese sido de mi en ese país que ni el idioma sabia manejar, además de que él comisario no sabía hablar en inglés.

Después de un chequeo, entre yo sola al lugar en donde tenían en cautiverio a Emel.

- Tiene veinte minutos, nada más que veinte minutos- me dijo el oficial.

- Gracias- dije al tiempo que me pesaban las piernas para caminar.

Tenía tanto temor, no recuerdo cuando tuve tanto temor hacia algo como en ese momento.

Tomé aire en un momento, ese olor a mugre y polvillo inundó mi olfato.

Caminé mientras sentía como si mis pies cargaran piedras.

Me acerqué lentamente a la reja, al lugar levemente iluminado. Jamás hubiera imaginado el glamour y la elegancia de Emel sometida en una mugrosa cárcel.

Con temor pegué mi cabeza a la rejas, a tiempo que el oficial me abría las puertas de la celda-

Le habló en árabe, mientras yo examinaba el lugar: un olor a mugre y humedad, un cuarto levemente iluminado sin distracción en esas cuatro paredes. Esa sería seguramente su cárcel provisional hasta que la enviaran a una grupal y luego el cielo quiera que no a lapidación.

Ella se giró de la cama mientras sentía como esos ojos ámbares que se posaban una vez más en mí, me calaban lentamente los huesos.

Estaba demacrada, mucho mas flaca ojerosa, y sus ojos demostraban una tristeza enorme, aunque fuese la turca de siempre jamás podría ocultar su tristeza.

En cuanto se fue el oficial, no pude evitar largar todas las lágrimas de tanto tiempo, lagrimas contenidas en mí, entre toda mi confusión y mis sentimientos hacia ella.

Sus ojos, en sus ojos se veía el calvario que vivía y el miedo al que tanto estaba sometida, ese miedo al sentir toda mis nervios recorrer cada pliegue de mi piel, ese dolor estrujarme el cuerpo, un dolor que solo sentimos cuando nos duele mucho algo.

- ¿Qué haces aquí?- dijo al tiempo que no lograba detener sus sollozos.

- ¿Qué pensabas que me iba a quedar a ver como te mataban?- dije tartamudeando por la presión en mi garganta tratando de conteneter mis lagrimas.

Ella se acercó como nunca lo hizo, y me abrazó tan fuerte que pude sentir todos esos huesos que parecían desmoronarse en un momento crujir aún mas.

Nos quedamos así en silencio por unos minutos, mis lágrimas ya habían dejado de cesar pero ella lloraba desconsoladamente, jamás creí que Emel podría llorar así, que ella tenia esa sensibilidad dentro de si. La abracé aun más fuerte, como si con eso pudiera darle fortalezas a un cuerpo demacrado por los maltratos.

Levanté su mentón para mirar su bello rostro: la habían golpeado, tenia un corte en la ceja, tuve que apretar fuerte los dientes para no salirme de mis casillas y matar a quien fuese. Ella era mi diosa, solo mía y jamás soportaría que le hiciesen eso.

- Emel- dije, pero antes que pudiera invadirla con preguntas, ella habló.

- Jamás creí que te volvería a ver, es un milagro que estés aquí, después de todo lo que te hice no puedo creer que estés aquí- dijo mientras esos ojos ámbares brillaban como nunca, las estrellas de Georgia se sentirían avergonzadas al compararse con los de Emel.

- Emel, yo no tengo miedo de repetirte una vez mas lo que te dije en esa noche, o toda la vida si quieres, yo te amo y aunque quiera mentirme insultándote, odiando nuestros recuerdos, esa noche en LA, me di cuenta que seguía haciéndolo y siempre lo haría- suspiré lentamente como queriendo que el aire entrara en mis pulmones para no sentir ese nudo en la garganta, como si eso me diera fuerzas para dejar mi orgullo a un lado- Yo sé quién eres, no hace falta que me lo repitas como siempre, soy consiente que tal vez te estén condenando por algo que hiciste.

- ¿Y tu novia?- pregunto a tiempo que se sentaba en la pequeña cama.

- La deje- dije suspirando y sentándome a su lado-¡La he abandonado por venir a ayudarte Emel!

- No tuviste que hacerlo- dijo con ese tono frio y segura que tanto conocía- Yo solo te he hecho daño Amy.

- No puedo no hacerlo, es como si le pidieras a un hombre sediento en un desierto que no beba el agua que encontró en un manantial, cuando se trata de ti, no soy más que un ser impulsivo que actúa sin pensar, sin la mente fría, presa de los latidos de mi corazón- dije sinceramente

- Tu siempre tan poética-dijo seca

- Y tu siempre tan cruel conmigo-

- ¿Todavía no has aprendido la lección?-

- Creo que nunca lo haré-

- Emel, ¿Por qué no te cuidaste, porque no tomaste las prevenciones necesarias por dios tu no eras la experta en esto?, ¿Por qué me miraste de esa forma esa noche?- le bombardeaba con miles de preguntas que necesitaban a mares ser calladas.

- Amy jamás olvides las palabras que te voy a decir- dijo serenamente casi asustándome por el rigor de esas palabras- Jamás lo hagas, ya que tal vez sean las ultimas.

- Yo voy a luchar por ti, no te voy a dejar caer- dije a tiempo que con su dedo hacia presión sobre mis labios para hacerme callar.

- De ti siempre he valorado tu lucha, aun cuando tus lagrimas corrían por tus mejillas corrías contra el viento y la marea, tratando de arrasar con todo con tus sueños, tus grandes e increíbles sueños que se volvieron realidad- tomo pausa un minuto como si quisiera buscar las palabras correctas-

- Por primera vez te diré la verdad de muchas cosas, por favor no me interrumpas- inmutó mientras sus ojos brillantes me miraban con pura ternura como solo lo había hecho una vez y fue en la noche en la que me entregué a ella.- Yo te dejé ir esa mañana, te abandoné a tu suerte y te dije todo aquello porque siempre supe que quedándote estancada en ese lugar jamás serias nada y siempre supe que serias grandiosa y yo a lo único que nos llevaría era a acabar con mi vida y con la tuya, mi familia, no es como lo pintan los demás y tu lo habrás comprobado. Mi madre me hubiese matado con sus propias manos si se hubiese enterado que una hija suya se escapó con una adolescente sin cargo, sin ser nadie, y después estaba Ali un hombre bueno pero vengador , obsesionado conmigo a quien no le había importado que yo no haya sido virgen, que no fuese mulsulmana, él fue siempre mi primera opción pero en cuanto llegaste tú las cosas fueron diferentes, todos esos planes que cree se hicieron trizas, se desplomaron con solo mirarte a los ojos, me mostraste un mundo diferente y yo simplemente no podía destruir tus sueños, te quise mostrar quien era, pero tu no aprendías, te estrellabas en mi indiferencias y volvías a intentar.

Mis lagrimas y las suyas eran como una agua emanante de una catarata, corría sin parar, sin importarnos quien escuchase nuestros sollozos, solo éramos ella y yo en este mundo como esa noche, ella y yo contra este mundo, contra el mundo.

- Y te hice lo que le hice a los demás, pensando que alejándome de ti te olvidaría y solo serias mi primer y gran amor del pasado, pero no fue así- dijo vacilante, sin poder hablar por el sollozo- Pero jamás pude hacerlo y cuando me di cuenta tú ya habías logrado todo lo que había soñado para ti: tenias una carrera hecha, una pareja estable, lo tenias todo.

- Jamás lo tuve todo, siempre tuve un hueco aquí- dije haciendo que tocara mi corazón - Nunca pude vivir sin tu presencia en mis recuerdos, algunos meses te olvidaba y luego aparecías para recordarme del pasado.

- No me he acostado con ella si es lo que pasa por tu mente, a la única mujer que le entregue mi cuerpo has sido tú, la ultima de mis amantes y la primera en sucumbir mi mundo, mi cuerpo y mis emociones- Inmutó mientras se recostaba sobre mi pecho escuchando los latidos de mi corazón- He visto tu rostro acongojado esa noche y la mañana en que nos despedimos en silencio, jamás he sentido tanto dolor en mi vida.

- Y no lo volverás a sentir porque yo voy a estar siempre para ti- dije mientras acariciaba sus cabellos.

- No Amy, tú tienes que continuar y yo debo pagar, afrontar mi destino.

- Si no te has acostado con ella entonces se puede arreglar- dije nerviosa tomando sus manos

- No lo entiendes, lo he hecho a propósito aquí en arabia eso es condenarse a la muerte, estaba cansada de mi vida, estaba cansada de vivir una falsedad por dinero y status, estoy cansada de vivir así desde que tengo razón, en un mundo lleno de falsos, en mi mundo, la gente me parece tan corriente, somos como animales presos de nuestro egoísmo, pero luego estas tú, una persona diferente, una persona peculiar en un mundo tan monótono, pero aun así ya me cansé de vivir callada tanto tiempo, no tengo nada en este mundo, no tengo nada que perder.

- Pero ahora estoy yo Emel- dije tomándole del rostro.

- Yo no quiero este destino para ti, nunca lo quise y no lo voy a permitir- dijo pasiblemente mientras sus ojos se volvían rojizos por aguantar las lagrimas que querían dispararse de sus ojos.

- Yo no voy a permitir que mueras lapidada o que te den quinientos latigazos.

- Sigue tu vida Amy por favor- dijo mientras me daba un pequeño beso- Tú mereces ser feliz y junto a mi jamás lo serás, los recuerdos del pasado no se pueden borrar, tu procura no volver a cometerlos, sigue tu camino- dijo tiritando en mis brazos entre lagrimas. Era como un correón indefenso, lejos de esa Emel que me mostraba su lado más frío e indiferente, esta Emel era de la cual yo me había enamorado, la Emel que supe mirar detrás de esa mascara para no sufrir, la única, mi diosa árabe.

- El tiempo se terminó- dijo el oficial apareciéndose frente a las rejas.

- Espere un momento- dije haciendo caso omiso a su pedido

- Señora- dijo casi en un susurro-

- Te he dicho que ya voy- dije casi gritando mientras tiritaba de dolor, mis lagrimas no paraban de de correr, mi Emel, mi diosa árabe quería morir, quería morirse.

- Emel no- y cuando estaba a punto de terminar la frase el señor me alzaba con fuerzas fuera de la celda.

- Emel te amo- grite sin importarme las apariencias sin importarme ser castigada por esa cultura que ahora no solo rabia me daba sino que me profesaba tremendo asco- Te amo y yo te hare volver a casa-

En un momento a otro sin darme cuenta estaba fuera de la zona de detención.

Palmee mis labios unos minutos hasta volver a la realidad, Angélica me preguntaba que había pasado pero yo solo quería volver a recordar su dulce voz repetirme una y otra vez sus sentimientos, una y otra vez como siempre lo había anhelado.

Es que ahora soy consiente.

Derramare hasta la ultima gota de mi sangre por ella, reparare con ímpetu todo el daño que le han hecho y le harán pero por sobre todas las cosas no dejare que la maten porque no se vivir sin ella, no puedo hacerlo, no ahora que se la verdad. No puedo dejarla ahora que se mi verdad.

Reparare cada una de sus lagrimas, ella no nació para sufrir… ella es mi diosa árabe, la única para mi.

“Y cuando las lágrimas corran por tu rostro y te sientas indefensa como nunca te haz sentido en la vida, yo repararé cada uno de tus dolores, te daré valor y te llevaré a casa… en donde perteneces, te daré razones para vivir, porque mi única razón para respirar eres tú…”

Solo quiero que el destino me deje ganar una batalla, el karma existe, pero quiero que el cielo me perdone, soy tan joven, somos tan jóvenes, no merecemos este destino… ella no merece este destino ni yo he sido tan mala para seguir llorando a mares por las decisiones que tome mi corazón.

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